Liderar el 's¨ª' a la Constituci¨®n europea
El no mayoritario de la ciudadan¨ªa francesa y holandesa a la Constituci¨®n europea no es un s¨ª a otro proyecto diferente. En consecuencia, no contiene una alternativa que pueda ser una soluci¨®n de futuro. Todos los an¨¢lisis y encuestas coinciden en se?alar que en esos noes convergen diferentes mensajes, malestares, temores y propuestas, muchas de ellas contradictorias. En ese sufragio del rechazo hay pues de todo; antieurope¨ªsmo declarado y la pretensi¨®n de m¨¢s Europa; ansia de castigo a Chirac y desautorizaci¨®n de una clase pol¨ªtica desgastada que no escucha a los ciudadanos; temores al paro, a los emigrantes, a la ampliaci¨®n... A los votantes de izquierda que han dicho no, habr¨ªa que preguntarles: ?una Europa m¨¢s social con Sarkozi y Fabius de l¨ªderes, la Merkel en Alemania y el repudio de los emigrantes? ?Es que es posible continuar en el siglo XXI con la cultura permanente del no sin alternativa, que practica cierta izquierda, cuando lo que la gente exige son propuestas en positivo que resuelvan sus problemas? Seamos serios. El varapalo franc¨¦s y holand¨¦s no alumbrar¨¢ una UE m¨¢s inclinada a lo social. Es el ¨¦xito, esperemos que moment¨¢neo, de los que desean el descarrilamiento del proyecto pol¨ªtico de Europa, que ya lo dan por hecho antes de acabar el proceso. El triunfo de los que quieren m¨¢s mercado y menos pol¨ªtica, m¨¢s atlantismo y menos autonom¨ªa. Es una ingenuidad pensar que este voto de protesta lo puede liderar una izquierda que sale partida en pedazos del referendo y que ha sido, por desgracia, en la parte que lidera Fabius, la principal responsable de que ¨¦ste se pierda en Francia. El debate y el resultado de la consulta francesa, as¨ª como los recientes desenlaces electorales en Alemania e Inglaterra denotan una notable crisis en sectores determinantes de la socialdemocracia europea, que conviene analizar con rigor. La cuesti¨®n no es hoy capitalismo s¨ª o capitalismo no, sino qu¨¦ tipo de democracia pol¨ªtica y social deseamos construir en Europa que sea capaz de influir en la soluci¨®n de los problemas globales. El debate real entre la derecha y la izquierda, aunque no se explicite, es sobre la concepci¨®n de la democracia, esto es sobre el contenido de la idea de ciudadan¨ªa. Por eso es tan trascendental la aprobaci¨®n o no de la Constituci¨®n europea, porque se trata de dar, por primera vez, un paso significativo en esa direcci¨®n -la Constituci¨®n es, sobre todo, pasar de la ciudadan¨ªa ¨²nica del Estado-naci¨®n a la ciudadan¨ªa europea compartida- o quedar estancados que es, en las actuales circunstancias, tanto como retroceder. Porque la Uni¨®n actual, con la moneda ¨²nica, ya no se sostiene sin proyecto pol¨ªtico com¨²n, ya que, de lo contrario, adem¨¢s de no influir en el espacio global, Europa corre serio riesgo de regresar a las peleas econ¨®micas entre las naciones que la forman.
Ahora bien, qu¨¦ hacer cuando la mayor¨ªa de franceses y holandeses han dicho que no. ?Se puede frenar el proceso de ratificaci¨®n en curso? ?Es realista pensar en una renegociaci¨®n del Tratado constitucional? El dar por concluido el proceso de ratificaci¨®n ser¨ªa, a nuestro entender, un acto contrario al esp¨ªritu y la letra (art¨ªculo IV-447) del Tratado, una acci¨®n antidemocr¨¢tica y una burla para aquellos pa¨ªses que ya han aprobado el texto constitucional, ya sea por v¨ªa parlamentaria o por medio de referendo, que es el caso de Espa?a. De esta suerte, la peor de todas las hip¨®tesis ser¨ªa la decisi¨®n de truncar el curso de las ratificaciones, pues aparte de que no resuelve ning¨²n problema, ser¨ªa tanto como reconocer que hay pa¨ªses que cuentan m¨¢s que otros, ciudadanos de primera y de segunda y, adem¨¢s, sentar un precedente letal para el futuro de la Uni¨®n, pues no se podr¨ªa volver a pedir el voto a ning¨²n ciudadano de un pa¨ªs que no perteneciera a los considerados "imprescindibles". La idea de que se puede renegociar alg¨²n aspecto del Tratado para hacerlo m¨¢s digerible a la ciudadan¨ªa de los pa¨ªses del no es, en este momento, irreal, absurda y contradictoria. Porque renegociar, ?qu¨¦ contenidos y en qu¨¦ direcci¨®n? ?Acaso el no de los franceses tiene el mismo significado que el de los holandeses o, en su caso, el de los ingleses o polacos? No nos damos cuenta de que si modificamos la Constituci¨®n para dar satisfacci¨®n a los que han votado negativamente tendr¨ªamos que repetir la ratificaci¨®n en los pa¨ªses que la han aprobado ya, en el caso de Espa?a, mediante un nuevo referendo. Y si entonces alguno de estos pa¨ªses rechaza el nuevo Tratado ?qu¨¦ hacemos? Volvemos a negociar y as¨ª hasta el infinito o acabar¨ªamos -iron¨ªas del destino- en el mismo texto que tenemos ahora, que es el que hizo el consenso.
