"Intuyo que Benedicto XVI mejorar¨¢ la libertad en el interior de la Iglesia"
El jesuita Pedro Miguel Lamet (C¨¢diz, 1941) vivi¨® en propia carne la censura del franquismo, que literalmente le arrancaba p¨¢ginas del semanario cat¨®lico Vida Nueva, del que era director, pero tambi¨¦n sufri¨® las intransigencias del Vaticano cuando los aires de libertad del posconcilio se marchitaron y la nunciatura del papa Juan Pablo II empez¨® a subrayarle en rojo los temas que concern¨ªan a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, el celibato, la ordenaci¨®n de la mujer, el Opus Dei y hasta los chistes. Fue destituido en 1987. No era un simple relevo de director y, para que quedara claro, Lamet escribi¨® aquel d¨ªa un art¨ªculo en EL PA?S en el que dec¨ªa que su destituci¨®n era s¨ªmbolo de un nuevo periodo de catacumbas y autoritarismo dentro la Iglesia. Entonces fue llamado a trabajar en medios laicos y pens¨® que eso le evitar¨ªa problemas. Pero sus superiores, presionados por Roma, le ponen pronto en la disyuntiva de dejar de escribir de esos temas o abandonar la Compa?¨ªa. Opta por obedecer y, de com¨²n acuerdo, dedicarse a la novela y la poes¨ªa, siempre con censura. Ha pasado, pues, 10 a?os de silencio informativo. Reaparece ahora con una extensa biograf¨ªa, rigurosa, distinta y valiente, sobre el Papa polaco reci¨¦n fallecido titulada Juan Pablo II, hombre y Papa.
"La Compa?¨ªa de Jes¨²s ha seguido trabajando en silencio, y muchas veces en las arriesgadas fronteras de la increencia y la injusticia"
"Las primeras intervenciones de Benedicto XVI revelan que no quiere ser un Papa pol¨ªtico ni l¨ªder mundial, sino te¨®logo y pastor, un Papa de todos"
]]>Pregunta. Este libro sobre Juan Pablo II respira profundidad y rigor, pero sobre todo libertad de juicio. ?C¨®mo ha recuperado usted la libertad?
Respuesta. Me gusta aquella frase de Shakespeare: "Podr¨¢n encerrarme en una nuez, pero soy due?o de los espacios infinitos". Creo que nunca he perdido la libertad interior ni cierta libertad exterior gracias a que soy, como buen gaditano, l¨¢bil y escurridizo. He aprovechado este periodo de silencio obligado en el campo del periodismo religioso para la creaci¨®n literaria, sobre todo en el ¨¢mbito de la novela hist¨®rica, ya que los muertos ni chistan ni censuran. Pero creo que mi an¨¦cdota personal tiene poca importancia, aunque no niego que haya sufrido tras la maravillosa experiencia de libertad del concilio. Lo que me ha preocupado de verdad es el silenciamiento y la condena de excelentes te¨®logos como H?ring, Boff, Marciano Vidal o Jacques Dupuis; y la injusta minusvaloraci¨®n de mis compa?eros m¨¢rtires de Am¨¦rica Latina, como si su sangre valiera menos que la del sacerdote polaco Popieluszko. Intuyo que, parad¨®jicamente, con Benedicto XVI mejorar¨¢ la libertad en el interior de la Iglesia; que reaparecer¨¢ el Ratzinger de su libro Introducci¨®n al cristianismo.
]]>P. Habla de la seducci¨®n Arrupe, el Papa negro vasco, una "contrafigura" wojtiliana. "La Compa?¨ªa sigui¨® adelante en la arriesgada renovaci¨®n, cuando el Vaticano ya empezaba a retroceder", dice en el libro. ?C¨®mo est¨¢n ahora las cosas?
R. La Compa?¨ªa ha seguido trabajando en silencio, y muchas veces en las arriesgadas fronteras de la increencia y la injusticia. "El invierno es bueno para los labradores", me dijo una vez el actual general, padre Kolvenbach. La herencia de Arrupe no se ha perdido. Es m¨¢s, se ha potenciado en nuevos campos de solidaridad intercultural e interdisciplinar. A veces esto ha supuesto incomprensiones y hasta condenas. Pero yo me siento orgulloso de mi hermano y amigo Ignacio Ellacur¨ªa, o del magisterio espiritual de mediaci¨®n entre Oriente y Occidente realizado por un Antonhy de Mello. Y sobre todo me ilumina siempre, como escritor y creyente, la s¨ªntesis antropol¨®gica de Teilhard de Chardin, cuyo 50? aniversario celebramos.
P. Juan Pablo II fue un papa que llen¨® estadios de f¨²tbol, pero las iglesias (no digamos los seminarios) est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s vac¨ªas. ?No es una contradicci¨®n?
