Europa, en crisis
Por m¨¢s que se empe?en en negarlo casi todos los gobernantes de la Uni¨®n Europea, el rotundo no a la Constituci¨®n en el refer¨¦ndum franc¨¦s sume a ¨¦sta en una profunda crisis. El proyecto ha quedado mortalmente herido. Si los holandeses se suman ma?ana al rechazo, como aseguran los sondeos, Blair archivar¨¢ con toda probabilidad el refer¨¦ndum previsto para el a?o que viene, y entonces s¨ª que habr¨¢ que dar por fracasado este primer intento constitucional europeo. S¨®lo si los 24 socios restantes de la UE ratifican el tratado podr¨ªa Francia convocar de nuevo a su ciudadan¨ªa. Pero de poco sirve la pol¨ªtica del avestruz. Hay que reconocer la gravedad de la situaci¨®n y a la vez huir de las recriminaciones. La nueva situaci¨®n es fruto de las reglas de juego de la democracia. Ahora la ciudadan¨ªa europea espera de sus Gobiernos respuestas sin precipitaciones, pero ¨¦stas no deben limitarse a seguir adelante, como si nada hubiera pasado.
Si se suma este desastre a la incertidumbre que se ha abierto en Alemania con las elecciones anticipadas para el oto?o, ser¨¢ dif¨ªcil buscar una salida inmediata. El momento es complicado, cuando una Europa pol¨ªticamente unida es m¨¢s necesaria que nunca ante la acumulaci¨®n de zonas calientes en el planeta: Oriente Pr¨®ximo, Ir¨¢n, Corea del Norte. Ni siquiera Washington se puede alegrar de la crisis europea, pues, como dej¨® claro Bush en Bruselas el pasado febrero, tambi¨¦n EE UU necesita una UE fuerte.
Las negociaciones sobre el presupuesto comunitario para 2007-2013 no se pueden demorar en exceso ni convertirse en un puro enfrentamiento de intereses nacionales. Tampoco pueden aplazarse las decisiones sobre la econom¨ªa europea o los procesos de ampliaci¨®n en curso, aunque los anhelos de Turqu¨ªa han quedado seriamente trastocados tras lo acontecido el domingo. La idea de una "pausa" para reflexionar lanzada desde Londres no es del todo absurda, aunque est¨¦ hecha a la medida de los intereses brit¨¢nicos.
La Uni¨®n ha sufrido tantas crisis que es dif¨ªcil calificar a ¨¦sta como la m¨¢s grave. Pero est¨¢ entre las de mayor calado y es la primera que sufre la Europa de los 25. Los partidarios del s¨ª carecen de plan B y los defensores del no tampoco ofrecen alternativa. Pensar que el vigente Tratado de Niza sacar¨¢ del apuro a la Uni¨®n es enga?arse: se hizo la Constituci¨®n justamente porque se sab¨ªa que el arreglo de Niza reventar¨ªa con la ampliaci¨®n. En momentos cr¨ªticos como ¨¦ste es cuando se hace m¨¢s necesario un liderazgo pol¨ªtico europeo, algo por ahora inexistente.
La crisis francesa es una crisis europea. Dentro de Francia, el resultado agrava el divorcio entre la clase pol¨ªtica y los ciudadanos. El s¨ª s¨®lo ha ganado en el microcosmos de Par¨ªs y en algunas otras zonas donde impera la democracia cristiana. Chirac cambiar¨¢ hoy de primer ministro y de Gobierno, pero el problema es el propio presidente, que una vez m¨¢s se ha equivocado en el calendario de la consulta eligiendo el de su mayor impopularidad. Tampoco se ganar¨ªa mucho adelantando las presidenciales y legislativas, previstas para 2007, sobre todo con una oposici¨®n socialista que ha quedado seriamente fracturada por la consulta. El PS necesitar¨¢ un congreso extraordinario para aclarar sus ideas.
De momento ha ganado terreno Laurent Fabius, el gran impulsor del no, que ha traicionado la posici¨®n que adopt¨® su partido tras una consulta interna a finales del a?o pasado. Tambi¨¦n ha salido reforzada la extrema derecha de Le Pen y la extrema izquierda. La sociolog¨ªa del no presenta una amalgama heterog¨¦nea, con un fuerte componente de miedo, pero la mayor¨ªa se proclaman europe¨ªstas disconformes con el modelo que se ha dise?ado en la Constituci¨®n.
Zapatero, que gan¨® el refer¨¦ndum con dignidad, apost¨® valientemente por Chirac y por esa parte del socialismo franc¨¦s favorable a la Carta Magna europea. Ayer, el presidente del Gobierno fue cauto; quiz¨¢s demasiado fr¨ªo. Calificar lo ocurrido de "tropiezo" es en exceso timorato. En cuanto al PP, su reacci¨®n fue razonable, acorde con la l¨ªnea mantenida por el Partido Popular Europeo, defensor del tratado. Algunas voces del partido de Rajoy claman por romper de nuevo con el eje franco-alem¨¢n. Siguen sin entender que si Francia y Alemania no funcionan cada uno y como pareja, Europa tampoco avanzar¨¢. Hay que trabajar por esta recomposici¨®n.
Lo ocurrido es muy negativo para una construcci¨®n europea que quiz¨¢s ha hecho muchas cosas en poco tiempo, desde el euro a la ¨²ltima ampliaci¨®n. La consulta francesa muestra una preocupante oposici¨®n de los m¨¢s j¨®venes. ?stos son la Europa del ma?ana, a los que hay que ofrecer un proyecto atractivo. Y para construirlo se necesita una reflexi¨®n colectiva a fondo.
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