Pesimismo animado
Sobre la base del axioma seg¨²n el cual el ¨²nico destino de ETA es "disolverse y entregar las armas" (sin que ese desenlace pudiese implicar nunca el pago de "un precio pol¨ªtico" por el Gobierno), una moci¨®n del Grupo Socialista aprobada ayer por la mayor¨ªa del Congreso -con el voto en contra del PP- reabre las perspectivas de eventuales "procesos de di¨¢logo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia" en el exclusivo supuesto de que se produjesen las condiciones adecuadas y se constatase "una clara voluntad" y "una actitud inequ¨ªvoca" en tal sentido de la banda. La resoluci¨®n no es una novedad doctrinal, sino la reiteraci¨®n de una cl¨¢usula habitual de los acuerdos antiterroristas que contaron con el voto de los populares desde el Pacto de Ajuria Enea de enero de 1988 hasta una moci¨®n del Congreso de 14 de mayo de 1998. Si el presidente Zapatero hiciera uso de esa habilitaci¨®n parlamentaria, retomar¨ªa el camino emprendido previamente por sus antecesores en el cargo con diferentes resultados: Leopoldo Calvo-Sotelo logr¨® en 1981 la disoluci¨®n de ETA pol¨ªtico-militar, pero tanto Felipe Gonz¨¢lez (Argelia, 1989) como Aznar (Z¨²rich, 1999) fracasaron en sus tratos con ETA militar.
Las bombas explosionadas en la madrugada del domingo por ETA sonaron como una negativa anticipada de los terroristas a escuchar la oferta del Congreso: si los desalentadores precedentes de 1989 y 1999 tuviesen el valor de prueba dirimente, pocas dudas restar¨ªan sobre la inutilidad del esfuerzo. De a?adidura, no faltan motivos para recelar de la oportunidad de la moci¨®n parlamentaria: adem¨¢s de prestar o¨ªdos sordos a la propuesta, la banda terrorista podr¨ªa interpretar su mero enunciado como un signo de debilidad del Estado, cobrando as¨ª nuevos ¨ªmpetus su actividad criminal y aprovechando la ocasi¨®n -como en 1998- para reponer fuerzas y reorganizarse. En cualquier caso, los pron¨®sticos en este ¨¢mbito resultan endiablados: la opacidad de los procesos de toma de decisi¨®n de las bandas terroristas y la irracionalidad de los grup¨²sculos ideologizados y violentos hacen azaroso cualquier diagn¨®stico. La falta de respeto mostrada por ETA hacia las reglas de juego en cualquier negociaci¨®n (baste con recordar su deslealtad con el PNV y EA al revelar en abril de 2000 el pacto secreto entre los tres de 1998) hace presumir que tampoco vacilar¨ªan en enga?ar a sus interlocutores.
Si resultara improbable que una organizaci¨®n como ETA estuviese dispuesta a abandonar las armas sin cobrar un precio pol¨ªtico a cambio y fuera previsible su voluntad de instrumentalizar las ofertas de di¨¢logo de los Gobiernos democr¨¢ticos para ganar tiempo y mejorar sus posiciones, ?tendr¨ªa sentido la moci¨®n aprobada ayer por el Congreso? El optimismo antropol¨®gico del que presume Zapatero no ser¨ªa indispensable para contestar -con las debidas cautelas- de manera afirmativa; tal vez bastase con el pesimismo animado que Dionisio Ridruejo defend¨ªa durante su exilio en 1963 (Materiales para una biograf¨ªa, edici¨®n de Jordi Gracia, Fundaci¨®n SCH, 2005, p¨¢g. 347). En cualquier caso, la grosera falsificaci¨®n y la manipuladora caricatura de la moci¨®n parlamentaria socialista perpetradas con c¨ªnica alevos¨ªa por los dirigentes del PP, a fin de presentar la iniciativa del presidente del Gobierno como una "traici¨®n a los muertos" y como un anticipo del "precio pol¨ªtico" pagado a la banda terrorista contra la entrega de las armas, constituyen una obscena villan¨ªa.
?C¨®mo negar a Zapatero el derecho a explorar un camino para acabar con la violencia que le fue reconocido -en cambio- por la oposici¨®n a Su¨¢rez, Calvo-Sotelo, Gonz¨¢lez y Aznar? Aunque el entonces ministro del Interior Mayor Oreja advirti¨® a su presidente -gracias a un topo infiltrado- de que el alto el fuego declarado por ETA en septiembre de 1998 era una tregua-trampa, Aznar dio tratamiento oficial al MLNV (las siglas de Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco utilizadas por ETA para hacerse respetable), orden¨® el acercamiento de presos al Pa¨ªs Vasco y envi¨® una delegaci¨®n formada por el secretario de Estado de Interior y dos miembros del gabinete presidencial a entrevistarse, primero en Burgos con representantes de Batasuna y despu¨¦s en Z¨²rich -reforzada cristianamente por el obispo Uriarte- con la c¨²pula de ETA.
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