Pedro Solbes avisa que viene el lobo
Si se nos permite la licencia dir¨ªamos que el presidente Francisco Camps va como una moto. Ha llegado al meridiano de la legislatura con todo su br¨ªo y lo est¨¢ demostrando. Por lo pronto ha conseguido que seamos los primeros en cerrar la reforma del Estatuto y lo ha hecho a su entera satisfacci¨®n, marcando los tiempos. No sabemos qu¨¦ premio tiene esta diligencia reformadora a la que se ha plegado d¨®cilmente la oposici¨®n, pero ah¨ª est¨¢, por si vale como precedente moderador para otras autonom¨ªas. La nuestra, por cierto, ser¨¢ una nacionalidad a partir de ahora, lo que no deja de parecernos prodigioso, siendo as¨ª que ning¨²n nacionalista ha participado en la elaboraci¨®n de las propuestas y, lo que es peor, se ha soslayado la posibilidad de que el nacionalismo militante acceda a las Cortes mediante la reducci¨®n del actual porcentaje electoral.
Por otra parte, pero en sinton¨ªa con este hito, el presidente ha tenido la deferencia novedosa de comparecer el jueves pasado en TVV y enfrentarse con lo m¨¢s granado del periodismo escrito de Valencia para responder sin condicionamientos a las preguntas de los colegas. Ya fuera por la falta de h¨¢bito o por el formato del espacio -sin r¨¦plicas y a menudo romo- la experiencia dej¨® muchos cabos sueltos, aunque el jefe del Ejecutivo aprovech¨® la ocasi¨®n para exhibir su pirotecnia verbal, proyectando una imagen del Pa¨ªs Valenciano semejante a la antesala del mism¨ªsimo cielo. Una iniciativa feliz que debe repetirse, pero que en esta ocasi¨®n result¨® empalagosa.
Sobre todo porque tal alarde de narcisismo empalmaba con la visita reciente del vicepresidente segundo y ministro de Econom¨ªa, Pedro Solbes, tan sospechoso de radicalismo como pudiera serlo el popular Rodrigo Rato, con quien a fin de cuentas podr¨ªa intercambiarse. Matizaci¨®n que anotamos porque el ministro no comparte las euforias del molt honorable y, en cambio, aunque sin el menor alarmismo, avis¨® una vez m¨¢s que viene el lobo en forma de ineficiencia econ¨®mica por baja productividad y escasa inversi¨®n en investigaci¨®n e innovaci¨®n. La nutrida escuela de economistas que nos leg¨® Ernest Lluch viene denunciando ¨¦stas y otras brechas del tinglado productivo valenciano sin encontrar adecuado eco en el estamento pol¨ªtico y empresarial.
Estamos seguros de que el ministro -adem¨¢s de coterr¨¢neo nuestro- no predic¨® nada que no supieran los representantes de la patronal que le rindieron honores en la Fundaci¨® Societat i Progr¨¦s, de pronto renacida. Que estos a?os de jauja se deben en buena o su mayor parte a los fondos europeos -un momio que se acaba- y a los bajos tipos de inter¨¦s es cosa sabida, por m¨¢s que el Gobierno auton¨®mico se cuelgue la medalla de la prosperidad que se prolonga, pero con un precario futuro en el que, ah¨ª s¨ª, habr¨ªa de involucrarse la Generalitat, activando pol¨ªticas que empiecen a enmendar los d¨¦ficit se?alados y prospecten otras ¨¢reas productivas que releven a las que, al decir de Solbes, lo tienen crudo y m¨¢s que se les pondr¨¢. Y aqu¨ª vendr¨ªa al caso citar unos sectores fabriles tradicionales, pero no ser¨ªa justo ni preciso, porque lo que se cuestiona es un modelo de crecimiento que tiene plazo de caducidad a la vuelta de unos muy pocos a?os y en el que se incluye -ahora s¨ª los citamos- el desmadre inmobiliario y el turismo.
Sin embargo, seguimos con la matraca del agua para todos, sin enterarse de que los r¨ªos han de ir a la mar si queremos playas y peces; o exigiendo, como el castellonense Carlos Fabra, que nos devuelvan la que los catalanes nos han quitado; o ameniz¨¢ndonos con discursos acr¨ªticos mientras que no salimos de la median¨ªa econ¨®mica en la tabla clasificatoria de las autonom¨ªas estatales, no obstante nuestra positiva y provisoria velocidad de crucero en punto a empleo y crecimiento y la depredaci¨®n medioambiental que hemos infligido al pa¨ªs.
Aunque esto depende, claro est¨¢, de las gafas con que se mire. Las del presidente son de colores y apostar¨ªamos que en tanto mira y describe cuanto ve suena la Pastoral de Beethoven. Eso colegimos de su ejercicio pregunta-respuesta que comparti¨® con los periodistas en Canal 9, su televisi¨®n. De ese modo nunca ver¨¢ las orejas del lobo.
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