La sombra de Jokin
Desear¨ªa no haber escrito nunca esta columna pero la muerte de una adolescente por presunto acoso escolar me ha dado sobrados argumentos para enfrentarme al tema. ?Se puede saber qu¨¦ est¨¢ pasando en nuestro entorno, en nuestro pa¨ªs, en sociedades que consideramos tan civilizadas? Alguien me dir¨¢ que la violencia ha estado siempre ah¨ª, que las vejaciones en la escuela son tan viejas como los planes de ense?anza, pero eso no consuela a nadie. Lo cierto es que desde el suicidio de Jokin, el ni?o de 14 a?os que el pasado septiembre se quit¨® la vida en Hondarribia (Guip¨²zcoa) tras padecer el maltrato f¨ªsico y psicol¨®gico de algunos compa?eros de instituto, el bullying o acoso escolar ha dejado de ser un mero incidente en el contexto educativo y ha alcanzado por fin el grado de gravedad y de alarma que le correspond¨ªa entre la opini¨®n p¨²blica. Gracias a ese inter¨¦s social sabemos que el 3,4% de los alumnos de secundaria sufre amenazas, insultos y golpes; tambi¨¦n se nos ha facilitado el retrato del "intimidador" y sus secuaces, esos alumnos que persiguen a un compa?ero al que consideran d¨¦bil o pieza f¨¢cil para volcar sobre ¨¦l su instinto depredador. El miedo y el silencio de las v¨ªctimas protegen casi siempre a estos pandilleros de medio pelo, pero sus nombres van saliendo a la luz. Recuerden la denuncia que el pasado 2 de octubre presentaron en la comisar¨ªa de Paterna los padres de un alumno de las Escuelas Profesionales la Salle agredido y amenazado de muerte por un grupo de compa?eros. Anteayer, una joven de 16 a?os del colegio Sagrada Familia de Elda, cansada, al parecer, de las vejaciones a que la ven¨ªan sometiendo algunas alumnas del centro, se lanz¨® al vac¨ªo desde el puente de la Libertad. Muri¨® a las 18.30 tras ser rescatada del cauce del Vinalop¨®. De poco sirvi¨® la denuncia que sus padres presentaron tres meses antes. La depresi¨®n que generan el acoso, el miedo y la destrucci¨®n de la autoestima nublaron su infeliz horizonte. Hay que actuar sin p¨¦rdida de tiempo. Todos tenemos algo que ver con estas vidas cortadas de repente y de ra¨ªz. He dicho bien: todos.
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