La fuerza escrita del velero
Como el artillero mayor Peyrol, protagonista de su novela The Rover, Joseph Conrad desembarc¨® un d¨ªa dando por terminadas sus aventuras en el mar. A Peyrol, que s¨®lo deseaba disfrutar de la tranquilidad de un retiro junto al mar, bien cubierto por un dinero obtenido de sus correr¨ªas como "hermano de la costa", le aguardaba, justamente donde hab¨ªa decidido retirarse, una ¨²ltima e inesperada aventura en el mar; a Conrad, en cambio, le aguardaba una aventura literaria que le convirti¨® en uno de los mayores novelistas de la historia de la literatura. El espejo del mar es uno de esos libros tocados por la gracia de la perfecci¨®n. No es una novela sino un conjunto de textos acerca de la vida en el mar, escrito en un estilo alto con una tal belleza que a cualquiera que ame la escritura ha de dejarlo anonadado y exultante a la vez. El libro se fue escribiendo durante la gestaci¨®n de Nostromo; los cap¨ªtulos de que consta fueron publicados como art¨ªculos en revistas antes de aparecer en forma de libro.
EL ESPEJO DEL MAR
Joseph Conrad
Traducci¨®n de Javier Mar¨ªas
Reino de Redonda
Madrid, 2005
384 p¨¢ginas. 19,50 euros
Hay en todos ellos una suave constante. El libro est¨¢ escrito en tierra por alguien que echa su mirada al mar, que ha sido el escenario de su juventud y de su primera madurez. Conrad naveg¨® en la ¨¦poca de los veleros mercantes y cuando vuelve sus ojos al mar de su experiencia recuerda su oficio, pero no deja de mirar hacia delante. Esa mirada topa necesariamente con una nueva forma de navegaci¨®n que se va imponiendo, la de los barcos de vapor. En la inevitable confrontaci¨®n, la aventura se ci?e a los primeros y tambi¨¦n a la relaci¨®n de intimidad entre marinero y nave. "El moderno buque de vapor avanza, por un mar tranquilo y ensombrecido, con un palpitante tremor de su armaz¨®n (...) con un ritmo machac¨®n y denso en su progreso y el regular latido de su h¨¦lice, cuyo sonido augusto y laborioso se oye por la noche en la distancia como la marcha de un futuro inevitable. Pero, en medio de un temporal, la silenciosa maquinaria de un velero (cabos, palos, velamen) no s¨®lo captaba la fuerza, sino la voz salvaje y exultante del alma del mundo".
Esa idea de que el velero parece extraer su fuerza del alma misma del mundo est¨¢ presente a lo largo del libro y as¨ª es como se habla en ¨¦l del barco, del marino y del mar. Hay una intimidad orgullosa y desafiante en la relaci¨®n del marino con su barco y el verdadero marino, para Conrad, siempre coloca el amor al oficio por delante de la gloria del triunfo, en actitud semejante a la del verdadero escritor ante la eficiencia y el ¨¦xito. El futuro, el barco de vapor, aparece claro ante sus ojos, pero es un futuro que ¨¦l ya no desea y lo contempla desde tierra; ese futuro ha acabado con su vida en el mar; por eso escribe.Ve c¨®mo, en un sentido amplio, "una incorregible humanidad va endureciendo su coraz¨®n en el progreso de su propia perfeccionabilidad". El coraz¨®n de los nav¨ªos es ya un coraz¨®n de hierro sordo y constante que carece de sentimientos.
Porque un barco velero es para Conrad una criatura viva y este libro trata de su relaci¨®n con esas criaturas, con las gentes que lo gobiernan y con un mar que, como cuenta en un precioso art¨ªculo, un d¨ªa le descubre que su caracter¨ªstica es la falta de generosidad, la traici¨®n, la crueldad, lo que deja solos e indisolublemente unidos al barco y al marino. De eso habla este libro que, en realidad, trata de la vida y de la muerte. El lector hallar¨¢ cap¨ªtulos a cual m¨¢s admirables, pues es un libro que debe leerse con tiempo y calma. Hallar¨¢ el relato de la vivencia de un guarda nocturno sobre el barco y el puerto y percibir¨¢ c¨®mo "los humores nocturnos de la ciudad descend¨ªan desde la calle hasta la orilla durante los tranquilos cuartos de la noche"; vivir¨¢ las primeras experiencias del joven Conrad en El Tremolino, el barco fletado con tres amigos con el que se dedica al contrabando a favor de la causa carlista ante las costas espa?olas; entender¨¢ por qu¨¦ llama al Mediterr¨¢neo el mar de las aventuras cl¨¢sicas; descubrir¨¢ asombrado las relaciones entre el ancla y el lenguaje y, en definitiva, sentir¨¢ con su autor por qu¨¦ "el placer de ver una embarcaci¨®n peque?a navegar por entre las grandes olas, es cosa que no ofrece duda para aquel cuya alma no tiene morada en tierra".
E incluso leer¨¢ una referencia al Quijote cargada de sentido: "Nosotros, comunes mortales con un alma mediocre que no desea sino tomar a malvados gigantes por honrados molinos de vientos, recibimos las aventuras como ¨¢ngeles visitantes". En esta posici¨®n real, el libro ser¨¢ para muchos una incitaci¨®n a la aventura, no a la aventura que se busca sino a aqu¨¦lla a la que, al pasar a nuestro lado, nos incorporamos con la experiencia; para otros, ser¨¢ el destello de "nuestras verdaderas aventuras, de los inesperados hu¨¦spedes recibidos un d¨ªa imprevistamente en nuestra juventud". Conrad confiesa que, habi¨¦ndole dado ya la espalda al mar, alumbra estas pocas p¨¢ginas en el crep¨²sculo en busca de alguien paciente dispuesto a escuchar. ?ste es uno de los libros m¨¢s bellos que se han escrito nunca, un acto de amor, un libro para los privilegiados que quieran aventurarse a leer de verdad, por amor a la palabra y a la vida.
Un aparte sobre la traducci¨®n. A Javier Mar¨ªas se le deben tres magistrales traducciones en prosa del ingl¨¦s al castellano: Tristam Shandy, de Laurence Sterne; Religio Medici, de Thomas Browne, y este Espejo del mar. Se presenta ahora este ¨²ltimo como nueva traducci¨®n, pero he de decir que la primera era tan buena que lo que ha hecho realmente es ganar en precisi¨®n aqu¨ª y all¨¢ (por ejemplo: de "en ning¨²n sitio se hunden en el pasado los d¨ªas (...) m¨¢s r¨¢pidamente que en el mar" hemos pasado a sustituir "hunden" por "sumergen", m¨¢s preciso y sugerente en relaci¨®n con la referencia marina). Lo cierto es que no se puede mejorar mucho m¨¢s. Los tres libros mencionados tienen en com¨²n el trasladar un estilo insuperable en su origen a nuestra lengua, lo que nos deja en deuda con tan logrado esfuerzo.
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