Ardor populista

Tras dos a?os de una intensa sobreexposici¨®n medi¨¢tica, era l¨®gico esperar que la capacidad de convocatoria del m¨²sico de Salvador de Bah¨ªa se multiplicase de forma considerable. Desde luego, esto ya no tuvo nada que ver con su poco concurrido concierto de hace un par de a?os en Viveros, dentro de la programaci¨®n de la Feria de Julio. La audiencia natural de la que ahora dispone Carlinhos Brown ha crecido al ritmo que marcaban su participaci¨®n en El Milagro de Candeal (el film de Trueba) y las grandes r¨²as carnavalescas y urbanas que viene organizando en Barcelona desde la celebraci¨®n del F¨®rum (como la que se prepara aqu¨ª para el 17 de julio), am¨¦n de la proyecci¨®n p¨²blica de sus iniciativas ben¨¦ficas y educativas, ya reconocidas hasta por la Unesco. Con una sola frase sintetiz¨® la esencia de su espect¨¢culo: "Vamos a darle a la gente lo que est¨¢ pidiendo". Y lo que la gente estaba demandando era duplicar el redoble de Maria Caipirinha (claro, son¨® dos veces), principal ariete difusor de su reconocible entente entre r¨ªtmica afrobrasile?a y melod¨ªas pop de procedencia occidental. Su colorista espect¨¢culo sigue sustent¨¢ndose en el infatigable derroche f¨ªsico, el marcado acento de la percusi¨®n y, sobre todo, esa capacidad innata para acortar cualquier distancia que le pueda separar del p¨²blico, por otra parte ya entregado desde el principio. Podr¨ªa cuestionarse hasta qu¨¦ punto es casi mejor comunicador que m¨²sico, o hasta d¨®nde puede dar de s¨ª su maximalista (por terca) apuesta por la espiritualidad populista y esa insistente energ¨ªa positiva que linda con el buenrollismo. Aunque lo ¨²nico que no admite discusi¨®n es que el p¨²blico, como no pod¨ªa ser de otra forma, se lo pas¨® en grande.