30 m2
Me parece muy sano que se haya producido la pol¨¦mica sobre pisos de 30 m2. La vivienda es una cuesti¨®n tocante a derechos humanos, a econom¨ªa productiva, a calidad de vida y, por supuesto, a la arquitectura y el urbanismo, por tanto resultar¨ªa ¨²til un buen debate. La vivienda es tambi¨¦n, como sabemos los usuarios, una cuesti¨®n muy personal que se valora seg¨²n necesidades, posibilidades, opciones de vida y gustos.
De entrada necesidades. Los ni?os exigen un tipo particular de espacios, habitables, interiores y exteriores, y lo mismo cabr¨ªa decir, en el otro extremo, en el caso de las personas ancianas. Las necesidades dependen asimismo de la condici¨®n del usuario, siendo bien distinta, por ejemplo, la superficie imprescindible de vivienda para una persona sola, un estado que no ha dejado de crecer en las ¨²ltimas d¨¦cadas, que la de una familia pluripersonal. En los distintos periodos de una vida se transforman tambi¨¦n, desde las de los j¨®venes que aspiran a emanciparse, a las de las parejas deseosas de tener hijos o las de cuando estos abandonan la casa familiar.
Estamos hablando por tanto de opciones vitales a lo que hay que a?adir los gustos del usuario relativos a la compartimentaci¨®n o diafaneidad interior de los pisos, la exigencia de luz natural, el n¨²mero de ba?os, las caracter¨ªsticas constructivas, su ubicaci¨®n urbana, etc. Sin olvidar que las posibilidades econ¨®micas limitan la elecci¨®n de la vivienda deseada a muchos ciudadanos. Para m¨ª que la conclusi¨®n m¨¢s clara es que hace falta una gama de tipos de vivienda, en lo tocante a superficies en particular pero no solo, mucho m¨¢s amplia que la hoy existente, que se caracteriza por una oferta r¨ªgida orientada a familias m¨¢s bien numerosas y de nivel econ¨®mico medio-alto.
Entonces, ?pisos de 30 m2 para qui¨¦n? En principio, la vivienda de peque?as dimensiones puede tener la virtud de ser m¨¢s barata de edificar y poder resolver la residencia de personas solas (no se olvide, de toda condici¨®n: j¨®venes, separados, mayores...). Por otro lado, presenta una ventaja importante para el usuario: la facilidad de su mantenimiento (menor tiempo de limpieza y de atenci¨®n a sus instalaciones), lo cual es valorado por personas solas con horarios laborales o por personas mayores que ya han dedicado mucho tiempo a las tareas dom¨¦sticas a lo largo de su vida.
No se debe olvidar en esta cuesti¨®n que la calidad de una vivienda no se puede medir por su superficie, depende de manera directa de sus caracter¨ªsticas arquitect¨®nicas y constructivas. Su orientaci¨®n solar, la aireaci¨®n natural, la armon¨ªa de su espacio interior, su altura libre, la durabilidad de sus materiales o su accesibilidad, entre otras cuestiones, son en ello determinantes. Pero una vivienda de 30-35 m2 no tiene por qu¨¦ ser ni mala ni ¨ªnfima, aunque ciertamente cuanto m¨¢s rebajemos esas dimensiones podemos entrar en espacios residenciales inhabitables y, por supuesto, inservibles para convivir ni siquiera dos personas. As¨ª y todo, a¨²n cabe otra consideraci¨®n sobre el tema: hay personas para las que un buen entorno urbano (un centro hist¨®rico vivo, la contemplaci¨®n de un buen paisaje, la proximidad de un jard¨ªn urbano...) justifica vivir en un piso peque?o, cosa comprensible si pensamos que el espacio p¨²blico es parte integrante de la calidad residencial.
Esa oferta r¨ªgida de los tipos de vivienda a la que me he referido es patente hoy en los barrios perif¨¦ricos (aunque no solo en ellos), donde domina de manera abrumadora la vivienda para familias de 4-5 personas, barrios que durante d¨¦cadas hemos construido a base de esa ¨²nica tipolog¨ªa. Si embargo, los entornos urbanos vivos surgen cuando hay mezcla de generaciones y personas de condici¨®n diversa. La convivencia de ni?os y ancianos, de j¨®venes y de parejas de mediana edad contribuye a un enriquecimiento de las relaciones sociales y humanas. Por eso hacen falta viviendas de 30 m2 que den albergue a quienes no las quieren m¨¢s grandes, como es el caso, por ejemplo, de personas mayores que las deseen peque?as, m¨¢s ajustadas a sus necesidades despu¨¦s de haber criado a los hijos. O de los j¨®venes que buscan una primera vivienda... Tambi¨¦n hacen falta de tama?o medio, unos 60 m2, una posibilidad m¨¢s acorde para vida en pareja. ?Por qu¨¦ no pensar m¨¢s en bloques con una mezcla de pisos de 30, 60 y hasta 100 m2 de media que satisfagan distintas opciones? La rotatividad residencial seg¨²n el tama?o que exige el periodo vital propio, podr¨ªa ser un criterio a perseguir en cada barrio, de manera que, quienes no quieran abandonar el entorno en que han vivido y conocen toda su vida, puedan hacerlo as¨ª. Pero, en definitiva, sobre cada vivienda hay querencias (o no las hay) y las opciones y posibilidades siempre son personales.
Carles Dol? es arquitecto-urbanista.
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