Hacia la Espa?a plural: la v¨ªa valenciana
El PSPV-PSOE y el PP firmamos, el pasado 29 de mayo en la sede de las Cortes Valencianas, el acuerdo para la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa de la Comunidad Valenciana. Con toda seguridad, y despu¨¦s del debido procedimiento parlamentario auton¨®mico, ser¨¢ el primer proyecto de reforma estatutaria que se presentar¨¢ en el Congreso de los Diputados. Con ese acto, los valencianos nos hemos comprometido con la consolidaci¨®n de la Espa?a plural que, dise?ada en la Constituci¨®n de 1978, resulta a d¨ªa de hoy todav¨ªa inacabada.
No es balad¨ª el aserto anterior. En estos 25 a?os la organizaci¨®n territorial del Estado nacida del consenso de la transici¨®n ha sido eficaz para acercar el poder al pueblo y zanjar las seculares disputas por la distribuci¨®n del poder entre el centro y la periferia de Espa?a. La fecha constitucional de 1978 signific¨® un punto final pero, tambi¨¦n, un punto de partida en la construcci¨®n del Estado. Pero quedaron muchas cosas por hacer y, en estos a?os, han surgido otras nuevas.
Veinticinco a?os despu¨¦s, es imprescindible caminar hacia f¨®rmulas de coordinaci¨®n multilaterales
Entonces no pod¨ªamos saber, por ejemplo, cu¨¢ntas comunidades aut¨®nomas ser¨ªamos; hoy ya lo sabemos y, por esta raz¨®n, debemos estar todas reconocidas en la Constituci¨®n. Tampoco sab¨ªamos qu¨¦ necesidades financieras tendr¨ªan las comunidades aut¨®nomas; hoy ya sabemos que hacen falta m¨¢s medios para asegurar el autogobierno. Tampoco est¨¢bamos en la Uni¨®n Europea, y hoy sus decisiones afectan directamente a los ¨¢mbitos de gobierno de las comunidades aut¨®nomas. Tampoco supimos darle al Senado su verdadera funci¨®n como sede constitucional donde dirimir los contenciosos y coordinar la organizaci¨®n territorial del Estado. Y menos pod¨ªamos sospechar que el peso de las principales pol¨ªticas del Estado del bienestar iba a recaer sobre los gobiernos auton¨®micos que ahora tienen la obligaci¨®n a?adida de dar respuesta a nuevas demandas y necesidades de los ciudadanos.
Por desgracia, hemos perdido un tiempo precioso en abordar las tareas pendientes. Durante ocho a?os, el Partido Popular se empe?¨® en hacernos creer que completar nuestra arquitectura constitucional era romper Espa?a. Hab¨ªa que dejar las cosas como estaban, dec¨ªa. Hoy lo sigue pensando. Sostiene que nuestro tiempo se asemeja al de hace m¨¢s de cien a?os cuando Espa?a se estremeci¨® por la p¨¦rdida de su imperio de ultramar. ?Qu¨¦ p¨¦rdida puede haber por reconocer que Espa?a se construye a partir de su pluralidad y del autogobierno de los pueblos que la componen? El Partido Popular sigue pensando Espa?a con los par¨¢metros del siglo XIX, cuando hoy en d¨ªa los pa¨ªses m¨¢s desarrollados del mundo se asientan sobre instituciones pol¨ªticas a distintos niveles para la gesti¨®n de competencias que se atribuyen seg¨²n el principio de subsidiaridad, ?o no es ¨¦se el principio que rige las relaciones del Estado con las autonom¨ªas y con la Uni¨®n Europea?
Las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, sin embargo, han significado un revulsivo para nuestro pa¨ªs. La victoria socialista ha supuesto el advenimiento de nuevas oportunidades de cambio en Espa?a despu¨¦s de un tiempo cansino. En pocas palabras, si queremos que el Estado auton¨®mico funcione adecuadamente y que se reduzcan las tensiones territoriales, tenemos que consolidar plenamente un modelo de Estado basado en el autonomismo cooperativo, solidario y plural avanzado. Es necesario que el Gobierno central y los gobiernos de las autonom¨ªas establezcan mecanismos de colaboraci¨®n estable y regular en el mayor n¨²mero posible de materias, y naturalmente en todas aquellas competencias que son compartidas, como ocurre en pa¨ªses con una estructura del poder territorial similar, como Estados Unidos, Alemania o B¨¦lgica.
Con ese objetivo es preciso, pues, abordar una reforma profunda del Senado que lo convierta en c¨¢mara de representaci¨®n de las instituciones auton¨®micas y le dote del sentido constitucional que actualmente no tiene. Y debemos hacer posible que la Conferencia de Presidentes de las comunidades aut¨®nomas se institucionalice. Que en el proceso de establecimiento de la legislaci¨®n b¨¢sica del Estado, el Gobierno central consulte previamente a los gobiernos aut¨®nomos. O que se d¨¦ estabilidad a las conferencias sectoriales para tratar materias sobre competencias compartidas entre el Gobierno central y las autonom¨ªas tanto en el ¨¢mbito espa?ol como en el europeo. Es necesario, en definitiva, m¨¢s cooperaci¨®n y m¨¢s visi¨®n de conjunto del modelo de estado auton¨®mico, sin tentaciones neocentralistas ni competencias de autogobierno entendidas como privilegio.
