V¨ªdeo-pasi¨®n
He aqu¨ª no s¨®lo a tres artistas reunidos por un mismo medio -el v¨ªdeo-, sino por una de sus m¨²ltiples formas de tratamiento: la de hacer cine sobre cine, o, si se quiere, la de una suerte de collage cinematogr¨¢fico. El sentido autorreferencial es una t¨¦cnica inseparable de la narraci¨®n de la ¨¦poca moderna, como lo demuestra el mism¨ªsimo Don Quijote de la Mancha, que no en balde fue un libro sobre libros o un libro sobre literatura. A¨²n se podr¨ªa rastrear esta tendencia a la cita desde mucho antes, pero es evidente que tom¨® un sesgo nuevo a partir de, por lo menos, el siglo XVII, el siglo del barroco, y, como afirm¨® Foucault sobre Las Meninas, de Vel¨¢zquez, el siglo donde se tom¨® aut¨¦ntica conciencia acerca de la representaci¨®n. De manera que, pluma, pincel o v¨ªdeo, tanto da, hay una forma de crear, que no s¨®lo se inscribe insoslayablemente en una tradici¨®n, sino que la maneja de manera ir¨®nica; esto es: generando puntos de fuga perpendiculares en relaci¨®n a un texto previo, que as¨ª puede enriquecer su sentido, entre otras cosas, actualiz¨¢ndolo.
JORGE MACCHI, MATTHIAS M?LLER Y CARLOS RODR?GUEZ: V?DEOS
Galer¨ªa Distrito Cuatro
B¨¢rbara de Braganza, 2. Madrid
Hasta el 2 de junio
Valga este pre¨¢mbulo para presentar la convergencia de estos tres artistas -el argentino Jorge Macchi, el alem¨¢n Matthias M¨¹ller y el espa?ol Carlos Rodr¨ªguez-, que parecen premeditadamente concertados o, en todo caso, trabados por la inteligencia de los responsables de la galer¨ªa Distrito Cuatro, para construir una historia personal sobre la historia del cine. Siguiendo un orden cronol¨®gico en relaci¨®n con sus respectivas fuentes, se?alar¨¦ que el d¨¦coupage de Rodr¨ªguez emplea material, sobre todo, del cine mudo alem¨¢n y, muy en especial, de La caja de Pandora, de Pabst, mientras que Macchi trabaja sobre La pasi¨®n de Juana de Arco, de Dreyer, y M¨¹ller lo hace a partir del cine americano en tecnicolor de los a?os cincuenta y sesenta. Casi con lo dicho ya se puede adivinar que son fragmentos reordenados a partir de la mujer y, por encima de todo, sobre la pasi¨®n. Aunque evidentemente las costumbres cambian, la larga cola de visajes que genera la pasi¨®n nos sigue resultando fascinante, a la par que reveladora. Es fascinante porque al visitante de esta triple proyecci¨®n simult¨¢nea literalmente le ocurre que no se puede despegar de la pantalla y se le pasa el tiempo sin darse cuenta. Ciertamente la fuerza de las im¨¢genes del cine mudo poseen una potencia, que, bien ritmada; esto es: bien sincopada y recosida, resulta de una belleza avasalladora; pero tambi¨¦n en el cine de color y hablado, no nos hace falta, como quien dice, el sonido para adentrarnos en una historia m¨²ltiple, que es, no obstante, la misma. Desde luego, el amante del cine vivir¨¢ esta exposici¨®n como una org¨ªa, pero he de advertir que el inter¨¦s de estas proyecciones no s¨®lo no agota su sentido en su dimensi¨®n cin¨¦fila, sino que se nos presenta con personalidad propia y distinta: la disecci¨®n de las im¨¢genes en movimiento, de nuestra forma de mirar y, en definitiva, del arte en s¨ª y por s¨ª, porque lo que all¨ª vemos es una nueva obra de arte a partir de mil fragmentos de obras de arte.
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