El Estatuto Camps
El pasado 29 de mayo, lo posible dejaba de ser una quimera para convertirse en realidad. Era un acto de Pol¨ªtica con may¨²sculas en el que el PP y el PSPV-PSOE firmaban el acuerdo para la reforma de nuestro Estatuto de Autonom¨ªa. Tras veintitr¨¦s a?os de vigencia y casi diez de negociaciones, la Comunidad Valenciana profundizaba en el marco de convivencia pol¨ªtica surgido en la Constituci¨®n de 1978. Si el Estatuto de 1982 fue el resultado de la confluencia de intereses de las diferentes formaciones todav¨ªa faltas de la soberan¨ªa popular que reside en los parlamentos, hoy, el nuevo Estatuto nace de la plasmaci¨®n de esa misma soberan¨ªa representada en las Cortes Valencianas y tras un cuarto de siglo de autogobierno.
En un momento pol¨ªtico complicado como el actual, la recuperaci¨®n del esp¨ªritu de consenso de la Transici¨®n entre los dos grandes partidos es una apuesta de futuro que ha dado evidentes frutos en la reciente historia de los valencianos. La negociaci¨®n pol¨ªtica en la Comunidad Valenciana, de nuevo ha salido triunfadora en una ¨¦poca en que el frentismo se ha apoderado de la pol¨ªtica en la capital del reino. Como en 1978 y 1982, cuando Adolfo Su¨¢rez y Alfonso Guerra, en Madrid, y Manuel Broseta aqu¨ª, actuaron como hombres de Estado, la Comunidad Valenciana, de la mano del presidente Camps, ha recuperado la negociaci¨®n pol¨ªtica y el acuerdo como base de su acci¨®n pol¨ªtica. Las tensiones territoriales en el ¨¢mbito nacional de los ¨²ltimos meses empezaban a ser un handicap para un modelo de estado en el que los ciudadanos pod¨ªan quedar desplazados si no ¨¦ramos capaces de incorporar al nuevo marco estatutario tanto los derechos emergentes que el PP hab¨ªa ido abrazando durante la ¨²ltima d¨¦cada, como aquellos otros que fruto de los avances de nuestro entorno europeo, los ciudadanos hab¨ªan asumido como propios.
La apuesta por el consenso ha sido decisiva para llevar a buen puerto dicho proceso. La falta de un liderazgo claro y la b¨²squeda de un modelo territorial (desde la asimetr¨ªa de Maragall, al recorte auton¨®mico de Rodr¨ªguez Ibarra) hab¨ªan abocado al PSOE en los ¨²ltimos tiempos a la apertura de lo que se ha venido llamando el mel¨®n territorial. La aritm¨¦tica electoral, resultado de los ¨²ltimos comicios, ha obligado a Zapatero a abrir unas reformas cuyas reglas de juego no estaban determinadas. Y esa falta de reglas de juego era precisamente la que pod¨ªa hacer naufragar un proceso decisivo para los diferentes pueblos de Espa?a. Desatascar esta situaci¨®n es lo que el PP le ha ofrecido al PSPV-PSOE con una reforma que va m¨¢s all¨¢ de un acuerdo entre valencianos.
El inter¨¦s en que la Comunidad Valenciana tomase la delantera en las reformas estatutarias part¨ªa por un lado de la experiencia del Presidente Camps en las diferentes instituciones, pero sobre todo ten¨ªa el origen en la responsabilidad por establecer unas reglas de juego claras y concisas que evitasen los desequilibrios que se oteaban en el horizonte. Desde un primer momento, se estableci¨® el marco constitucional como eje de actuaci¨®n desde el que armonizar la convivencia de los diferentes pueblos de Espa?a. De otro modo, el carrusel de reformas pod¨ªa abocar la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola a una inconsistente e inacabable formulaci¨®n de propuestas y contrapropuestas cuyo fin ¨²ltimo no ser¨ªa otro que la inestabilidad. El PP y la mayor¨ªa de los valencianos conoc¨ªamos ese riesgo y sus consecuencias futuras, por lo que nos impusimos la pedagog¨ªa pol¨ªtica en paralelo a la negociaci¨®n estatutaria, pues entendemos que la solidaridad, la cooperaci¨®n y la defensa de los intereses no deben ser un subterfugio para alzarse con ventajismos y menos a¨²n para arrodillarse ante quienes puedan tener la sart¨¦n por el mango en una coyuntura pol¨ªtica concreta.