El PSPV-PSOE, como el resto de los valencianos, hemos querido hacer efectivo en la Comunidad Valenciana ese proceso de reformas que impulsa el Gobierno de Espa?a dirigido por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero desde el pasado 14 de marzo. Y lo hemos hecho bajo cuatro criterios: el primero, suscribir un amplio compromiso pol¨ªtico de las fuerzas pol¨ªticas mayoritarias, en el que el PP de la Comunidad Valenciana dejara de lado las consignas de su partido en Espa?a y priorizara los intereses del pueblo valenciano; el segundo, implicar al m¨¢ximo de organizaciones y representantes de nuestra sociedad civil, escuchando todas sus propuestas; el tercero, servir los intereses de todos los valencianos ampliando y mejorando sus derechos sociales, c¨ªvicos y pol¨ªticos; y, cuarto, cerrar un contencioso hist¨®rico, la deuda pendiente de 1982 cuando el golpe del 23-F y sus consecuencias impidieron a los valencianos transitar por la v¨ªa del art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n.
Esos son los criterios que definen lo que ya se viene en llamar la "v¨ªa valenciana": un amplio consenso, pol¨ªtico y c¨ªvico; una segura apuesta por los derechos de las personas, por los nuevos derechos sociales; y el cierre del contencioso hist¨®rico hasta donde el compromiso pol¨ªtico d¨¦ de s¨ª. Estos son los tres principios que han conducido a la elaboraci¨®n de la propuesta de reforma de nuestro Estatuto de Autonom¨ªa. Adem¨¢s, estoy convencido de que la forma en que se ha logrado el acuerdo ser¨¢ el camino que seguir¨¢n el resto de comunidades aut¨®nomas, aunque el contenido de nuestro acuerdo sea o no trasladable en su integridad. Para los socialistas cada autonom¨ªa ha de encontrar su propio camino en la edificaci¨®n de la Espa?a plural. Pero con una idea compartida: en una organizaci¨®n territorial del poder como la nuestra, cooperativa y federalizante, no caben distintos niveles de autogobierno, ni privilegios injustificados. S¨®lo el ejercicio de la autonom¨ªa en el marco de la Constituci¨®n puede legitimar pol¨ªticas diferenciadas en cada comunidad aut¨®noma.
Por eso, consideramos tambi¨¦n que, como en todos los sistemas pol¨ªticos con una distribuci¨®n del poder territorial similar al espa?ol, hay que superar el bilateralismo en las relaciones entre el Gobierno central y las comunidades aut¨®nomas individualmente consideradas. Veinticinco a?os despu¨¦s resulta imprescindible caminar hacia f¨®rmulas multilaterales de coordinaci¨®n y entendimiento entre la Administraci¨®n Central del Estado y las comunidades aut¨®nomas. Y es que con demasiada frecuencia tendemos a mirar a Espa?a como una realidad donde existe una instituci¨®n que llamamos el Estado, con may¨²sculas, y otra que ser¨ªan las autonom¨ªas, con min¨²sculas. No hay may¨²sculas ni min¨²sculas; no hay subordinaci¨®n; hay competencias y responsabilidades diversas; y, m¨¢s a¨²n, la inmensa mayor¨ªa de las competencias del Gobierno central y de las autonom¨ªas recaen sobre las mismas materias en diferentes fases del desarrollo de las pol¨ªticas p¨²blicas. Este hecho nos obliga a colaborar a todos, Gobierno central y autonom¨ªas, y todav¨ªa nos obligar¨¢ m¨¢s en el futuro si queremos que el Estado auton¨®mico, que es nuestra peculiar organizaci¨®n del Estado, funcione y funcione bien.
?ste es el reto que iniciamos ahora. Es un desaf¨ªo para construir un pa¨ªs mejor, m¨¢s solidario y con m¨¢s cotas de bienestar. Es el desaf¨ªo, a poco que nos situemos en la historia reciente de este pa¨ªs, que bien podr¨ªa calificarse como una nueva transici¨®n hacia la plena consolidaci¨®n del Estado del bienestar. Si en los veinticinco a?os anteriores, la democracia presidi¨® la pir¨¢mide de la acci¨®n pol¨ªtica, en esta nueva situaci¨®n queremos m¨¢s democracia pol¨ªtica, pero tambi¨¦n territorial; queremos m¨¢s estado del bienestar, pero mejor distribuido. En definitiva, los valencianos -y ah¨ª s¨ª que lo reivindicamos con todo derecho- queremos ser ejemplo de una Espa?a que transita ya hacia un modelo territorial m¨¢s plural, m¨¢s cooperativo, m¨¢s solidario.
El autor defiende la necesidad de una nueva
arquitectura del Estado auton¨®mico y augura
que el resto de las comunidades seguir¨¢ el
camino del acuerdo, como en la valenciana.
Joan Ignasi Pl¨¤ i Dur¨¤ es secretario general del Partit Socialista del Pa¨ªs Valenci¨¤-PSOE.
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