Los Estados 'agujeros negros'
Dos semanas despu¨¦s del impresionante recibimiento a Bush en la plaza de la Libertad en Tbilisi, la matanza en la ciudad de Andiy¨¢n en Uzbekist¨¢n ha venido a poner una mancha de sangre en esa "revoluci¨®n democr¨¢tica global" en marcha de la que habl¨® el presidente de EE UU en la capital georgiana. El presidente uzbeko, Islam Kar¨ªmov, tiene poco que envidiar en cuanto a car¨¢cter desp¨®tico a Sadam Husein. Es de los que aseguraban que "intentos de desarrollar la democracia" s¨®lo alentar¨ªan y ayudar¨ªan a los extremistas islamistas, como en su d¨ªa Gromiko se?alara que Occidente deber¨ªa acabar estando agradecido a la URSS por invadir Afganist¨¢n y detener all¨ª a los islamistas. Una rebeli¨®n, aunque islamista, tambi¨¦n supone un despertar de un poder popular, en este caso no ya silenciado, sino masacrado. Ante lo ocurrido en Andiy¨¢n, han quedado de manifiesto distintas sensibilidades: la dura y clara condena brit¨¢nica y de la UE a lo ocurrido; la defensa por Condoleezza Rice desde el Departamento de Estado de que, contrariamente a lo que asegura Kar¨ªmov, es necesario abrir esas sociedades para acabar con los extremismos; o el silencio del Pent¨¢gono que ve en Uzbekist¨¢n y su presidente una pieza clave en su estrategia militar. En tales contradicciones han ca¨ªdo, y siguen cayendo muchos Gobiernos; por ejemplo, con el apoyo a Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial con un entusiasmo proporcional al petr¨®leo de este pa¨ªs cuya nueva riqueza queda en manos de unos pocos en un pa¨ªs pobre.
Hay movimientos de apertura, aunque desiguales, desde Ucrania a L¨ªbano. ?Gracias a Irak? En cierta forma. Bush ha debido percatarse de que es mucho m¨¢s efectivo, y barato, impulsar la democracia y derribar Gobiernos en el mundo alentando movimientos populares, ayudando financieramente a la oposici¨®n y con emisiones de radio, televisi¨®n o Internet, que invadiendo pa¨ªses o atac¨¢ndolos con misiles de crucero. Es lo que se puede estar preparando para despu¨¦s del 17 de junio, d¨ªa de las elecciones presidenciales en Ir¨¢n, ante una poblaci¨®n frustrada tras la fallida experiencia reformista de Jatam¨ª, y amordazada por un poder real al que nadie vota: el del gran ayatol¨¢ Jamenei y su Consejo de Guardianes. Occidente prefiere a Rafsanyani, que regresa, pues es m¨¢s pol¨ªtico, pragm¨¢tico y tiene m¨¢s peso. Pero habr¨¢ que ver si la ola de la revoluci¨®n democr¨¢tica global no resurge all¨ª.
Amagar sin abrir, realmente puede acabar generando frustraci¨®n y m¨¢s extremismo, especialmente en ese mundo bloqueado que es el ¨¢rabe. Como afirma el tercer Informe sobre el desarrollo humano en el mundo ¨¢rabe (cuya publicaci¨®n se demor¨® excesivamente, que ha pasado demasiado desapercibido, y que ser¨¢ presentado el mi¨¦rcoles en Madrid), la crisis de esas sociedades "ha aumentado, se ha hecho m¨¢s profunda y compleja", y las reformas parciales ya no bastan. Hay que ir a reformas totales ante unos "Estados agujeros negros en los que los Ejecutivos convierten a su entorno social en un algo en el que nada se mueve y del que nada escapa".
Egipto es un tal agujero negro: un pa¨ªs sin petr¨®leo pero con mucha gente (as¨ª se dividi¨® Oriente Pr¨®ximo, entre gente y petr¨®leo, con la gran excepci¨®n, no ¨¢rabe, de Ir¨¢n), tercer receptor mundial de ayuda americana, cuyo r¨¦gimen ha hecho un apertura rid¨ªcula para presentar como plurales las pr¨®ximas elecciones presidenciales. Y mientras cambiaba las leyes, deten¨ªa a cientos de islamistas. ?Pero agitar¨¢n europeos y americanos las aguas tras la esperada reelecci¨®n de Mubarak (24 a?os en el cargo) o su sucesor predesignado? Al menos, en Washington se le ha pedido al primer ministro Ahmed Nazif que las reformas sean reales, y las elecciones, libres. Para ser aut¨¦ntico, el impulso de las revoluciones de terciopelo, pana, naranjas, verdes, rosas o azules tienen que salir de dentro de las sociedades. Deben querer. Y si quieren, como en Cuba, hay que ayudarles a poder. A salir del agujero, negro en alg¨²n caso. Negr¨ªsimo en Uzbekist¨¢n. aortega@elpais.es
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