La altura de miras en la reforma estatutaria ha servido para consolidar un proyecto (el del presidente Camps) que los diferentes estudios demosc¨®picos vienen atisbando desde hace al menos un a?o. La ¨²ltima, la del CIS, nos indicaba que m¨¢s de la mitad de los valencianos calificaba de "excelente" la labor del Consell, y solo un tercio de los valencianos otorgaba el aprobado a Rodr¨ªguez Zapatero. Las razones como ya avanc¨¦ en estas mismas p¨¢ginas no eran otras sino el escaso conocimiento que el gobierno socialista ten¨ªa de la realidad valenciana, lo que abocaba a los socialistas a actuar mediatizados por los mismos socios que ahora tratan de poner piedras en la reforma estatutaria que ha impulsado y resuelto el presidente Francisco Camps.
Decir que ha llovido mucho desde aquel Estatuto ser¨ªa de mal gusto a las puertas de un verano de previsible sequ¨ªa, pero lo cierto es que ha transcurrido mucho tiempo. Un tiempo que ha asentado la Generalitat con sus instituciones. 23 a?os en los que nos hemos dotado de los instrumentos para continuar avanzando y profundizando en la democracia y la descentralizaci¨®n de un Estado que pasaba de ser el m¨¢s centralizado de Europa para convertirse en el m¨¢s descentralizado. Ahora, sin perder de vista el concepto de solidaridad interterritorial y dot¨¢ndose de nuevos instrumentos pol¨ªticos y de gesti¨®n como la posibilidad de disolver las Cortes, la coordinaci¨®n de un servicio tributario con la Agencia Tributaria Estatal que no rompa con el concepto de caja ¨²nica, anta?o reivindicado por el PSOE y hoy esgrimido con la boca peque?a para no rebotar a sus socios centr¨ªfugos, o la descentralizaci¨®n de la justicia, el Estatuto Camps ofrece un bal¨®n de ox¨ªgeno a Zapatero para que pueda salir del atolladero en el que se hab¨ªa metido sin forzar la Constituci¨®n.
?ste ha sido un esfuerzo de participaci¨®n en el que el esp¨ªritu del consenso ha triunfado aunque quedan algunas inc¨®gnitas por despejar. Una de ellas es la posici¨®n del PSPV-PSOE y de EU y el Bloc ante futuras eventualidades. La mayor¨ªa de analistas han saludado el acuerdo y su posicionamiento en el ¨¢mbito estatal, del mismo modo que han obviado un futuro gobierno valenciano del PSPV-PSOE, por ser ¨¦ste una quimera, pero llegado ese hipot¨¦tico caso, ?estar¨ªa en condiciones del PSPV-PSOE de mantener lo firmado cuando necesite los apoyos de EU, el BNV o ERC que se han mostrado contrarios a este acuerdo? O, ?su minor¨ªa le llevar¨ªa a abrir de nuevo batallas ya finiquitadas como la de los s¨ªmbolos? Hoy por hoy, solo el PP garantiza con su mayor¨ªa unos acuerdos que son la base para el futuro y de su consolidaci¨®n depender¨¢ nuestro devenir. Abrir nuevas batallas ser¨ªa un error ante las que los socialistas se han mostrado muy vulnerables durante estos a?os y muy especialmente desde que han necesitado los apoyos de IU y ERC en el gobierno central.
Miles y miles de valencianos y valencianas nos concentramos hace casi 30 a?os en una de las mayores manifestaciones jam¨¢s conocida en la Comunidad Valenciana por l'Estatut. Aquella manifestaci¨®n part¨ªa m¨¢s de la necesidad de libertades individuales que de nuestra apuesta como pueblo vertebrado. Han transcurrido casi tres d¨¦cadas y las libertades individuales son una realidad y ni los m¨¢s osados del momento pensaron que 26 a?os m¨¢s tarde la realidad habr¨ªa superado los sue?os que envolv¨ªan el grito un¨¢nime de Volem l'Estatut, ahora convertido en Tenim un Estatut hist¨°ric.
Rafael Blasco. Consejero de Territorio y Vivienda.
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