Milagro
En 1931, seg¨²n le gustaba recordar a Rafael Alberti, el poeta Jos¨¦ Herrera Petere fund¨® una peregrina revista titulada En Espa?a ya todo est¨¢ preparado para que se enamoren los sacerdotes. Me acuerdo de semejante rareza bibliogr¨¢fica, porque en estos d¨ªas ronda mi alma una intuici¨®n prof¨¦tica: En Espa?a ya todo est¨¢ preparado para que ocurra un milagro. No hablo en broma, creo que se dan las condiciones objetivas para que suceda un hecho sobrenatural que nos devuelva a las apariciones de la Virgen, con ni?as videntes y mensajes secretos sobre el futuro de la humanidad. Me resultar¨ªa muy extra?o que la Iglesia Cat¨®lica dejase pasar esta oportunidad de oro. Las altas jerarqu¨ªas pertenecen a la tradici¨®n m¨¢s fervorosa, con discursos preilustrados que renuncian incluso a los esfuerzos dieciochescos del padre Feijoo por desmentir las supersticiones. Los medios de comunicaci¨®n, por otra parte, est¨¢n completamente entregados, y el Vaticano habr¨¢ calculado los efectos de un buen milagro en una sociedad medi¨¢tica. Con sus estudios de audiencia y sus estrategias sentimentales, un milagro puede valer m¨¢s que el entierro de un papa. Ser¨¢ el golpe definitivo para santificar esta Europa de herejes y esta Espa?a de matrimonios homosexuales.
Los sacerdotes no se dejan enga?ar por sus ¨²ltimos ¨¦xitos y saben que hace falta una segunda resacralizaci¨®n, que supondr¨¢ para la Iglesia algo as¨ª como la segunda modernizaci¨®n para Andaluc¨ªa. Un milagro volver¨¢ a convocar a los fieles desatentos alrededor de una cueva. Porque los fieles est¨¢n desatentos. Salen a celebrar en Granada el D¨ªa de la Cruz, olvidan las esencias religiosas de la fiesta, el tipismo folkl¨®rico, y provocan el mayor botell¨®n de la historia, con cien mil borrachos en las calles, seg¨²n c¨¢lculos de la polic¨ªa municipal. Es la primera vez que coincido con los c¨¢lculos de la polic¨ªa municipal en una manifestaci¨®n p¨²blica. Alentado por mi inclinaci¨®n prof¨¦tica, yo le coment¨¦ a un amigo que ¨¦ramos por lo menos cien mil, y eso dijeron al d¨ªa siguiente los guardias y los peri¨®dicos. El ¨²nico problema es que esta forma de olvidarse de las esencias de la fiesta llena de basura la ciudad. Tal vez la Iglesia pueda matar dos p¨¢jaros de un tiro, adapt¨¢ndose a la ¨¦poca, si se acuerda de Fray Escoba. Conozco bien la vida de Fray Mart¨ªn de Porres porque es el santo preferido de mi madre. Cuando ella sospech¨® que me estaba perdiendo, empez¨® a esconder figuritas y estampas del Santo bajo mi almohada, entre mi ropa y en la guantera de mi primer coche. Algo hizo Fray Mart¨ªn: no soy creyente, pero tampoco soy mala persona. El novelista peruano Alfredo Bryce Echenique complet¨® despu¨¦s mis saberes, cont¨¢ndome que Fray Escoba tuvo problemas con la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Llegaron a prohibirle que hiciera milagros. Una tarde, paseando por la calle, vio c¨®mo un hombre ca¨ªa desde una torre, lo detuvo en el aire, corri¨® al obispo para pedir permiso y, con el permiso concedido, regres¨® al lugar de la ca¨ªda y salv¨® al agraciado. Ser¨ªa una buen ejemplo de milagro medi¨¢tico. Aunque todos saldr¨ªamos ganando si la Iglesia optara por el milagro c¨ªvico y le pidiese a Fray Mart¨ªn que barriera con su escoba m¨¢gica las basuras de los botellones. S¨®lo pido que el milagro no suceda en Castilla-La Mancha. ?Se imaginan a Bono??
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.