La cara m¨¢s s¨®rdida de M¨¦xico
En Ciudad Ju¨¢rez, en la frontera con EE UU, 16 mujeres han sido asesinadas en lo que va de a?o, y m¨¢s de 400 en los ¨²ltimos 10. La ola criminal incluye a ni?as violadas, estranguladas y mutiladas, como las dos v¨ªctimas de la semana pasada. En Canc¨²n, en la costa caribe?a mexicana, la violencia de g¨¦nero, la pornograf¨ªa infantil, el lavado de dinero y el enriquecimiento il¨ªcito de hoteleros corruptos dibujan la cara m¨¢s s¨®rdida del polo tur¨ªstico de renombre mundial.
La prensa difunde diariamente el goteo de cr¨ªmenes que se producen en diversos Estados de M¨¦xico. Se informa de las muertes y poco m¨¢s. Nadie acierta a responder los numerosos interrogantes sobre los responsables. La ley del silencio es garant¨ªa de impunidad. Quienes se atreven a violarla, sufren las consecuencias. Lo saben bien las periodistas Diana Washington, hija de estadounidense y mexicana, del diario El Paso Times, de Tejas, y Lydia Cacho, premio Nacional de Periodismo 2002 y columnista de La Voz del Caribe (Canc¨²n), que han presentado estos d¨ªas en Ciudad de M¨¦xico sus libros de denuncia sobre lo que ocurre en los Estados de Chihuahua y Quintana Roo.
Diana Washington: "La mayor¨ªa de asesinatos cometidos por los hombres en contra de las mujeres se perpetran para demostrar el poder sobre la v¨ªctima"
La labor m¨¢s arriesgada es el rescate de mujeres amenazadas o v¨ªctimas de la violencia de sus maridos o compa?eros "porque la polic¨ªa nunca llega a tiempo"
Una estad¨ªstica macabra
"Los polic¨ªas ligados con el narco advierten que no vaya a Ciudad Ju¨¢rez porque tienen algo preparado contra mi persona", escribe Diana Washington en el ep¨ªlogo de Cosecha de mujeres, fruto de seis a?os de investigaci¨®n sobre la estad¨ªstica macabra en la frontera norte de M¨¦xico. La periodista concluye que cabe hablar de "sacrificio" a la hora de describir los asesinatos de mujeres que, en su mayor¨ªa, eran mexicanas originarias de Ciudad Ju¨¢rez o del interior del pa¨ªs que llegaron en busca de trabajo en las maquiladoras (plantas de ensamblaje) o con la esperanza de cruzar la frontera hacia el norte. Maquiladoras y tr¨¢fico de drogas son los motores que manejan la econom¨ªa en esa ciudad.
Seg¨²n la investigaci¨®n de Diana Washington, de las m¨¢s de 430 mujeres asesinadas en Ciudad Ju¨¢rez entre 1993 y 2003, unas 130 fueron v¨ªctimas de asaltos sexuales. La periodista se?ala que ha agregado la palabra "feminicidio" a su vocabulario, y se declara convencida de que todos los cr¨ªmenes impunes en Ciudad Ju¨¢rez, cualquiera que sea el g¨¦nero y condici¨®n de la v¨ªctima, tienen la misma importancia. En su opini¨®n, la mayor¨ªa de asesinatos cometidos por los hombres en contra de las mujeres, sean familiares o desconocidas, se perpetran para demostrar el poder sobre la v¨ªctima. Son mensajes de dominio y poder, al igual que los enviados por los narcotraficantes y el crimen organizado a trav¨¦s de los sicarios.
El martes pasado un grupo de mujeres se concentr¨® frente a la sede del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, en Ciudad de M¨¦xico, para entregar una carta que reclama la intervenci¨®n de los organismos internacionales "dada la indiferencia o incapacidad del Gobierno mexicano" ante los sucesos en Ciudad Ju¨¢rez. El coordinador residente de la ONU, Thierry Lemaresquier, recibi¨® la carta y se?al¨® que ¨¦ste era el caso m¨¢s grave de impunidad del continente.
La respuesta m¨¢s estridente del Gobierno a la nueva oleada de cr¨ªmenes en diversos puntos de M¨¦xico ha sido del propio presidente, Vicente Fox, quien ha dicho que la culpa es del Congreso, concretamente de los partidos opositores PRI y PRD, por haber impedido el proyecto de ley sobre seguridad que el Ejecutivo remiti¨® hace un a?o, y que propone una reforma del Ministerio P¨²blico y de los cuerpos policiales.
La periodista Lydia Cacho ha puesto al descubierto en su libro Los demonios del Ed¨¦n una red internacional de pornograf¨ªa infantil que implica, entre otros, a Jean Succar Kuri, un pr¨®spero hotelero de Canc¨²n, nacido en L¨ªbano y actualmente preso en Dallas (Tejas) a la espera del juicio de extradici¨®n a M¨¦xico, y a Miguel ?ngel Yunes, subsecretario de Prevenci¨®n y Seguridad Ciudadana del Gobierno federal.
