"El esfuerzo humano por los descubrimientos est¨¢ abocado al fracaso"
Claude L¨¦vi-Strauss (Bruselas, 1908) no s¨®lo es la principal figura en el mundo de la etnolog¨ªa a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, sino tambi¨¦n un extraordinario escritor y un fil¨®sofo de primera magnitud, padre de la escuela estructuralista. Hoy, L¨¦vi-Strauss tiene 97 a?os. Privilegio de la edad, puede decir y hacer respetar su angustia ante las concentraciones humanas. Se presta de buen grado a la entrevista, un ejercicio en el que se muestra brillante y preciso, apenas un poco impaciente ante la necesidad de tener que precisar por en¨¦sima vez lo que, de ser lectores atentos de su obra, ya debi¨¦ramos haber comprendido hace mucho tiempo.
PREGUNTA. Cuando usted estudiaba, el eurocentrismo impregnaba todos los discursos. Hoy el multiculturalismo y el constante elogio del mestizaje cultural son dominantes. ?Qu¨¦ impresi¨®n le produce esta evoluci¨®n a alguien que se ha interesado por probar la unidad del g¨¦nero humano a partir del an¨¢lisis de sociedades como la de los bororos o los caduceos?
"Lo que llamamos nuestra civilizaci¨®n es el fruto de aportaciones que vienen de otras latitudes"
RESPUESTA. Lo que llamamos pensamiento europeo, nuestra civilizaci¨®n, es el fruto de aportaciones que vienen de otras latitudes, que son el resultado del contacto entre los distintos pueblos y culturas del continente pero tambi¨¦n de nuestros viajes. Europa siempre ha sido un continente mestizo, por emplear el mismo t¨¦rmino. La gran diferencia que hemos visto en el siglo XX es la aceleraci¨®n de la comunicaci¨®n. Viajamos m¨¢s deprisa, lo que antes necesitaba semanas o meses de barco ahora se recorre en unas pocas horas, pero tambi¨¦n es cierto que antes sal¨ªas de un puerto comercial de una vieja ciudad muy activa para llegar a otro de un mundo en construcci¨®n, mientras que ahora despegas de un aeropuerto y aterrizas en otro casi id¨¦ntico. El mestizaje, la fusi¨®n, necesita tiempo, madurar, pero la extraordinaria aceleraci¨®n del siglo XX no deja tiempo para asimilar las influencias del otro.
P. ?El famoso mestizaje se hace siempre en detrimento del m¨¢s d¨¦bil o, por decirlo de otra manera, es una ideolog¨ªa que encubre otra forma de colonialismo?
R. Es usted quien lo dice, pero no voy a desmentirle.
P. Usted ha estudiado algunas de esas civilizaciones llamadas "salvajes". Lo ha hecho sin querer interferir en su desarrollo. ?Qu¨¦ piensa de iniciativas que transforman en "patrimonio cultural de la humanidad" una medina insalubre para satisfacer el ansia de exotismo de los occidentales?
R. No tengo respuesta ante ello. Su pregunta pone el dedo en una contradicci¨®n fundamental. No todo lo que se inscribe en el largo inventario del "patrimonio de la humanidad" se hace por razones puras. La preocupaci¨®n por los ingresos derivados del flujo tur¨ªstico juega un gran papel en el comportamiento de los Estados.
P. La perspectiva de dar cursos de filosof¨ªa, cada a?o el mismo programa, le incit¨® hace 70 a?os a irse a S?o Paulo para dar clases de unas materias de las que no ten¨ªa experiencia como la sociolog¨ªa y la etnolog¨ªa. ?Qu¨¦ clases daba?
R. Fui all¨ª a partir de una sugerencia de Paul Nizan. La etnolog¨ªa a¨²n no ten¨ªa caladero propio y pescaba en aguas consideradas afines, como era la filosof¨ªa. En sociolog¨ªa hab¨ªa le¨ªdo los trabajos de la escuela de sociolog¨ªa urbana de Chicago que ten¨ªan como idea fundamental el tratar la ciudad como un objeto complejo cuyo crecimiento respond¨ªa a leyes reconocibles, lo que yo llamo invariables. De S?o Paulo se dec¨ªa entonces que era una ciudad peligrosa porque pod¨ªan darte cita en una esquina que no exist¨ªa cuando t¨² llegabas, pero que ya estaba edificada cuando acud¨ªa la persona que te hab¨ªa citado. Era la posibilidad de ver crecer una ciudad ante mis ojos, de asistir en cuesti¨®n de pocos a?os, meses y semanas a ese proceso que en Europa hab¨ªa llevado a?os. En 1935 hab¨ªa una compa?¨ªa inglesa de ferrocarril que estaba tendiendo una l¨ªnea nueva en el Estado de Paran¨¢ y creaba una ciudad nueva cada 25 o 30 kil¨®metros. La primera ten¨ªa entonces unos 2.000 habitantes y hace poco me invitaron a su cincuentenario y tiene un mill¨®n. La segunda ciudad ten¨ªa unos pocos centenares de habitantes, la tercera tres decenas y la que entonces era la ¨²ltima del trazado, un solo habitante, un franc¨¦s que buscaba la aventura. Hice un esbozo de c¨®mo era previsible que fueran a crecer.
