Cerca de Hemingway
Valerie Danby-Smith narra en sus memorias la experiencia como secretaria del autor de 'Fiesta' y la vida junto a su hijo Greg
Todo empez¨® en mayo de 1959, cuando Valerie Danby-Smith, una t¨ªmida cat¨®lica irlandesa de 19 a?os,
entr¨® en el hotel Suecia de Madrid para entrevistar a Ernest Hemingway. "Cuando acab¨® la intervi¨², me dijo: '?Qu¨¦ haces?'. 'Escribo'. '?Sobre qu¨¦?'. 'Irlanda'. '?Qu¨¦ disparate, si est¨¢s aqu¨ª debes escribir sobre Espa?a! ?D¨®nde has ido?'. 'Segovia, El Escorial...'. '?Tienes que viajar m¨¢s. Vente a Pamplona conmigo!".
As¨ª naci¨® una intensa relaci¨®n que se prolongar¨ªa hasta el 2 de julio de 1961, el d¨ªa que Ernest Hemingway se meti¨® los dos ca?ones de su escopeta favorita en la boca para acabar con su vida de la misma forma que su abuelo y su padre.
Valerie se convirti¨® primero en secretaria, musa y amiga de Hemingway y de su esposa Mary, entre fuertes rumores de tr¨ªo que ella desmiente ahora. Y el d¨ªa del funeral del autor de El viejo y el mar conoci¨® a Gregory Hemingway, el hijo maldito de don Ernesto (le gustaba vestirse de mujer y su padre dej¨® de hablarle por ello), y luego se cas¨® con ¨¦l: "Era un hombre torturado y sensible y yo nunca le vi travestirse", dice. Greg muri¨® en la c¨¢rcel en 1986, tras salir borracho de una fiesta. Su final fue un esc¨¢ndalo p¨²blico, y s¨®lo ahora, despu¨¦s de un largo silencio, la sexagenaria Valerie Hemingway ha decidido contar sus agitados d¨ªas con la familia.
"Ernest era voluble, mimado y encantador. Maravilloso periodista y escritor genial"
Sus memorias se titulan Correr con los toros (Taurus) y son una mezcla de relato de iniciaci¨®n y viajes, cr¨®nicas de alcohol y encierros, literatura y vida familiar, cotilleos y desmitificaci¨®n.
Desde Montana, donde vive, la dulce Valerie explica que la fascinaci¨®n que sinti¨® Hemingway padre por ella fue la misma que hab¨ªa sentido, a raz¨®n de una vez por d¨¦cada, por otras jovencitas parecidas. "En 1918 se enamor¨® de Agnes, la enfermera que le cur¨® las heridas de la I Guerra Mundial y que convirti¨® en la hero¨ªna de Adi¨®s a las armas. En los a?os veinte se enamor¨® de Pauline Pfeiffer y luego de Jane, que aparece en La corta y feliz vida de Francis Macomber. En los treinta fue la corresponsal Martha Gellhorn (Por qui¨¦n doblan las campanas) y la italiana Adriana (Cruzando el r¨ªo entre los ¨¢rboles)... Supongo que cuando me vio en el Suecia pens¨® que all¨ª hab¨ªa otro libro".
No lo hubo, pero Ernest Hemingway lleg¨® a amenazar a Valerie con suicidarse si le abandonaba. Ella no cree que estuviera enamorado: "La vida es m¨¢s sutil que todo eso. Ni tuvimos un affaire ni fui s¨®lo su secretaria. Yo no le ve¨ªa a ¨¦l como a un padre, sino como a un abuelo". Juntos viajaron por Espa?a, Francia y Cuba, conocieron a Fidel... Su balance es positivo: "Ernest era voluble, mimado y bebedor, pero tambi¨¦n un ser encantador. Amaba explorar, hablar, pescar, viajar, disparar... Escrib¨ªa de ocho a once de la ma?ana y luego viv¨ªa. Y fue un maravilloso periodista y un escritor genial, con una capacidad insuperable de enganchar al lector".
Babelia
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