El viejo fantasma
Por primera vez a lo largo de un cuarto de siglo, los socialistas gobiernan en la Generalitat catalana, aunque no en solitario, sino coligados con Esquerra Republicana (ERC); al propio tiempo, sus correligionarios del PSOE gobiernan en Espa?a en asociaci¨®n parlamentaria con la misma ERC, todo ello durante una doble legislatura no precisamente de tr¨¢mite, sino colmada de ambiciosos proyectos reformistas que conciernen a la arquitectura misma del Estado (revisi¨®n de estatutos, nuevo sistema de financiaci¨®n auton¨®mica, etc¨¦tera). En tales circunstancias, la bisagra que articula al Partit dels Socialistes (PSC) con el PSOE est¨¢ condenada a sufrir fuertes tensiones, tensiones que el comienzo del debate p¨²blico sobre la propuesta financiera de la Generalitat ha hecho muy visibles durante las ¨²ltimas semanas. Pues bien, justo en ese momento, han comenzado a advertirse en la vida p¨²blica catalana un pu?ado de mensajes, anuncios o presagios que me gustar¨ªa recoger ordenadamente.
El primero apareci¨® el pasado 30 de abril en la columna de un articulista barcelon¨¦s, connotado impulsor de toda clase de plataformas bab¨¦licas y adversario frontal de la vigente Ley de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica. En el texto, y tras afirmar la tesis del divorcio creciente entre la agenda pol¨ªtica del tripartito y el sentir de la mayor¨ªa de los ciudadanos, su autor dejaba caer esta frase: "Quiz¨¢ hace falta un nuevo partido en Catalu?a: habr¨ªa que empezar a considerarlo seriamente".
Dicho y hecho. Al d¨ªa siguiente, la manifestaci¨®n sindical unitaria del Primero de Mayo se vio profusamente sembrada de octavillas que firmaban unos ignotos -hasta la fecha- Colectivos de Base por una Izquierda No Nacionalista. El contenido de tales hojas volantes era una sarta de burdas descalificaciones y grotescas caricaturas contra el Gobierno de Pasqual Maragall: "?Qu¨¦ clase de trabajador es aquel que apoya a esta izquierda nacionalista empe?ada en romper la caja com¨²n de la Seguridad Social para beneficiar a las ¨¦lites de las regiones m¨¢s ricas de Espa?a? ?No ves similitudes entre los caciques de otro tiempo y los jerifaltes nacionalistas de aqu¨ª a la hora de negarse a compartir las riquezas de las que se sienten due?os, a pesar de ser de todos los trabajadores espa?oles? (...) ?Te sientes timado porque en lugar de exigir una mejora del Estatuto de los Trabajadores, el tripartito se dedica a narcotizarnos con la reforma del Estatut? ?Has pensado en qu¨¦ te beneficias t¨² de ese ritual nacionalista convertido en el nuevo opio del pueblo?". Aderezadas con consignas del tipo "?nuestro estatuto es el de los trabajadores!" o "?la clase obrera no quiere otra frontera!", las octavillas convocaban tambi¨¦n a una concentraci¨®n "contra la sede central de esta Gestapo nacionalista" (en alusi¨®n a UGT) para el 7 de mayo, acto que ignoro si se llev¨® a cabo y con qu¨¦ eco.
Si bien es verdad que el lenguaje ("los se?oritos del tripartito...", "los privilegios nacionalistas...") y el nivel conceptual de las hojas citadas las asimilan m¨¢s a la ret¨®rica ultraderechista al uso o a las arengas cotidianas de un Jim¨¦nez Losantos que a cualquier cultura de izquierdas, tambi¨¦n es cierto que, desde esa fecha, se han publicado en la prensa barcelonesa diversas cartas al director abundando -de una forma m¨¢s elaborada- en las mismas concepciones de fondo: desenmascarar el nacionalismo catal¨¢n apenas disimulado de los capitostes del PSC, denunciar su traici¨®n al socialismo y al patriotismo espa?oles, urgir la creaci¨®n en Catalu?a de una fuerza pol¨ªtica de izquierda estatalista, etc¨¦tera.
Por fin, el asunto adquiri¨® estado medi¨¢tico el pasado 9 de mayo, cuando el diario ABC le dedic¨® una p¨¢gina entera de su edici¨®n catalana, bajo este vistoso encabezamiento: Ex cuadros del PSC y el PSUC planean crear un nuevo partido no nacionalista. El proyecto, en fase incipiente, quiere recoger el voto descontento. Ayuna de cualquier dato sobre qui¨¦nes ser¨ªan los impulsores de la idea o cu¨¢l su calendario de actuaci¨®n, la pieza period¨ªstica se limitaba a glosar la existencia de "un cierto electorado de izquierdas que en d¨¦cadas anteriores se identific¨® con la Federaci¨®n Catalana del PSOE" y que ahora "se siente cada vez m¨¢s hu¨¦rfano pol¨ªticamente hablando". A ¨¦l, y tambi¨¦n a los consabidos abstencionistas en las elecciones auton¨®micas, ir¨ªa dirigido el nuevo proyecto pol¨ªtico, cuyo nombre provisional es -seg¨²n ABC- Iniciativa No Nacionalista.
Quienes tenemos la edad suficiente recordamos bien c¨®mo, en los primeros a?os de la transici¨®n democr¨¢tica, el riesgo de una fractura sociopol¨ªtica por razones de origen o de lengua, el fantasma de una clase obrera inmigrante soliviantada contra el autogobierno -lo que, sin mucho rigor hist¨®rico, se etiquet¨® de lerrouxismo- planeaban sobre la vida p¨²blica catalana; es probable, incluso, que ese peligro contribuyera muy positivamente a la creaci¨®n del PSC-PSOE, en 1978, y a su ¨¦xito ulterior como marco de integraci¨®n identitaria. Pero casi tres d¨¦cadas despu¨¦s, ?tiene sentido a¨²n desempolvar aquel fantasma, especular con los votos de una inmigraci¨®n caricaturizada, detenida en el tiempo y supuestamente movilizable como un regimiento prusiano?
En enero de 2004, cuando el tierno tallo del Gobierno tripartito catal¨¢n se vio brutalmente sacudido por la crisis Carod, hubo al parecer un tanteo desde arriba, desde la madrile?a calle de Ferraz, sobre las posibilidades de reconstruir la Federaci¨®n Catalana del PSOE, al margen del PSC. Ahora mismo, se dir¨ªa que hay quien acaricia, o agita, o trata de cotizar una hip¨®tesis parecida. Desde luego, no es un asunto balad¨ª. Pero, afortunadamente, disfrutamos de libertad de asociaci¨®n pol¨ªtica y de concurrencia electoral, y la ¨²nica forma seria de medir la fuerza de los proyectos ideol¨®gico-pol¨ªticos es su paso por las urnas. ?Un ejercicio peligroso? Personalmente, opino que la confrontaci¨®n democr¨¢tica es mucho menos peligrosa que la amenaza, el chantaje o el uso coactivo de ciertos espantajos.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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