P. ?Y con los alumnos?
R. Les propuse que hicieran monograf¨ªas sobre su calle, sobre su barrio, que estudiasen todas esas transformaciones...
P. Su primer viaje hacia el interior, su encuentro con los bororos, es el fruto de una expedici¨®n en tiempo de vacaciones.
R. S¨ª. Para un etn¨®logo con mejor formaci¨®n que la m¨ªa toparse con los bororos era toparse con el para¨ªso. Se trataba de una sociedad cuya cultura material estaba intacta, en la que segu¨ªa existiendo un arte de la pluma extraordinario, tal y como puede verse en la actual exposici¨®n del Grand Palais, de Par¨ªs, una sociedad con una organizaci¨®n social compleja y rica, bien distinta de la que descubr¨ª en los nambikwara.
P. ?En qu¨¦ momento est¨¢ usted en situaci¨®n de sacar conclusiones de esas expediciones?
R. Lo que de verdad era o pod¨ªa ser la etnolog¨ªa lo aprend¨ª m¨¢s tarde, a principios de la d¨¦cada de los cuarenta, en la Biblioteca P¨²blica de Nueva York, despu¨¦s de haber escapado de la Francia de Petain. Ah¨ª, leyendo, complet¨¦ mi formaci¨®n de etn¨®logo. Entremedio ya hab¨ªa conocido a Marcel Mauss y le hab¨ªa hablado de la organizaci¨®n exog¨¢mica entre los bororos. Sabe, Mauss, tras una r¨¢pida estimaci¨®n, le hab¨ªa dicho a otro investigador que regresaba de pasar 18 meses en ?frica que, con ese tiempo de experiencia de terreno, ten¨ªa material suficiente para 30 a?os de trabajo de investigaci¨®n. Sin la guerra y la ocupaci¨®n alemana mi destino hubiera podido ser otro. En realidad, tras el armisticio, yo quer¨ªa volver a Brasil pero no me dieron visado.
P. En una entrevista concedida hace un par de a?os a Marcel H¨¦naff, usted medio bromeaba diciendo que hab¨ªa descubierto el estructuralismo antes de aprender a leer.
R. S¨ª, pero no pretendo pavonearme de mi precocidad sino tan s¨®lo dejar constancia de que ya de muy peque?o mi esp¨ªritu funcionaba de cierta manera. Es mi madre la que contaba que me hab¨ªa dado cuenta yendo al boulanger (panadero) y al boucher (carnicero) que las primeras letras deb¨ªan significar bou puesto que eran las mismas para las dos palabras. M¨¢s seriamente, el secreto del estructuralismo creo haberlo intuido mientras estaba en el frente, en la l¨ªnea Maginot, como oficial de enlace que esperaba servir de int¨¦rprete a las tropas brit¨¢nicas. All¨ª, mientras esper¨¢bamos una batalla que no comenzaba, pude observar con detalle c¨®mo, detr¨¢s del aparente azar de la belleza ondeante de un campo lleno de flores, estaba una organizaci¨®n estricta de cada una de ellas. Luego, en Nueva York, el encuentro con Roman Jakobson fue definitivo.
P. Jakobson era ya un ling¨¹ista mundialmente reconocido...
R. ?Jakobson era un tipo genial! Me impresion¨® en un doble aspecto: por su extraordinaria capacidad intelectual, hablaba varias decenas de idiomas, y por su formidable resistencia f¨ªsica. Era capaz de pasarse horas y horas discutiendo y razonando, con una claridad extrema. Y esa claridad no la empa?aba el hecho de beber alcohol, que pod¨ªa ingerir en cantidades importantes.
P. La diferencia entre fonolog¨ªa y fon¨¦tica, las consideraciones sobre la doble articulaci¨®n...
R. El encuentro con Jakobson me revel¨® que era estructuralista sin saberlo. Lo que hasta entonces era una intuici¨®n confusa y desorganizada, coagul¨®, se transform¨® en doctrina. Cuando se estudia una sociedad se comienza por inventariar las diferencias porque los puntos comunes, al menos en un primer momento, pueden ser superficiales, quedarse en la epidermis del fen¨®meno. Luego, a un nivel m¨¢s profundo, aparecen lo que yo llamo invariables...
