C¨¢rceles de cristal
De entre los m¨²ltiples defectos de la larga historia del sistema penitenciario en el mundo entero, no es el menor el de su opacidad. Lejos de hacer realidad las aspiraciones de todas las corrientes humanistas, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, los muros de las prisiones no han sido m¨¢s que contenedores de la expresi¨®n del conflicto social que se manifiesta a trav¨¦s del delito, entendido ¨¦ste en sus m¨¢s diversas tipificaciones de acuerdo con las cambiantes circunstancias de cada sociedad y la pervivencia de conductas que requieren el aislamiento temporal de quienes rompen las convenciones sociales.
Si los muros f¨ªsicos han aislado visualmente el interior de las prisiones, los muros mentales han sido a¨²n m¨¢s opacos a la hora de que la ciudadan¨ªa entendiera la funci¨®n social de la pol¨ªtica penitenciaria. A esta opacidad ha contribuido, de forma decidida, la clase pol¨ªtica que en esta materia, como no ha sucedido en ning¨²n otro ¨¢mbito, ha claudicado de cualquier intento de hacer pedagog¨ªa y de elaborar un discurso acorde con el pensamiento pol¨ªtico de cada una de las fuerzas para convertirse, por acci¨®n u omisi¨®n, en mera portavoz de una exigencia primitiva y sin l¨ªmite de endurecimiento de las penas y de aislamiento del delincuente. Aislamiento, eso s¨ª, alejado de cualquier lugar y de cualquier circunstancia, con lo cual se podr¨ªa llegar al falso desider¨¢tum de pasar de la opacidad a la total invisibilidad.
En el Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalu?a se pretende provocar una inflexi¨®n a esta situaci¨®n. La funci¨®n penitenciaria o es social o no es nada, y para que sea social lo primero que precisa es la corresponsabilizaci¨®n del conjunto de operadores que de una manera u otra intervienen en el sistema penal. Y el primero de estos operadores es la propia sociedad, que debe ser consciente de que los objetivos de la instituci¨®n penitenciaria, a saber, la rehabilitaci¨®n y reinserci¨®n de las personas privadas de libertad, no pueden ser asumidos ¨²nicamente por la acci¨®n de los poderes p¨²blicos. Su capacidad de intervenci¨®n no es suficientemente efectiva si no puede contar con la colaboraci¨®n de actores p¨²blicos y sociales (partidos pol¨ªticos, gobiernos locales, colectivos profesionales, entidades y ONG, empresarios, sindicatos, etc¨¦tera) que pueden contribuir enormemente en esas tareas de reeducaci¨®n y reinserci¨®n y, en consecuencia, favorecer la modificaci¨®n del discurso imperante sobre la percepci¨®n en materia de seguridad p¨²blica.
La acci¨®n penitenciaria se asocia, generalmente, a una percepci¨®n negativa por parte de la opini¨®n p¨²blica, que se extiende sobre los profesionales del sistema y sobre sus centros y equipamientos, y a su impacto en el entorno social en el que se insertan.
En este sentido, nos proponemos poner fin a determinados aspectos de opacidad del sistema penitenciario, opacidad que causa, cuando menos, dos efectos negativos: uno hacia el propio sistema afectado de una introspecci¨®n excesiva, y el otro en una proyecci¨®n hacia el exterior, que genera una imagen desdibujada y repleta de zonas oscuras, centradas exclusivamente en los aspectos m¨¢s negativos.
Se trata, en definitiva, de proyectar una imagen m¨¢s ajustada a la realidad que la que deriva de la ignorancia, el prejuicio o la deformaci¨®n interesada.
Para superar el actual estado de cosas, y para que se abandonen determinados estereotipos, es necesario ampliar el conocimiento de la realidad penitenciaria, de su dimensi¨®n social y de su contribuci¨®n a la protecci¨®n de los derechos de los ciudadanos y de la seguridad p¨²blica. Con este mejor conocimiento de todas las facetas de la funci¨®n penitenciaria tambi¨¦n ser¨¢ m¨¢s valorada la tarea de todos aquellos que se dedican a ella profesionalmente o en formas diversas de voluntariado y acci¨®n social.
En nuestro modelo apostamos, pues, por la transparencia del cristal con todos los efectos positivos que la visibilidad otorga a una instituci¨®n tradicionalmente cerrada como la penitenciaria, sin olvidar, en cambio, su enorme fragilidad, hecho que exige de todos, pero especialmente de aquellos con responsabilidades p¨²blicas y pol¨ªticas, y tambi¨¦n de los medios de comunicaci¨®n, la m¨¢xima sensibilidad y cautela a la hora de efectuar cualquier aproximaci¨®n o evaluaci¨®n.
Por todo esto, el Departamento de Justicia ha editado recientemente, y por vez primera, un bolet¨ªn estad¨ªstico http://www.gencat.net/justicia/departament/publicacions/publ_dig/index.htm con una periodicidad semestral y que nace con la vocaci¨®n de ofrecer una visi¨®n general del sistema penitenciario de Catalu?a al conjunto de la ciudadan¨ªa, a partir de la presentaci¨®n directa de los aspectos b¨¢sicos (n¨²mero de internos, permisos de salida, actividad educativa, trabajo penitenciario, aspectos medicosanitarios, quebrantamientos...) que caracterizan nuestro sistema.
Estos datos, que en unas ocasiones nos causar¨¢n inquietud, en otras confirmar¨¢n el acierto o fracaso de nuestra acci¨®n y previsiones, nos afianzar¨¢n en la l¨ªnea emprendida o nos aconsejar¨¢n la revisi¨®n de nuestras pol¨ªticas, y siempre nos permitir¨¢n una visi¨®n integral de la actividad penitenciaria y, en consecuencia, apreciar sus m¨²ltiples vertientes y muy especialmente ampliar horizontes valorativos m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos m¨¢s recurrentes.
En paralelo, estamos estudiando y desarrollando nuevas v¨ªas de difusi¨®n y explicaci¨®n de la misi¨®n y funci¨®n penitenciaria y profundizando -en el marco del proceso de elaboraci¨®n del reglamento penitenciario de Catalu?a- en los mecanismos de participaci¨®n e implicaci¨®n de la sociedad en los procesos de reinserci¨®n social.
Durante las pr¨®ximas semanas el Departamento de Justicia quisiera hacer p¨²blicos los emplazamientos de los centros penitenciarios que habr¨¢n de sumarse a los existentes o sustituir a los que de manera m¨¢s clamorosa representan lo que no deber¨ªan ser los establecimientos de reclusi¨®n de nuestra poblaci¨®n penada. Esperamos que la corresponsabilidad de todos permita no frustrar las necesidades que tiene nuestro sistema en este campo.
El llamamiento efectuado recientemente por el S¨ªndic de Greuges en el sentido de favorecer una mayor sensibilizaci¨®n ciudadana respecto de la necesidad de instalaci¨®n de determinados equipamientos de inter¨¦s p¨²blico (prisiones, centros de menores, etc¨¦tera) constituye una importante reflexi¨®n que a todos nos interpela.
Estamos convencidos de que ¨²nicamente a trav¨¦s del conocimiento de la realidad penitenciaria podremos avanzar hacia el fomento de un amplio di¨¢logo social que facilite los procesos de integraci¨®n de las personas adultas, j¨®venes y menores, sometidas a medidas de control penal.
Albert Batlle i Bastardas es secretario de Servicios Penitenciarios, Rehabilitaci¨®n y Justicia Juvenil.
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