Alemania busca un nuevo modelo social
La crisis de Renania del Norte-Westfalia revela las limitaciones del Estado de bienestar alem¨¢n
En una c¨¦ntrica plaza de Gelsenkirchen j¨®venes y mayores hacen botell¨®n a plena luz del d¨ªa. Unos metros m¨¢s all¨¢, hombres y mujeres desdentados llenan el carrito de alimentos caducados que el Estado alem¨¢n les ofrece cada semana por llevar m¨¢s de un a?o en el paro. Son parte del mill¨®n de desempleados que los desajustes de la reconversi¨®n industrial en la cuenca minera del Ruhr y la fuga de empresas a pa¨ªses con microsalarios han dejado en Renania del Norte-Westfalia, el Estado m¨¢s poblado de Alemania (18 millones de habitantes), que hoy acude a las urnas.
Los pol¨ªticos del land del carb¨®n y el acero, motor de la recuperaci¨®n econ¨®mica de la posguerra alemana y que todav¨ªa hoy produce el 20% del PIB del pa¨ªs, buscan un modelo que permita al Estado adaptarse a los nuevos tiempos, crecer, y no tener que prescindir de la protecci¨®n social propia del capitalismo renano. Todav¨ªa no lo han encontrado.
"Los extranjeros ganan dos euros a la hora; no podemos competir", se queja un parado
Renania del Norte-Westfalia es la punta del iceberg de la econom¨ªa de un pa¨ªs en crisis. El milagro alem¨¢n hace tiempo que se quebr¨®, y hoy la econom¨ªa alemana apenas crece (las previsiones para este a?o rondan el 0,7%, a pesar de una ligera mejor¨ªa en el ¨²ltimo trimestre), el n¨²mero de parados ha superado los cinco millones, la cifra m¨¢s alta desde la II Guerra Mundial. Apenas las exportaciones tiran del carro de la econom¨ªa y, por tercer a?o consecutivo, Alemania ha incumplido el Pacto de Estabilidad con un d¨¦ficit p¨²blico superior al 3% del PIB. Los dirigentes se enfrentan ahora al reto de minimizar el reguero de cad¨¢veres laborales que ha dejado la globalizaci¨®n, de la que durante a?os se benefici¨® el pa¨ªs con la venta de tecnolog¨ªa y maquinaria al mundo entero.
Los ensayos fallidos en el laboratorio renano y los impopulares planes de reformas puestos en marcha desde Berl¨ªn para tratar de sacar adelante el pa¨ªs le puede costar a la socialdemocracia alemana (SPD) la p¨¦rdida del Estado m¨¢s influyente tras 39 a?os en el poder. Una derrota del partido del canciller Gerhard Schr?der en estos comicios, tal y como auguran las empresas de sondeos, supondr¨ªa un fuerte obst¨¢culo para la reelecci¨®n en Berl¨ªn de la coalici¨®n rojiverde en las generales del pr¨®ximo a?o.
"El SPD ha pagado un precio muy alto por las reformas del mercado de trabajo en los comicios regionales de los ¨²ltimos meses. La gente s¨®lo percibe que pierde el derecho a cobrar el paro y no ve que la econom¨ªa crezca ni que se cree empleo, y esto se acusa especialmente en Renania del Norte. No funciona el cambio de las estructuras productivas, todav¨ªa hay demasiado carb¨®n, y la poblaci¨®n est¨¢ cansada de tantas exigencias ecol¨®gicas", sostiene J¨¹rgen Donges, director del Instituto de Pol¨ªtica Econ¨®mica de Colonia y ex presidente del Consejo de Expertos Econ¨®micos del Gobierno alem¨¢n, quien, sin embargo, destaca algunos cambios estructurales exitosos en el land durante los ¨²ltimos 30 a?os. Tal vez el m¨¢s significativo sea el floreciente mercado de las telecomunicaciones en los alrededores de Colonia.
