En la puta calle
En la puta calle es el t¨ªtulo de una pel¨ªcula de Enrique Gabriel que se estren¨® en 1997 con muy buenas cr¨ªticas ("honesta, inteligente, clara, directa como un pu?etazo", se dijo en este peri¨®dico). Su distribuidor, Francisco Hoyos, no ha conseguido a¨²n que se exhiba en ninguna televisi¨®n en abierto, y al parecer no va a ocurrir jam¨¢s. Tampoco veremos las del griego Theo Angelopoulos -La eternidad y un d¨ªa, La mirada de Ulises...- multipremiadas en el Festival de Cannes. Ni La anguila, de Imamura, Palma de Oro. Ni siquiera veremos Dioses y monstruos, en la que Bill Condon repas¨® los ¨²ltimos d¨ªas de la vida de James Whale, el m¨ªtico director de Frankenstein, con la que Condon obtuvo 30 premios en festivales internacionales, un Globo de Oro y un Oscar de Hollywood... Las televisiones, ni siquiera la estatal, no parecen estar dispuestas a ense?arnos estas afamadas pel¨ªculas. Eso s¨ª: env¨ªan a sus cronistas a informar sobre los festivales cinematogr¨¢ficos para luego desde?ar las pel¨ªculas que en ellos se premian...
?Qu¨¦ pueden hacer los arriesgados distribuidores de estas pel¨ªculas si no hay pol¨ªtica cultural que les apoye? Irremediablemente, irse al garete. Eso le ha sucedido esta semana a Francisco Hoyos, un hombre que nos trajo a Espa?a pel¨ªculas por las que nadie daba entonces un duro, como la francesa en verso Cyrano de Bergerac, los primeros filmes de Emir Kusturica, Jane Campion, Jean-Pierre Jeunet, Lars von Trier... que luego ganaron oscars, palmas de oro, premios europeos, y que hoy son de visita obligada en los mejores festivales.
A Paco Hoyos (Framax Films) le comenzaron a ir mal las cosas cuando las televisiones decidieron dar la espalda a este tipo de pel¨ªculas o cuando dejaron de cumplir compromisos apalabrados. A Paco Hoyos han acabado ech¨¢ndole de su propia casa. En la puta calle, pues, con muebles y enseres, mujer y dos ni?os, sin que sus colegas hayan hecho pi?a con ¨¦l. Seguramente estar¨¢n poniendo sus barbas a remojar...
Distribuidores
Los distribuidores independientes vienen quej¨¢ndose desde hace a?os por lo dif¨ªcil que les resulta colocar sus pel¨ªculas en las televisiones. ?stas prefieren programas que compitan con la basura de las dem¨¢s. Todo sea por una audiencia masiva.
Por su parte, los due?os de las salas de cine han hecho p¨²blico esta semana que las compa?¨ªas cinematogr¨¢ficas multinacionales les vienen obligando a proyectar pel¨ªculas menores si quieren poner en sus cines alguna de las pel¨ªculas grandes; este cambalache se conoce de toda la vida como "el lote". Es de suponer que las compa?¨ªas americanas utilizan el mismo sistema con las televisiones. Es decir, que podr¨ªamos ver f¨¢cilmente en nuestras casas pel¨ªculas como En la puta calle si los americanos las incluyeran en sus lotes, pero ni hablar del peluqu¨ªn si vienen ofrecidas por un pobre distribuidor sin posibles que s¨®lo tiene en sus listas pel¨ªculas bien premiadas. Esto no tiene pies ni cabeza.
Han dejado que Hoyos se vea en la calle sin remisi¨®n, y han impedido que veamos las pel¨ªculas que ¨¦l y otros intr¨¦pidos distribuidores compraron con criterio en festivales. Estamos locos.
Babelia
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