"Escribir o leer un libro sobre el abuso y el comercio de menores no es f¨¢cil ni agradable", escribe la periodista en la introducci¨®n. "Sin embargo, resulta m¨¢s peligroso guardar silencio sobre el fen¨®meno". Empez¨® a trabajar hace diez a?os con un grupo informal de mujeres, con el que pronto comprob¨® que el mayor problema del Estado de Quintana Roo era la violencia, y espec¨ªficamente la violencia contra las mujeres. "Hab¨ªa muy pocas cosas que las mujeres pod¨ªan hacer. La explotaci¨®n es impresionante", explica. "Por ejemplo, en los hoteles, hay muchas madres solteras y sin embargo no tienen guarder¨ªa ni proveen el servicio".
Chantaje a los hijos
Aquel grupo informal fue el embri¨®n del centro de atenci¨®n a mujeres v¨ªctimas de violencia que funciona en Canc¨²n desde hace dos a?os, y que atiende a unas 300 mujeres al d¨ªa. La segunda parte fue la apertura de un refugio por el que han pasado unas 70 mujeres con sus hijos. "A los ni?os los cambiamos de escuela para que el padre no los encuentre e intente secuestrarlos. Se han dado casos en que el padre utiliza a los hijos como chantaje para recuperar a la esposa", comenta la periodista.
La labor m¨¢s arriesgada es el rescate de mujeres amenazadas o v¨ªctimas de la violencia de sus maridos o compa?eros, "porque la polic¨ªa nunca llega a tiempo". Lydia Cacho explica que ha intervenido en "casos superfuertes" en los que ha tenido que enfrentar a sujetos muy peligrosos y bien armados. Hace una semana se recibi¨® una llamada en el centro. Era la voz de un ni?o. "Mi pap¨¢ tiene un machete y quiere matar a mi mam¨¢". Hab¨ªa o¨ªdo en la radio el n¨²mero de tel¨¦fono del centro y lo apunt¨®. "Llegamos a la casa en cuesti¨®n de minutos. El hombre todav¨ªa ten¨ªa el machete en la mano. Conseguimos desarmarlo y reducirlo".
Normalmente act¨²an en grupos de tres mujeres, que recibieron un curso de defensa personal y entrenamiento para desarmar sujetos violentos. "En algunos casos nos acompa?an polic¨ªas, pero no sirven de nada. No se atreven a entrar y se quedan en la puerta. S¨®lo intervienen cuando hemos logrado inmovilizar al agresor".
Son frecuentes las llamadas an¨®nimas al centro y la presencia de tipos armados merodeando por la calle. Lydia Cacho sufri¨® amenazas y persecuci¨®n de un narcotraficante cuya mujer estuvo protegida en el refugio. Le denunciaron ante la Procurador¨ªa (fiscal¨ªa) General de la Rep¨²blica (PGR), con informaci¨®n detallada sobre sus actividades delictivas, el cartel al que pertenec¨ªa, c¨®mo tra¨ªan la droga desde Colombia, c¨®mo la pasaban, la entregaban y qui¨¦n la compraba. "Pues bien, el expediente desapareci¨® misteriosamente. Estamos convencidas de que estos tipos tienen protecci¨®n del Estado". Las amenazas han disminuido, pero la periodista se desplaza por Canc¨²n con escolta. "Nunca he cre¨ªdo en eso", dice, pero las denuncias que ha hecho son muy graves y no puede confiarse.
El 'caso Succar Kuri'
EL CASO DE SUCCAR KURI sali¨® a la luz gracias al testimonio de dos de sus v¨ªctimas, dos ni?as que estuvieron refugiadas en el centro que dirige Lydia Cacho. El abusador pudo escapar a Estados Unidos, donde fue detenido. El proceso de extradici¨®n avanza a c¨¢mara lenta desde hace un a?o, porque el hotelero liban¨¦s tiene amigos influyentes que le protegen y que har¨¢n todo lo posible para que no sea entregado a M¨¦xico. Entre sus poderosos amigos en M¨¦xico destaca Kamel Nasif, tambi¨¦n de origen liban¨¦s y due?o de las grandes maquiladoras en M¨¦xico, Ciudad Ju¨¢rez, Chiapas y Puebla. Las denuncias de abusos a sus empleadas se cuentan por centenares, y el FBI lo tiene en el punto de mira.
Nadie sabe a ciencia cierta c¨®mo Succar Kuri hizo su fortuna, que incluye una mansi¨®n en Los ?ngeles, 60 villas en M¨¦xico y una flota de autos. En un v¨ªdeo grabado clandestinamente por agentes de la Fiscal¨ªa, admiti¨® los abusos que comet¨ªa a menores, concretamente las relaciones con una ni?a de 5 a?os. Pese a estas pruebas concluyentes, pudo huir a Estados Unidos en un vuelo comercial.
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