Robert Becker tiene 44 a?os y est¨¢ en el paro desde hace tres. A ¨¦l no le ha llegado el ¨¦xito desigual de la regi¨®n. "La agencia de empleo es una de las pocas empresas que crece en Alemania. Hartz IV [el programa de reforma del mercado laboral] lo est¨¢ destruyendo todo. Antes el Estado te daba ayudas. Si se te estropeaba la lavadora, te la arreglaban. No pod¨ªas tener un coche si cobrabas el subsidio. Ahora s¨ª te dejan, pero da igual, no tengo dinero para pagarlo. Llevo tres a?os en el paro y env¨ªo 30 solicitudes de trabajo al mes, pero tengo m¨¢s de 40 a?os y no hay sitio para m¨ª en la construcci¨®n. Ahora vienen los extranjeros, sobre todo de los pa¨ªses del Este, y trabajan por dos o tres euros a la hora. No podemos competir".
Becker no piensa votar al SPD. Se ha apuntado, en cambio, a la Iniciativa Electoral por la Justicia Social (WASG), formado por disidentes socialdem¨®cratas para luchar contra la Agenda 2010 y que hoy se estrena en las urnas.
Becker vive en Gelsenkirchen, una ciudad de 270.000 habitantes en la que el 25% de ellos est¨¢ en el paro. Su alcalde, Frank Baranowski (SPD), dice que los cambios precisan tiempo y comprensi¨®n. "La transformaci¨®n es muy lenta, las ¨²ltimas minas de carb¨®n se cerraron hace cinco a?os. S¨®lo en una trabajaban 6.000 personas, y es muy dif¨ªcil encontrar empresas que empleen a tanta gente", dice Baranowski. Se queja de que algunas de las grandes multinacionales que se instalaron en Gelsenkirchen han deslocalizado parte de su producci¨®n al Este. "Una empresa de EE UU que fabricaba componentes para coches se fue a la Rep¨²blica Checa y dej¨® a 300 personas en la calle". Iban a ser 500, pero los trabajadores aceptaron trabajar m¨¢s horas y cobrar menos con tal de no perder el empleo. No es un caso aislado en el marco de la cogesti¨®n entre empresarios y trabajadores en Alemania. Los estragos de la econom¨ªa global hacen que Baranowski no se deslumbre ante la llegada de grandes inversores a su ciudad. "Para ellos somos n¨²meros. Toman las decisiones muy lejos, en Detroit, y si los n¨²meros salen mejor en otro pa¨ªs, se van. Nuestro objetivo ya no es que vengan multinacionales, sino empresas en las que las autoridades por lo menos podamos negociar con los due?os".
Norres es una de estas empresas. Fundada hace 100 a?os, empezaron vendiendo material de combusti¨®n para las minas. Ahora producen tubos de pl¨¢stico ign¨ªfugos y de larga vida en una planta en la que trabajan 85 personas y piensan contratar a otras 30. Burkhard Mollen, su director, mira alrededor y apunta con el dedo. "Los de la finca contigua se llevaron la f¨¢brica al Este de Europa, los de enfrente quebraron", explica. "Nosotros tambi¨¦n nos planteamos irnos al Este, pero calculamos que, en 10 a?os, en Polonia tendr¨ªamos los mismos costes laborales que aqu¨ª".
?La clave de la supervivencia de una empresa como Norres en Alemania? "Ofrecer productos de calidad, con el precio no podemos competir. Para eso necesitamos trabajadores cualificados que no haya en China o en India. Y eso s¨ª, es imprescindible tener clientes en otros pa¨ªses. Nosotros vendemos el 40% de nuestra producci¨®n fuera. La exportaci¨®n es el ¨²nico mercado que crece", sostiene Mollen.
