El vac¨ªo
Encuentro cada d¨ªa m¨¢s compleja la tarea de vivir, al menos la de vivir de modo sano y con cierta expectativa de alcanzar la vejez. Primero fue lo de dejar de fumar tras una larga trayectoria ligada a ese compa?ero de angustias y alegr¨ªas, de noches canallas y amaneceres junto a un flexo acabando una columna como ¨¦sta o el endiablado cap¨ªtulo de un libro. Hablo de dejar de fumar con todo el vac¨ªo que arrastra una decisi¨®n as¨ª y de repente, maldita sea, engordar con una progresi¨®n irrefrenable que, seg¨²n las ¨²ltimas cifras del Instituto Municipal de Investigaciones M¨¦dicas Hospital del Mar de Barcelona, reduce en los hombres hasta el 38% los beneficios en el funcionamiento pulmonar derivados de haber dejado el cigarrillo. O sea, que sale uno de Guatemala y se mete en Guatequ¨¦quieresquetediga, t¨² mismo. Un parad¨®jico c¨ªrculo vicioso, vaya, en el que, en contra de lo que su propio nombre indica, no est¨¢ permitido echarse al vicio. Porque, vamos a ver, meterse en 6 o en 7 kilos de sobrepeso en poco m¨¢s de tres meses puede deprimir a cualquiera, pero si adem¨¢s no tienes ya pitillo que valga para quemar el disgusto y al golpe moral de la b¨¢scula le sumas la ansiedad que a¨²n te moja la oreja cada vez que te encierras frente al papel en blanco (es decir, todos los d¨ªas), la cosa est¨¢ que arde, pero que arde, arde.
Ser un tipo ejemplar y acariciar la esperanza de vivir m¨¢s a?os est¨¢ bien, pero cuando hace unos meses decid¨ª fr¨ªa e irrevocablemente dejar de fumar no pensaba que la medida traer¨ªa consigo un inmediato r¨¦gimen alimenticio, un severo control m¨¦dico y la inscripci¨®n a un gimnasio para correr media hora diaria, pedalear quince minutos y, de paso, nadar un poco y hacer algo de piernas, brazos, espalda, pecho, ya saben. Antes, cuando me jugaba la vida entre calada y calada, el tiempo era m¨¢s m¨ªo. Ahora que respiro mejor, me doy cuenta tambi¨¦n de que el precio es m¨¢s alto del calculado. Claro que siempre puede uno dejar de escribir y solicitar un empleo en el Centro de Investigaci¨®n Pr¨ªncipe Felipe de Valencia. Hasta ayer no admit¨ªan fumadores y eso es una ventaja o un modo de incentivar nuestra lucha diaria con el vac¨ªo y el sobrepeso.
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