El CSKA estrena el palmar¨¦s ruso

A Vagner Love se le conoce por su afici¨®n goleadora, aunque el apodo ingl¨¦s le proviene de una noche loca, cuando jugaba en Brasil, y su entrenador le pill¨® ocupado en su habitaci¨®n con una hincha del equipo. Futbol¨ªsticamente es un brasile?o at¨ªpico: controla defectuosamente el bal¨®n, no tiene mucho arte, pero siempre anda alrededor del gol. El CSKA le adora, por lo segundo y le perdona lo primero. Adem¨¢s, tiene suerte. Ayer lo manifest¨® con toda la ingratitud que tiene el f¨²tbol. Rogerio, a porter¨ªa vac¨ªa, dispar¨® contra el poste, la recogi¨® el portero, sac¨® r¨¢pido y en un dos contra uno Vagner Love empuj¨® el bal¨®n a la red. Era el 1-3 que sentenciaba la final de la UEFA cuando deb¨ªa haberse producido un empate a dos goles que probablemente hubiera conducido a la pr¨®rroga. Rogerio hab¨ªa hecho mucho, por ejemplo, marcar el primer gol que parec¨ªa definitivo y tambi¨¦n revolvi¨® el medio campo con esa habilidad que los futbolistas brasile?os tienen para que parezca que siempre pasa algo.

El Sporting de Lisboa -con una Recopa de 1964-, jugando en su estadio Manuel Alvalade y procedente de una semifinal agon¨ªstica ante el equipo revelaci¨®n de la UEFA -los holandeses del AZ Alkmaa- lo ten¨ªa todo a su favor ante unos inexpertos futbolistas del CSKA, carentes de t¨ªtulos continentales y a mitad de camino entre la vieja escuela sovi¨¦tica -imp¨¢vidos ante cualquier contratiempo- y los nuevos tiempos continentales -el mestizaje y la improvisaci¨®n-. Lo ten¨ªa todo el Sporting de Lisboa cuando cerc¨® a un CSKA timorato y aburrido y, sobre todo, cuando Rogerio a la media hora enganch¨® un preciso zapatazo al borde del ¨¢rea que enga?¨® al portero ruso. El jugador brasile?o, ex del Corinthians, lograba su momento de gloria tras un mes de sufrimiento derivado por el secuestro de su madre en marzo en Brasil y su posterior liberaci¨®n por parte de la polic¨ªa. Todo parec¨ªa vendido. Pero el CSKA, el segundo equipo de Abramovich, m¨¢s que equipo tiene suerte. Futbolistas tiene uno, Carvalho. El resto trabaja; pero la suerte la lleva como un aura. As¨ª empat¨® Aleksei Berezoutski, de espaldas a la porter¨ªa, agachado, con los ojos cerrados, apart¨¢ndose, tras un centro de Carvalho. El CSKA no hab¨ªa hecho nada ni en la jugada del gol que le devolv¨ªa al partido. Fue una casualidad tan grande que incluso el equipo ruso tard¨® en celebrarlo como si no se lo creyera, como si el ¨¢rbitro lo hubiera invalidado por falta de combatividad, por injusticia manifiesta.

Pero entonces surgi¨® el f¨²tbol ruso. El CSKA es un equipo con una defensa solvente, basada en los hermanos Berezoutski, dos chicarrones infatigables, al viejo estilo, y de ah¨ª parte un f¨²tbol estandarizado que, eso s¨ª, en condiciones favorables tiene argumentos para rematar a cualquier rival. Y lo hizo en el segundo gol, fant¨¢stico, de Zhirkov. El Sporting, espoleado por una derrota inesperada, por un p¨²blico fiel y una ansiedad inevitable, se lanz¨® con coraz¨®n en busca de una juagada salvadora. Rochemback, por su nombre, dirigi¨® las operaciones, lo cual no era una buena noticia para sus opciones futbol¨ªsticas. Ni el f¨²tbol ni la suerte acompa?aron al equipo luso. Fall¨® un gol, para empatar, y recibi¨® otro por su mala cabeza -jam¨¢s un defensa puede sostener a dos atacantes-. Ah¨ª el CSKA -que lleva desde julio jugando en Europa- encontr¨® su hueco, el hueco de la historia que le convierte en el primer equipo ruso que consigue un t¨ªtulo continental. Su f¨²tbol no pasar¨¢ a la historia, su triunfo, s¨ª.