El ¨²nico camino sensato y acorde con lo pactado en su d¨ªa es seguir con el proceso de ratificaciones, pues todos los pa¨ªses tienen el deber y el derecho de aprobar o no el texto constitucional mediante los mecanismos que tengan establecidos. En noviembre de 2006, el Consejo Europeo deber¨¢ examinar el resultado y tomar las decisiones que procedan de acuerdo con la voluntad mayoritaria de los pueblos europeos y con criterios de firmeza en los objetivos y flexibilidad en los tiempos. Y entonces, no ser¨¢ lo mismo que los pa¨ªses del no sean cinco, o sean diez o tres. No es la primera vez que en la Uni¨®n pa¨ªses que en un principio se quedaron fuera luego volvieron a votar en sentido afirmativo. Al d¨ªa de hoy, la afirmaci¨®n que hacen algunos de que sin Francia, Holanda, Inglaterra y, en su caso, Polonia, no es posible construir la UE, es una reflexi¨®n-trampa que no conduce a ninguna parte si es pretexto para la par¨¢lisis. En el fondo, lo que se est¨¢ queriendo decir es que esta Constituci¨®n no vale, como si hubiera una alternativa real a la misma. Ya sabemos que sin esos pa¨ªses no se puede construir la uni¨®n pol¨ªtica de Europa. Pero lo que no se puede hacer es tirar la toalla y dar la batalla por perdida cuando hay una mayor¨ªa de pa¨ªses y de ciudadanos que est¨¢n a favor de la Constituci¨®n. Por el contrario, lo que tiene que hacer Espa?a y otros Estados es liderar el s¨ª a la Constituci¨®n y ayudar a crear las condiciones para que los que hoy han rechazado el texto en el futuro lo puedan aprobar. Lo que no se puede es abordar una empresa tan ardua como la construcci¨®n pol¨ªtica de Europa, con tan poderosos adversarios, con dirigentes pol¨ªticos que al primer contratiempo serio les tiemblan las piernas y s¨®lo piensan en la retirada.
En 2006, el Consejo Europeo deber¨¢ establecer un calendario final. En realidad, la parte institucional de la Constituci¨®n no puede entrar en vigor antes de 2009, coincidiendo con las elecciones al Parlamento Europeo. Ese es el tiempo pol¨ªtico razonable que tenemos para encontrar un nuevo consenso sobre el texto aprobado por todos los gobiernos y por la mayor¨ªa de los ciudadanos, permitiendo as¨ª a Francia, Holanda y otros pa¨ªses con dificultades unirse, en el futuro, al tronco com¨²n.
En nuestra opini¨®n, el rechazo de un parte de las poblaciones al Tratado no es tanto a la Constituci¨®n en s¨ª misma -pues dentro de ella se podr¨¢n desarrollar diferentes programas m¨¢s o menos sociales- sino a las actuales pol¨ªticas que se practican en la mayor¨ªa de los Estados europeos, que los ciudadanos juzgan alejadas de sus aspiraciones. As¨ª, la Constituci¨®n se ha convertido, en ciertos pa¨ªses, en la cabeza de turco de todos los malestares, entre otras razones porque los propios gobiernos, en demasiadas ocasiones, han convertido a la Uni¨®n en responsable de sus propias incapacidades. Por lo tanto, la cuesti¨®n no es interrumpir el proceso de ratificaci¨®n de la Constituci¨®n, que debe continuar, sino escuchar con atenci¨®n los mensajes de los ciudadanos y orientar las pol¨ªticas en la direcci¨®n que desea la mayor¨ªa. La UE no puede permanecer de brazos cruzados durante el periodo de ratificaci¨®n hasta noviembre de 2006. Debe, por el contrario, articular pol¨ªticas que permitan recuperar el crecimiento econ¨®mico, atacar el desempleo y dar garant¨ªas de pervivencia al modelo social que los europeos hemos construido y deseamos conservar. Si logramos estos objetivos, es muy probable que, en un tiempo pol¨ªticamente ¨²til, los pa¨ªses que hoy han dicho no puedan reconsiderar su posici¨®n.
Ese es el mensaje que los l¨ªderes y las instituciones europeos deber¨ªan hacer llegar a los ciudadanos. La Constituci¨®n es la principal referencia en positivo hacia el futuro de Europa. No hay alternativa a la misma.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas. Diego L¨®pez Garrido es secretario general del Grupo Parlamentario del PSOE y miembro de la Convenci¨®n Europea. Carlos Carnero es eurodiputado socialista, miembro de la Comisi¨®n de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo y de la Convenci¨®n Europea.
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