P. ... el tab¨² del incesto...
R. S¨ª, pero lo interesante es que esa obligaci¨®n exog¨¢mica, de buscar pareja fuera del c¨ªrculo familiar m¨¢s estrecho, puede tener muchas formas distintas. En el Egipto antiguo se aceptaba el matrimonio entre primos; en otras civilizaciones, en caso de muerte de la esposa es obligado casarse con la hermana; en otras, la regla establece otros grados de parentesco. La invariable, la regla, est¨¢ en la obligaci¨®n constante de tener que buscar pareja en otra familia y as¨ª constituir sociedad. Si las culturas difieren es porque, dentro de la regla, caben muchas variables. En la naturaleza existen leyes que pueden ser universales y constantes, y si encontramos en la cultura reglas que puedan tener ese mismo car¨¢cter universal que las leyes, entonces podemos comprender mejor el paso de la naturaleza a la cultura. ?se es el inter¨¦s de la prohibici¨®n del incesto.
P. Alguna vez ha responsabilizado a la revuelta de mayo de 1968 de la p¨¦rdida de prestigio universitario del estructuralismo.
R. No es exacto. Entonces yo era director de un laboratorio de antropolog¨ªa social y algunos profesores y estudiantes consideraron que ten¨ªan que sumarse al movimiento de protesta. Yo me limit¨¦ a irme a mi casa. Pasado el vendaval, me llamaron para que volviese. Les dije que no ten¨ªa gasolina y se las arreglaron para suministr¨¢rmela. Me pareci¨® una caricatura de revoluci¨®n pero el entusiasmo y respeto que exist¨ªa por el estructuralismo sali¨® tocado de Mayo del 68.
P. Hubo muchas acusaciones contra esa corriente...
R. Hubo mala fe e incomprensi¨®n. El problema de las ciencias humanas, lo que hace que no sean verdaderas ciencias, es la pretensi¨®n de que existe un nivel de observaci¨®n que es mejor que los dem¨¢s cuando en las ciencias que llamamos "duras" la f¨ªsica experimental no excluye la f¨ªsica te¨®rica y la te¨®rica no elimina la biolog¨ªa como ¨¦sta no anula la qu¨ªmica: son niveles distintos entre los que uno puede escoger para desarrollar una investigaci¨®n. En las ciencias humanas no faltan quienes te digan que el ¨²nico nivel adecuado es el suyo y que todo otro enfoque es err¨®neo.
P. Al estructuralismo...
R. ... se le reproch¨® ser antihumanista y eso es parcialmente cierto. Nos han atacado desde dos ¨¢ngulos, uno epistemol¨®gico y el otro moral. Sobre el primero se nos criticaba el no adoptar el punto de vista del fil¨®sofo que se libra de una introspecci¨®n sobre la propia persona, es decir, no adoptar el punto de vista del sujeto, pero esa opci¨®n a m¨ª me parece leg¨ªtima porque se tiene derecho a escoger la distancia que m¨¢s conviene a cada problema o investigaci¨®n. A simple vista, por ejemplo, una gota de agua es s¨®lo eso, pero el microscopio puede descubrirnos los organismos que habitan en ella. Nosotros hemos escogido un nivel de ampliaci¨®n que borra la noci¨®n de sujeto, que la disuelve, y estudiamos los mecanismos que funcionan en el interior del pensamiento. Respecto al reproche o cr¨ªtica desde una perspectiva moral es imposible para un etn¨®logo no tomar en consideraci¨®n la destrucci¨®n sistem¨¢tica y monstruosa que los occidentales hemos hecho de las culturas distintas de la nuestra desde, como m¨ªnimo, 1492. No es posible separar o aislar esa condena de la destrucci¨®n de la sociedad humana de la destrucci¨®n de la que hoy son v¨ªctimas especies animales y vegetales, y todo eso en nombre de un humanismo que situ¨® al hombre como rey y se?or del mundo. La definici¨®n que el humanismo cl¨¢sico hace del hombre es muy estrecha, lo presenta como un ser pensante en vez de tratarlo como un ser viviente y el resultado es que la frontera donde se acaba la humanidad est¨¢ demasiado cerca del propio hombre, que as¨ª ha sido objeto de mil ataques por parte de sus cong¨¦neres.
P. En varias oportunidades se ha declarado m¨¢s y m¨¢s af¨ªn al escepticismo.
R. El escepticismo llega con la edad. El espect¨¢culo que ofrece la ciencia contempor¨¢nea invita a ello. Durante el siglo XX esa ciencia ha progresado mucho m¨¢s que en todos los siglos anteriores, una aceleraci¨®n enorme en la producci¨®n de conocimientos y, al mismo tiempo, ese progreso vertiginoso nos abre abismos cada vez m¨¢s insondables, cada descubrimiento nos plantea 10 enigmas, de manera que el esfuerzo humano est¨¢ abocado al fracaso. Pero est¨¢ bien que sea as¨ª.
BIBLIOGRAF?A
Tristes tr¨®picos (Paid¨®s).
Antropolog¨ªa
estructural (Paid¨®s).
El pensamiento salvaje (FCE).
Mito y significado (Alianza).
Raza y cultura (C¨¢tedra).
Historia de lince (Anagrama).
Mirar, esuchar, leer (Siruela).
El futuro de
los estudios de parentesco
(Anagrama).
Estructuralismo y ecolog¨ªa
(Anagrama).
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