Florida
Fue Mario Gaviria, el gur¨² de la sociolog¨ªa urbana, del ocio y del turismo, uno de los primeros en comparar a la Comunidad Valenciana con California. No s¨¦ si estableci¨® este parang¨®n sobre la base de su experiencia en aquel Estado (donde inici¨® su discurso alternativo sociol¨®gico fundiendo la sustancia del ambientalismo americano con los pensamientos de Henri Lefebvre y Joaqu¨ªn Costa) o en esta tierra (en la que abord¨® sin perjuicios el fen¨®meno del turismo a trav¨¦s del libro Benidorm, ciudad nueva). Si se debi¨® al an¨¢lisis de los datos que suministraban sus respectivas econom¨ªas y comportamientos sociales, o si s¨®lo se trat¨® de una percepci¨®n de potencial. O, en todo caso, si era una simple ocurrencia ingeniosa de este notable soci¨®logo. Lo cierto es que despu¨¦s la han repetido como loros hasta algunos empresarios analfabetos para envolver con una capa de lujo su pelusa zool¨®gica. A bordo de esa euf¨®rica frase se han pronunciado en los ¨²ltimos a?os no pocas homil¨ªas patri¨®ticas, que contribuyeron a sobredimensionar de cara a la galer¨ªa la riqueza de recursos de un pa¨ªs que, por el contrario, estaba percibiendo fondos estructurales europeos y empezando a sufrir en sus sectores productivos tradicionales las primeras dentelladas de los dragones asi¨¢ticos. Mientras California ha ido desarrollando el potencial de Silicon Valley en paralelo a su producci¨®n agr¨ªcola, tur¨ªstica e industrial, la Comunidad Valenciana se ha ido quedando descolgada de las grandes comunicaciones ferroviarias europeas, su agricultura ha empezado a dar s¨ªntomas de residualidad y buena parte de sus empresarios se han desentendido de la I+D para invertir sus excedentes en la especulaci¨®n inmobiliaria. El sue?o californiano se ha desvanecido. Ahora, mientras nuestro territorio consolida cada d¨ªa m¨¢s el modelo de Marbella con el consumo de territorio como principal recurso, Francisco Camps, arropado intelectualmente por Jeb Bush, acaba de proclamar que nuestro referente ser¨¢ el de Florida, donde por cierto su gobernador ha dado licencia para disparar por la calle si uno se siente amenazado, dado el grado de corrupci¨®n y delincuencia. Por lo menos, la California de Gaviria, saliendo mal, fue una esperanza, no un hecho.
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