R. Me acuerdo de aquella frase del padre Sorge sobre los viajes papales: "Son como la lluvia de primavera; refrescan pero no calan". O la del padre Tucci, hoy cardenal: "Aplauden al cantor, santidad, no la canci¨®n". Las estad¨ªsticas en Espa?a sobre la pr¨¢ctica de los j¨®venes son elocuentes. Hemos vivido en cierto modo un pontificado de explosi¨®n medi¨¢tica. Pero no hay que menospreciar la religiosidad popular, la labor del pregonero o el j¨²bilo de la fiesta. Por ejemplo, las procesiones de Semana Santa est¨¢n muy bien, aunque no baste salir con el cirio una vez al a?o. Lo dif¨ªcil es el cambio en profundidad y el d¨ªa a d¨ªa.
P.?Qu¨¦ impresi¨®n le ha producido la elecci¨®n de Ratzinger?
R. En un primer momento sorpresa y, a qu¨¦ negarlo, cierta angustia. Del poli¨¦drico fallecido Papa, ?hab¨ªan escogido los cardenales el rostro m¨¢s adusto, su brazo derecho m¨¢s contundente e inquisidor? Luego pens¨¦ que de un colegio nombrado por Wojtyla no pod¨ªa salir, salvo ventolera del Esp¨ªritu, sino alguna hechura del Papa anterior y que quiz¨¢ conozcamos s¨®lo al cardenal condicionado por su oficio. Creo que la mayor¨ªa ha votado moneda segura, un te¨®logo de raza y en cierta manera tambi¨¦n un Papa en la sombra, pues en gran parte eso ha sido Ratzinger doctrinalmente durante 24 a?os.
P. ?C¨®mo ve los primeros pasos de Benedicto XVI?
R. De forma muy esperanzada. Primero, no ha intentado emular a su predecesor. Desde el primer momento parece querer ser ¨¦l mismo. Fue muy sobrio al salir al balc¨®n de la logia, sin concesiones populistas. Ni Juan, ni Pablo, ni Juan Pablo, ni siquiera P¨ªo, sino Benedicto, inspirado al mismo tiempo en Benito de Nursia y Benedicto XV, dos figuras espirituales muy unificadoras y europeas. Por otra parte, vestido de blanco, parecer¨ªa haber cambiado de chip. Sus primeras intervenciones como Papa revelan que no quiere ser un Papa pol¨ªtico ni l¨ªder mundial, sino te¨®logo y pastor, un Papa de todos. La homil¨ªa del domingo, centrada en los s¨ªmbolos petrinos, el palio y el anillo, es una pieza excelente, muy patr¨ªstica, incluso literariamente muy cuidada; revela el gran te¨®logo que siempre fue. Su talante parece modesto, nada protagonista, netamente sacerdotal con dos prioridades claras hacia el interior de la Iglesia: la reforma de sus estructuras (entre ellas creo que la curia y la liturgia) y la unidad de los cristianos.
P. ?Podr¨¢ dar pasos eficaces para lograr esa uni¨®n?
R. Me parece que s¨ª, precisamente por ser un estudioso, que sabe el terreno que pisa; y, parad¨®jicamente, por su fama de conservador, que le permitir¨¢ que sus pasos sean certeros, seguros y aceptados por todos. Es sintom¨¢tica la reacci¨®n positiva de algunos l¨ªderes no cat¨®licos, entre ellos el distanciado patriarca ortodoxo de Mosc¨². M¨¢s dif¨ªcil veo la uni¨®n con los anglicanos, dada la postura de la Iglesia de Inglaterra al decidir ordenar mujeres y homosexuales.
P. ?No ve muy negativa su visi¨®n del mundo y de los logros de la sociedad laica occidental?
R. As¨ª parec¨ªa traslucirse de su homil¨ªa a los cardenales antes del c¨®nclave y su diagn¨®stico sobre la dictadura del relativismo dominante. Tambi¨¦n hay algunos tonos oscuros -quiz¨¢ provenientes de su orientaci¨®n teol¨®gica agustiniana- en el trasfondo de su descripci¨®n de sombras y lobos que amenazan a las ovejas de hoy. Pero est¨¢ muy contrastada por su brillante proclamaci¨®n de Jesucristo como esperanza y liberaci¨®n del mundo. Por la fe en una Iglesia que siente viva y joven. Me ha gustado que no se haya presentado como protagonista, sino fr¨¢gil y evang¨¦lico, dispuesto a escuchar a la Iglesia, sin querer imponerse, y que considere santos no s¨®lo a las grandes figuras y papas, sino, como dice Pablo, a todos los miembros de la comunidad creyente, a los que ha pedido ayuda y compa?¨ªa. Parece que Benedicto XVI quiere recuperar para la Iglesia la sencillez no impositiva y evang¨¦lica del pescador. Ahora m¨¢s que nunca, la Iglesia necesita un Papa hermano, que baje a la plaza del pueblo, y un pastor misericordioso que aliente a la esperanza.
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