El ombligo de Andaluc¨ªa
La autora recorre Antequera, tierra que guarda el poso de todos sus moradores y en la que se funden historia y modernidad
Antequera es el ombligo de Andaluc¨ªa, y al amanecer, adormecida sobre el vientre verde de la vega, velada por la neblina, rodeada por picachos de roca caliza, da la impresi¨®n de estar emergiendo de un ba?o turco. El sol no sale por Antequera, pero resbala por su blanca figura de un modo especial, ti?endo hasta el aire de dorado al chocar con cada accidente: la torre de la alcazaba; los campanarios de las innumerables iglesias; el t¨²mulo de tierra albariza que cubre el dolmen de Menga, testigo del largo romance de la humanidad con ciertos lugares privilegiados.
Los d¨®lmenes, monumentos construidos cuando el hombre se reg¨ªa por el Sol, deber¨ªan estar abiertos a la visita desde el primer rayo de luz. Las construcciones megal¨ªticas transmiten una energ¨ªa especial a esa hora, pero desgraciadamente los d¨®lmenes de Menga, Viera y El Romeral s¨®lo se pueden visitar entre las 10.00 y las 17.30. El Torcal, otro capricho p¨¦treo (esta vez de la naturaleza), es otra buena opci¨®n para ver nacer el d¨ªa, pero yo, que vengo por autov¨ªa desde M¨¢laga entre curvas y montes a¨²n espectrales bajo la luna en retirada, prefiero recibirlo en una venta de carretera delante de un mollete tostado con aceite y ajo.
El mollete es un pan tierno, aplanado y de poca cocci¨®n, blanqu¨ªsimo y de forma ovalada. Un pan de herencia ¨¢rabe, como el trazado de la vieja medina amurallada de lo que fue la Antaqira almor¨¢vide; aunque Antequera, que ha tenido muchas vidas, fue a partir del siglo XV tierra prometida de cristianos viejos. El mollete permaneci¨®, igual que los olivos, introducidos por los romanos cuando la ciudad se llamaba Antikaria. Estos arbolillos de hoja plateada dan la aceituna hojiblanca, cuyo aceite amarillo y acariciante a¨²n es oro para la econom¨ªa de los pueblos de la campi?a.
El acceso desde la carretera N-331 hasta los d¨®lmenes atraviesa un moderno pol¨ªgono industrial que de una visita a otra se extiende como un derrame, porque, adem¨¢s de la condici¨®n industriosa de los antequeranos, el hecho de estar en medio de la encrucijada de todos los caminos del Sur hace que las empresas acudan como moscas a la miel.
Tal vez porque el progreso ha invadido todo, internarse en el angosto pasillo que lleva a las b¨®vedas circulares de enterramientos del dolmen de El Romeral es como volver al ¨²tero de la Tierra y asistir al parto de la cultura. Algo deb¨ªa de tener de especial el ¨¢rea de apenas tres kil¨®metros en que se concentran los tres monumentos funerarios, levantados entre el 5800 y el 4500 antes de Cristo, para que los hombres prehist¨®ricos la escogieran para el reposo de sus muertos.
Viera y Menga (el m¨¢s espectacular de los tres d¨®lmenes) est¨¢n a escasos 70 metros el uno del otro, y son d¨®lmenes de corredor, aunque la magnitud y anchura del de Menga, reforzado en el centro por enormes sillares a modo de columnas, lo convierte en el m¨¢s famoso de los tres. Est¨¢ considerado uno de los mejores ejemplos de arquitectura megal¨ªtica en Europa, y, si se piensa que la caliza de la que est¨¢n hechos se extrajo de paredes rocosas situadas a varios kil¨®metros, su construcci¨®n se antoja tan sobrehumana como la de las pir¨¢mides de Egipto.
Los romanos deb¨ªan de conocer estos monumentos cuando motejaron como La antigua la tierra sobre la que edificaron Singilia Barba, de la que se han excavado villas ricas decoradas con esculturas fabulosas, como la del Efebo de Antequera, un delicioso bronce del siglo I hoy reconocido como una de las m¨¢s sobresalientes piezas conservadas del arte de la era aug¨²stea. El Efebo se puede contemplar en el Museo Municipal, junto con otra notable escultura; la talla en madera policromada de San Francisco de As¨ªs, obra del imaginero barroco granadino Pedro de Mena, muestra de la importancia del arte sacro en una ciudad que, a partir del destierro de los andalus¨ªes musulmanes a manos del infante don Fernando (1410), inici¨® su transformaci¨®n en metr¨®polis cristiana. As¨ª, sobre la mezquita Aljama se edific¨® la colegiata de Santa Mar¨ªa la Mayor (1550), muestra rutilante del Renacimiento andaluz mandada construir por los Reyes Cat¨®licos, y sede de la C¨¢tedra de Gram¨¢tica y Latinidad de la que surgi¨® el Grupo Po¨¦tico Antequerano, al que debemos primorosas muestras de la poes¨ªa barroca espa?ola. Tambi¨¦n la antigua torre del Homenaje de la Alcazaba se metamorfose¨® en templete cristiano en el siglo XVI, y su Reloj del Papabellotas marc¨® hasta la modernidad la vida de los antequeranos, consagrados al cultivo de la vega, pues sus campanas se?alaban las horas de riego.
Hoy las horas las dan otros relojes, pero los aut¨®ctonos respetan costumbres saludables del pasado, como el tapeo, que es obligatorio practicar, pero cuidando no matar el hambre, porque la gastronom¨ªa local merece ser paladeada a mesa y mantel. Un lugar perfecto es el restaurante La Espuela, cuya alma es una joven cocinera, Susana L¨®pez, que sintetiza la personalidad y el poso hist¨®rico de Antequera.
Con la vista y el buche saturados de regalos, subo en coche hacia la sierra de El Torcal para esperar all¨ª la ca¨ªda de la tarde. Es la hora mejor, porque casi todos los visitantes se han retirado, y las cabras montesas aprovechan para tomar posesi¨®n de las puntas de las agujas de piedra caliza moldeadas por millones de a?os de lluvia y viento. El Torcal es un escenario turbador, que, despu¨¦s de tanto alarde humano, invita a concebir de nuevo Antequera como un peque?o accidente del cuerpo de la madre Tierra, expuesto ahora al sol rojo del crep¨²sculo, a punto de desaparecer bajo la s¨¢bana negra y estrellada de la noche.
- Lugares recomendados:
Para visitar: Real Colegiata de Santa Mar¨ªa La Mayor. Pza. de los Escribanos. Horario: de 10.30 a 14.00 (lunes a domingo) y de 16.30 a 18.30 (lunes a viernes). Destacan las ruinas de las termas romanas del siglo I descubiertas en un desnivel del terreno junto al edificio.
Museo Municipal. Palacio de N¨¢jera. Pza. de San Sebasti¨¢n. Tel. 952704021. Horario: de 10.00 a 13.30 y de 16.00 a 18.00 (martes a viernes). Fines de semana, de 11.00 a 13.00.
Para comer: Restaurante La Espuela: la famosa porra (gazpacho espeso); el p¨ªo (remoj¨®n de bacalao) y otras muchas joyas de la cocina antequerana conservan su autenticidad pese a los toques de autor. C/ San Agust¨ªn 1, bajo 2. Tel: 952703031.
Convento de Bel¨¦n: Bell¨ªsimo templo religioso y de la reposter¨ªa antequerana. Bienmesabe de almendras y ¨¢ngelus (bizcocho con yema y merengue). C/ Bel¨¦n.
Esperanza Pel¨¢ez es periodista y autora de, entre otros, Los secretos de los fogones del Sur (2004).
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