Amor entre ruinas
Muy lejos del paneg¨ªrico, de la ideolog¨ªa acomodada a la Revoluci¨®n, de la subordinaci¨®n a la Comandancia suprema, la obra del escritor cubano Eliseo Alberto bascula entre la b¨²squeda de una soluci¨®n moral a dicha revoluci¨®n y la b¨²squeda de un sentido a tanta sinraz¨®n institucionalizada. Su cr¨ªtica es la del ciudadano desilusionado, la del s¨²bdito en una utop¨ªa traicionada. En su libro de memorias, Informe contra m¨ª mismo, Alberto ya ensayaba interrogantes cruciales al r¨¦gimen de Fidel Castro. No era ¨¦se un libro para hacer anticastrismo f¨¢cil ni visceral, pero desde una sensibilidad de izquierda postergada esas p¨¢ginas nos conduc¨ªan por caminos, a veces dram¨¢ticos, a veces hilarantes, impensables en un sistema democr¨¢tico y en libertad. En el terreno de la imaginaci¨®n m¨¢s exigente, el que fuera premio Internacional Alfaguara de Novela 1998, Caracol Beach, la misma sensibilidad herida antes apuntada adquir¨ªa ahora un perfil de tragedia contempor¨¢nea, de ficci¨®n al servicio de algunas dudas dolorosas. En Esther en alguna parte, los dardos apuntan de refil¨®n al sistema castrista, insistiendo mucho m¨¢s en un cuestionamiento m¨¢s radical de lo que significa ser cubano y en qu¨¦ consiste esa cubanidad.
ESTHER EN ALGUNA PARTE
Eliseo Alberto
Espasa. Madrid, 2005
200 p¨¢ginas. 19,90 euros
Esther en alguna parte na-
rra la historia de dos amigos unidos por el recuerdo de algunas mujeres fundamentales en sus vidas. Lino Catal¨¢ es un linotipista que tiene en Maruja S¨¢nchez la met¨¢fora de una constante incertidumbre sentimental, la mujer que se tiene y no se tiene. Ar¨ªstides Ant¨²nez es un actor en plena decadencia que a lo ¨²nico que aspira en sus a?os finales es a encontrar un amor de infancia. Es muy f¨¢cil ver en esta novela un largo bolero. Y eso es en primera instancia. Pero Eliseo Alberto se las ha ingeniado para convertir esa superficie sentimental en un paisaje donde la nostalgia y una espiritualidad encendida son las mejores armas contra una ciudad llena de rutina colorista, ensimismada en una sensualidad casi profesional, en un cubanismo no menos profesional y en un machismo grotesco con marca de industria nacional. La novela est¨¢ narrada en tercera persona, su tiempo real es el actual y su espacio es La Habana. Un diario introduce la introspecci¨®n, como si se tratara de un lapso de silencio en el coraz¨®n del bullicio callejero. Habl¨¦ antes de espiritualidad. La clave de ella est¨¢ en su ¨²ltima p¨¢gina: "Porque Maruja me hizo saber que existe la amistad a primera vista, que la amistad tambi¨¦n es un romance". Esta frase final alcanza toda su dimensi¨®n no s¨®lo po¨¦tica sino incluso sociol¨®gica y ¨¦tica si la juntamos con una de las taxonom¨ªas sobre el ser cubano que Alberto ensaya unos cap¨ªtulos antes y que hasta el propio Cabrera Infante hubiera celebrado. Voy a resumir: "Hombre-hombre no come mermelada. Hombre-hombre s¨®lo ama a su madre, la santa, la pura. Hombre-hombre no orina sentado, es m¨¢s, Hombre-hombre no orina, mea. Hombre-hombre no se ba?a con esponja. Hombre-hombre no se arrepiente de nada. Hombre-hombre no baila solo. Hombre-hombre hace trampas en el cubilete. Hombre-hombre no juega con los ni?os. Hombre-hombre no hace sus maletas". Esther en alguna parte es una muy buena historia sobre c¨®mo hallar un inteligente consuelo entre las ruinas de las promesas incumplidas.
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