Baile de casta
La madre de Farruquito, la t¨ªa de Farruquito, el primero de Farruquito... Estaban todos, menos Farruquito. Pero estaba su baile, un baile de casta que no se despinta jam¨¢s, por personal e intransferible. La escuela farruquera de baile es un arrebato, una tormenta apasionada y recurrente que se transmite a la audiencia autom¨¢ticamente.
Es un baile que mantiene viva la memoria del genial Farruco, el fundador de la escuela, quien hizo de esa forma de bailar un canon est¨¦tico sin igual. Tanto, que dif¨ªcilmente en la historia se encuentra nada parecido, nada que haya dejado tanta huella en generaciones sucesivas de bailaores. Estos farrucos mantienen aquella garra de su antecesor, aquella fuerza sin parang¨®n en su forma de manifestarse, realmente exclusiva.
La Farruca
Baile: La Farruca, La Faraona, El Barullo. Toque: El Perla. Cante: Jos¨¦ Anillo, Encarna Anillo, El Canastero. C¨ªrculo de Bellas Artes. Madrid, 6 de mayo.
Lo vimos en la sole¨¢ que bail¨® La Farruca. Su mejor baile. Comienza desde el silencio y va creciendo, creciendo, hasta un momento fort¨ªsimo y espectacular. Y a partir de ah¨ª la locura. La sole¨¢ se trenza una y otra vez, se rompe, se vuelve a trenzar en un m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. La Farruca se toma alguna pausa, se da un pase¨ªto, pero vuelve al baile con renovado poder¨ªo. ?sta es la palabra, poder¨ªo, porque La Farruca domina la escena con autoridad en todo momento, sin un desmayo, sin aliviarse.
Antes hab¨ªa bailado por alegr¨ªas con su sobrino El Barullo. Baile fuerte, tambi¨¦n, pero cuajado de armon¨ªa, de una sutil complacencia en las formas. Una y otra vez, t¨ªa y sobrino se enfrentaron o bailaron juntos en un toma y daca de arte vivo y palpitante. Era el primer baile de la noche y ya anunciaba lo que iba a ser el recital, un constante aleteo de formas sin sosiego, sin un respiro que permita a los actuantes ordenarse y reconducir sus pasos adonde deben. No les hace falta: el baile est¨¢ en ellos de manera permanente, como una forma de vivir y de comportarse. Podr¨ªa decirse que viven para bailar.
Bail¨® la hermana de La Farruca, Pilar la Faraona. Con su inmensa humanidad, no tiene, evidentemente, ligereza de movimientos, pero aun as¨ª lo hace todo calculadamente, reposadamente, con enorme acierto. Por buler¨ªas, pase¨® su cuerpo colosal por el escenario en un alarde de flamenquer¨ªa y jondura. Esta Faraona vale lo que pesa en oro, y pesa, pesa.
Un grupo de tres cantaores y un guitarrista hacen posible que todo discurra dentro de unos cauces sumamente atractivos. Los hermanos Anillo y El Canastero cantan sin gritar, ci?endo el cante al baile, con sentido y precisi¨®n, secundados por un Perla que, siendo una guitarra sola, se dej¨® o¨ªr con enorme frescura y dignidad.
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