Ser mujer

Nunca tuve muy claro qu¨¦ era ser mujer. Sab¨ªa lo que significaba para m¨ª, pero me costaba entender qu¨¦ significaba para la sociedad y, sobre todo, qu¨¦ significaba para otras mujeres. Cuando me atrev¨ªa a preguntarlo -se supone que por el hecho de ser mujer una debe saber qu¨¦ es "ser mujer"- no siempre encontraba una respuesta donde pudiera reconocerme.

Si era la sociedad quien respond¨ªa, la imagen que me devolv¨ªa no siempre era muy amable, tampoco justa. Si eran otras mujeres, depend¨ªa. A veces, me encontraba con fragmentos de m¨ª en los ojos, en las manos o en la palabra de otras mujeres. Ese fue un importante descubrimiento que tengo que agradecer al feminismo. Me devolvi¨® algo que nunca debieron arrebatarme: el conocimiento de otras mujeres, el reconocimiento a las experiencias y a la sabidur¨ªa de las mujeres, una lectura cr¨ªtica y renovada de la sociedad y, sobre todo, la posibilidad de reconocer y reconocerme en las otras mujeres.

Para m¨ª signific¨® la posibilidad de saber que formaba parte de algo m¨¢s grande que yo y que ese algo, era yo misma. No pretendo un juego de palabras, pero resulta dif¨ªcil explicar los sentimientos que provoca esa sensaci¨®n de haber estado perdida y encontrarme. Y hacerlo en un mundo del que a menudo me siento extra?a, pero que es m¨ªo, no porque nadie me permita aprehenderlo sino porque es m¨ªo sin m¨¢s, porque as¨ª lo decidieron otras mujeres, de las cuales soy heredera.

Hace poco tuve la oportunidad de escuchar a Fina Birul¨¦s. Ella explic¨®, siguiendo a Hannah Arendt en su an¨¢lisis de la condici¨®n jud¨ªa, que ser mujer es un "presente pol¨ªtico". "Una determinada configuraci¨®n del mundo...". Es algo contingente, establecido.

No elegimos ser mujer, pero podemos decidir ser mujer de una determinada manera y en nuestra audacia ampliar las posibilidades de otras mujeres y, con ello, procurar que no se pierdan, que sepan siempre d¨®nde est¨¢n y que decidan su camino.