Los sindicatos han llegado a parecidas conclusiones, seg¨²n Ludger Hinse, el presidente de la Confederaci¨®n de Sindicatos de Bochum, sede de la f¨¢brica de Opel y del poderoso sindicato metal¨²rgico IG Metall. Los sindicatos del metal en la ciudad suman 80.000 afiliados. "Alemania se hizo grande con el made in Germany, con la calidad. Ahora tenemos que hacer los mejores coches, los mejores tel¨¦fonos. 'Mejor, no barato' fue el lema de nuestra ¨²ltima campa?a". Y admite que las reformas, la llamada Agenda 2010 de Schr?der, por duras o err¨®neas que resulten algunas medidas concretas, son el ¨²nico camino. "Habr¨¢ que hacer m¨¢s reformas. Los pol¨ªticos tienen miedo a dar pasos y a perder votos, pero esta sociedad envejece y yo me pregunto qui¨¦n pagar¨¢ la pensi¨®n de mi hija", a?ade Hinse en la sede de una antigua mina reconvertida ahora en centro de exposiciones y festivales.
A la necesidad de cambios m¨¢s profundos, el presidente de la agrupaci¨®n de empresarios de Renania del Norte-Westfalia, Horst Werner Maier-Hunke, le a?ade la importancia de una mejor formaci¨®n, el segundo tema de campa?a en estas regionales, junto con el empleo. "La inversi¨®n debe estar destinada a la innovaci¨®n y a la educaci¨®n. Es un problema que atraviesa toda la Vieja Europa, toda la socialdemocracia. Europa se ha beneficiado durante a?os de la globalizaci¨®n y ahora nos devuelven la pelota. Llevar¨¢ tiempo adaptarse. Esto no se soluciona en dos a?os", apunta.
El equipo del pueblo
Renania del Norte-Westfalia es el land con m¨¢s equipos de f¨²tbol en la Bundesliga. La pasi¨®n por el f¨²tbol no s¨®lo mantiene alto el orgullo regional en tiempos de crisis econ¨®mica, sino que adem¨¢s se vislumbra como la soluci¨®n a todos los males. Los candidatos que aspiran a la presidencia del Estado m¨¢s industrializado de Alemania no paran de apelar a este deporte en sus m¨ªtines de campa?a para elevar la moral de la audiencia, y las autoridades locales conf¨ªan en que el campeonato del mundo de f¨²tbol que se celebrar¨¢ el a?o pr¨®ximo en Alemania aporte abundantes ganancias a las zonas deprimidas.
Al alcalde de Gelsenkirchen, Frank Baranowski, ciudad que alberga al Shalke 04, en el segundo puesto de la Bundesliga, se le iluminan los ojos cuando piensa en el futuro futbol¨ªstico. "El estadio del Shalke 04 ser¨¢ protagonista en el mundial. Vendr¨¢ gente de todo el mundo y ver¨¢n que esta ciudad no es tan horrible como la pintan", asegura.
El Shalke 04 es la estrella entre las empresas con ¨¦xito en la regi¨®n y da trabajo a 200 personas. Su presidente, Rudi Assauer, aseguraba al semanario Der Spiegel que recibe diariamente 250 solicitudes de empleo. "No necesitamos a m¨¢s gente. No puedo hacer nada m¨¢s", dec¨ªa Assauer, que opina que "lo ¨²nico que les queda aqu¨ª a los j¨®venes para alegrarse es el partido del s¨¢bado". Los inmigrantes son el sector de poblaci¨®n que registra una tasa de desempleo m¨¢s elevada en esta ciudad (50%), seguidos de los j¨®venes menores de 25 a?os (28%).
A pesar de tener fama de ser "el equipo del pueblo", la gran mayor¨ªa de los jugadores del Shalke 04 son internacionales o de otras regiones del pa¨ªs. "S¨ª, hay un jugador de los nuestros. Hamit Altintop, es turco, hijo de minero, y naci¨® cerca de aqu¨ª", dice orgulloso un empleado del Ayuntamiento.
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