17 a?os, 8 meses y 1 d¨ªa
Tras casi 18 a?os en el corredor de la muerte por error, Juan Roberto Mel¨¦ndez lucha por la abolici¨®n de la pena capital en EE UU
Nada menos que 17 a?os, ocho meses y un d¨ªa. Juan Roberto Mel¨¦ndez (Brooklyn, Nueva York, 1951) lo repite una y otra vez como si fuese su DNI. Cuenta su historia con una sonrisa que resulta inexplicable: la de un condenado a muerte que sobrevivi¨® en el corredor de la muerte en una c¨¢rcel de Florida (EE UU) durante 17 a?os, ocho meses y un d¨ªa por un crimen que no cometi¨®.
Los estudiantes de la Universidad Americana Saint-Louis de Madrid escucharon ayer con atenci¨®n el alegato de Mel¨¦ndez contra la pena capital. Se parece a un cantante de rap con las cadenas de oro que lleva. "Me llamo Juan Roberto Mel¨¦ndez y fui condenado a muerte por un crimen que no comet¨ª", declar¨® antes de recordar estas tres cifras: 17 a?os, ocho meses y un d¨ªa.
La polic¨ªa olvid¨® en un caj¨®n antes del juicio la cinta de la confesi¨®n del verdadero asesino
"Raptado y encerrado en un s¨®tano sin luz natural y con la amenaza constante de que lo iban a matar". Las palabras del escritor franc¨¦s Albert Camus en un manifiesto contra la pena de muerte se hicieron realidad para Mel¨¦ndez el 2 de mayo de 1984. Apenas ten¨ªa 33 a?os y acababa de llegar de Puerto Rico, donde vivi¨® toda su vida, a Florida en busca del sue?o americano. Estaba acusado de haber asesinado a Delbert Baker. "Llegaron todos armados", record¨® Mel¨¦ndez. "Quer¨ªan ver mis dientes, se les ense?¨¦; quer¨ªan ver mi tatuaje, se lo ense?¨¦", sigui¨® mientras recog¨ªa su manga para dejar aparecer aquel tatuaje. "Muy bien. Es usted el hombre que buscamos", le dijeron. Tras ingresar en una prisi¨®n federal, le condenaron a muerte por asesinato. Las ¨²nicas pruebas eran los testimonios de dos testigos "dudosos", seg¨²n Mel¨¦ndez.
No entend¨ªa nada, no hablaba ingl¨¦s y no le ofrecieron un traductor para su defensa. "La c¨¢rcel era terrible, hab¨ªa ratas, ten¨ªa miedo". Pasaron 10 a?os, aprendi¨® ingl¨¦s, a escribirlo y a leerlo. Las apelaciones fracasaban una tras otra. "Pens¨¦ en suicidarme, porque habr¨ªa estado muerto aunque libre", dijo. Pero no tir¨® la toalla y siempre jur¨® su inocencia, aunque reconoci¨® que necesitaba "un milagro".
La cuarta apelaci¨®n fue la buena. En EE UU se puede apelar una condena a muerte siempre y cuando se aporte alg¨²n elemento nuevo que permita dudar de la culpabilidad del acusado. Se present¨® entonces al juez una cinta en la que el verdadero asesino confesaba el crimen. El Estado de Florida renunci¨® a perseguirle de nuevo porque uno de los testigos hab¨ªa muerto y el segundo se hab¨ªa retractado. Mel¨¦ndez quedaba libre. Al salir de la c¨¢rcel, el 3 de enero de 2002, se convirti¨® en el 99? condenado a muerte liberado por inocencia desde 1973.
"El milagro lleg¨®", dijo Mel¨¦ndez. "Hoy don Mel¨¦ndez se va a casa", le dec¨ªan. "No entend¨ª lo que estaba pasando hasta que me dijeron que recogiera mis cosas".
En 2004, al menos 3.598 personas entraron en el corredor de la muerte, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional. Tres de ellos son espa?oles. Pablo Ibar espera en una prisi¨®n de Florida. Paco Larra?aga est¨¢ encarcelado en Filipinas. Y la ejecuci¨®n de Nabil Manakly, condenado por terrorismo en Yemen, puede ser inminente.
Ayer, Mel¨¦ndez confes¨® que su alegr¨ªa al salir de la c¨¢rcel en 2002 tambi¨¦n tuvo un sabor agridulce. "Estaba triste porque dejaba detr¨¢s de m¨ª a todos mis compa?eros. Y sab¨ªa que todos iban a morir", cont¨®.
Desde que sali¨® de prisi¨®n, Mel¨¦ndez se dedica a dar conferencias en el mundo entero, sobre todo en EE UU, para abolir la pena de muerte. ?Tambi¨¦n para los violadores y asesinos de ni?os? Mel¨¦ndez es rotundo ante la pregunta: "La soluci¨®n es la vida porque, como yo, hay injusticias. Y para los culpables, tambi¨¦n la vida, sin derecho a libertad condicional".
Mel¨¦ndez tiene todas las cualidades de un gran orador. "God bless you and I love you all" [Que Dios les bendiga y les quiero a todos], exclam¨® para despedirse de los estudiantes. "Me llamo Juan Roberto Mel¨¦ndez y fui condenado a muerte por un crimen que no comet¨ª", repiti¨® por ¨²ltima vez antes de pedir a todos su apoyo para abolir la pena de muerte.
Un crimen que no cometi¨®. La preciosa cinta que exoner¨® a Mel¨¦ndez hab¨ªa sido olvidada en un caj¨®n de la polic¨ªa, un mes antes de que fuera condenado a muerte, en 1984. Y no se investig¨® el caso. Un olvido que rob¨® a Mel¨¦ndez 17 a?os, ocho meses y un d¨ªa de su vida; 17 a?os, ocho meses y un d¨ªa con la muerte en los talones.
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