El poder en Europa
Santiago Petschen Verdaguer, catedr¨¢tico valenciano de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, ha escrito un interesante ensayo sobre la visi¨®n desde la perspectiva del poder de La Constituci¨®n Europea. Santiago, criado en Elx, procede del Jura en Suiza, y advierte en la introducci¨®n de su libro de que ha querido adoptar al escribirlo una posici¨®n semejante a la de Adenauer, quien en su momento afirm¨® que se sent¨ªa antes europeo que alem¨¢n. Al tiempo participa de un profundo conocimiento y sentimiento regional que se observa en sus anteriores libros sobre temas europeos como Las minor¨ªas ling¨¹¨ªsticas de Europa Occidental, La Europa de las regiones, o El papel de las regiones en Europa.
Pretende en esta ocasi¨®n profundizar sobre las claves del poder a trav¨¦s del texto de la Constituci¨®n Europea. ?ste es el hilo conductor de su estudio: ?D¨®nde se encuentra el poder? ?Qui¨¦nes lo detentan? ?C¨®mo se distribuye? La cuesti¨®n de la distribuci¨®n del poder ha preocupado en la Uni¨®n Europea desde sus or¨ªgenes. Jean Monnet, Robert Schuman, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi, tuvieron un arrojo y una generosidad extraordinarios y la posteridad europea recuerda su liderazgo con admiraci¨®n y agradecimiento. ?Podr¨¢n las generaciones posteriores decir lo mismo de los dirigentes de la Convenci¨®n y de la Conferencia Intergubernamental que han pretendido la refundaci¨®n de Europa?
Para entender su posici¨®n Petschen Verdaguer se remite desde la introducci¨®n del texto a las palabras de Tuc¨ªdides que finalmente fueron suprimidas del texto del Tratado: "Nuestra Constituci¨®n... se llama democracia porque el poder no est¨¢ en manos de unos pocos sino de la mayor¨ªa" y utiliza para su mejor comprensi¨®n el ejemplo del Tratado de la Conferencia de San Francisco de 1945, conocido como Carta de las Naciones Unidas. Si se quiere en este caso conocer d¨®nde est¨¢ el poder de la organizaci¨®n, y sus limitaciones, no hace falta describir los 448 art¨ªculos de que consta el texto, m¨¢s los 36 protocolos y una cuarentena de declaraciones, basta solamente con conocer las breves l¨ªneas que hablan de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y de su derecho de veto.
El mencionado texto de Tuc¨ªdides encabez¨® el Pre¨¢mbulo del proyecto de Tratado actual de la Constituci¨®n Europea, elaborado por la Convenci¨®n, hasta que en las conversaciones posteriores a la Conferencia Intergubernamental dirigida por la presidencia irlandesa, primer trimestre de 2004, fue eliminado. ?Qu¨¦ significado puede tener dicha supresi¨®n? ?Quiere ello decir que puede tratarse de una verdad a medias? Al menos la supresi¨®n revela alguna contradicci¨®n. A lo largo de los trabajos de la Convenci¨®n se produjo un importante, aunque no novedoso, reconocimiento de la existencia de dos legitimidades: la de los ciudadanos y la de los Estados, residiendo en la legitimidad de los ciudadanos el principio de soberan¨ªa de los Estados.
Finalmente, tras todo el proceso de la Conferencia Intergubernamental y hechas las correcciones acordadas, todos los Estados de la Uni¨®n dijeron s¨ª al texto definitivo el 29 de octubre de 2004. Las encuestas hechas a la poblaci¨®n europea muestran que una gran mayor¨ªa de los ciudadanos quiere una Constituci¨®n Europea. Tras Espa?a otros cinco pa¨ªses han aprobado ya la misma. En Francia, pese las reticencias iniciales muchos ciudadanos ven con optimismo el refer¨¦ndum de finales de mayo, por estar, junto con Alemania, muy implicados en la cuesti¨®n. Otros pa¨ªses como B¨¦lgica y Luxemburgo o Hungr¨ªa, tienden a apoyarse, seg¨²n los casos, en los anteriores pa¨ªses. No olvidemos que en la Uni¨®n Europea de 25 Estados, 11 de ellos cuentan con menos de 6 millones de habitantes, y todos juntos algo m¨¢s de 30 millones, es decir menos que la mitad de la poblaci¨®n de Alemania o el 10 por 100 del total de la Uni¨®n. Es decir unos encuentran su inter¨¦s en proteger y otros en ser protegidos.
Por todo ello hay quienes consideran que Europa, solamente con dotarse de un Tratado de nombre y contenido constitucional ya se encuentra en una posici¨®n m¨¢s avanzada que antes. Incluso que la Constituci¨®n ha conseguido un alto nivel de integraci¨®n, a pesar de las reducciones impuestas a ¨²ltima hora por los representantes gubernamentales. La verdad es que en una serie de cosas s¨ª se puede decir que hubo un retroceso a¨²n cuando en otras haya habido un adelanto. La Carta de la Naciones Unidas contiene unas mejoras notables con respecto al Pacto de la Sociedad de Naciones, pero la Humanidad ha pagado muy caro, concluye Petschen, el veto de los grandes en el Consejo de Seguridad. Confiemos que el tributo por la protecci¨®n que hoy deben pagar los peque?os pa¨ªses o regiones europeos a los grandes no haga recordar en el futuro que la eliminaci¨®n en el Pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n de la cita de Tuc¨ªdides fue consecuente con el devenir de la Uni¨®n, que nuestra Constituci¨®n no pudo haberse llamado democracia porque el poder no estar¨ªa en manos de la mayor¨ªa sino de unos pocos.
Alejandro Ma?es es licenciado en Ciencias Econ¨®micas y Derecho.
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