'El sue?o eterno'
EL PA?S ofrece ma?ana, s¨¢bado, por 8,95 euros, un t¨ªtulo clave en el cine negro
Al eficaz Howard Hawks (1896-1977), ya con decenas de pel¨ªculas a sus espaldas, varias de ellas de la ¨¦poca del cine mudo, acab¨® por atragant¨¢rsele El sue?o eterno. Rodada en 1946, los estudios Warner y el propio Hawks decidieron echar mano de la pareja que ya un a?o antes hab¨ªa deslumbrado con otra pel¨ªcula del mismo director, Tener y no tener. Pero entre medias, el maduro Bogart y la veintea?era Bacall se hab¨ªan casado y ten¨ªan nuevas exigencias. Cuentan las cr¨®nicas que el rodaje fue desesperante para Hawks, que tuvo que volver a rodar, utilizando a secundarios nuevos, numerosas escenas incluso una vez acabada la pel¨ªcula para que Bacall, pero tambi¨¦n Bogart, lucieran en todo su esplendor. El montaje final fue una tortura y el director lleg¨® a confesar que en alg¨²n momento ya hab¨ªa perdido el hilo del desarrollo de la trama.
Pero cualquiera que conozca las novelas de Raymond Chandler (1888-1959) no culpar¨¢ exclusivamente de la complejidad de la trama a la espectacular pareja de actores. Ya se encarga Chandler de hacer imposible el seguimiento lineal de ninguna de sus historias, y quiz¨¢ El sue?o eterno, la primera novela que public¨®, cumplidos los 51 a?os, en 1939, sea el paradigma de ese especial retorcimiento discursivo del que siempre hizo gala.
Leer a Chandler, adem¨¢s de disfrutar a modo con unos di¨¢logos extraordinarios, siempre exige una atenci¨®n especial al seguimiento del argumento. Labor, y no hay que enga?arse, que en muchas ocasiones resulta perfectamente in¨²til porque Chandler y sus personajes hacen exactamente lo que se le pone en la pipa al escritor. Le importa una higa la l¨®gica de los acontecimientos, e incluso dejarse olvidado a mitad de camino a alg¨²n que otro personaje que vaya usted a saber por qu¨¦, aparece y desaparece como un guadiana con el ¨²nico aparente motivo de volver loco al lector y tratar de encontrar d¨®nde situar esa pieza en el puzle general. In¨²til. No hay hueco. Olv¨ªdese.
Pero el cine tiene esta magia indefinible. Con estos antecedentes, parecer¨ªa que nos ¨ªbamos a encontrar con un bodrio impresentable, m¨¢xime si a tales complicaciones se le suma la participaci¨®n de William Faulkner en el gui¨®n, y la necesidad de cambiar el final de la novela para obviar las culpabilidades del personaje que interpreta la Bacall. Pues nada m¨¢s lejos de la realidad: El sue?o eterno es una pel¨ªcula magn¨ªfica, que se ve, se escucha y se siente con aut¨¦ntico placer.
Mucha parte del m¨¦rito, como no pod¨ªa ser de otra manera, surge del protagonista literario, Philip Marlowe, el prototipo de detective privado que arrasar¨ªa con la novela policiaca que se escrib¨ªa hasta la fecha y que a partir de Chandler -sin olvidar a Hammett- va a ser el santo y se?a de la novela negra y el cine de entonces hasta el de nuestros d¨ªas. Y a estas alturas ya parece in¨²til discutir sobre la composici¨®n del personaje que hizo Bogart. Logr¨® llenarnos con una imagen tan potente que cualquier cr¨ªtica a su evidente hieratismo y a su absoluta falta de matices resulta superflua. Bogart es Marlowe y, por tanto, Bogart es todos los detectives privados que han sido, son y ser¨¢n.
A?¨¢dase a esta evidencia la qu¨ªmica de Bogart con Lauren Bacall, demoledora, y el ambiente opresivo, lleno de nocturnidades, sombras y lluvias constantes, creado por Hawks, para tener un conjunto extraordinario, una obra redonda en la que perdonamos de buena gana el imposible desarrollo de los hechos, gratuitos unos, tramposos otros en la mejor versi¨®n de los famosos Mac Guffin de Alfred Hitchcock. Como en todas las pel¨ªculas de Hollywood de los a?os cuarenta y cincuenta, por no decir que hasta ahora mismo, hay que dejar menci¨®n expresa de los actores secundarios, casi siempre impecables.
La fuerza de todo este conjunto hasta nos hace ser generosos con las rid¨ªculas peleas que se monta Bogart y rueda impasible Hawks, con unos pu?etazos m¨¢s cercanos al de Ruiz-Mateos a Boyer que al de un rudo detective frente a un g¨¢nster tan malo que se llama Canino. Incluso disparos y ca¨ªdas nos recuerdan m¨¢s a nuestros juegos infantiles -as¨ª dispar¨¢bamos, as¨ª ca¨ªamos fulminados por imaginarios disparos de los malos- que a las escenas reales que ahora vemos a todas horas en los televisores.
Si todo esto son m¨¦ritos, nos hemos reservado el final para uno de los mayores alicientes de la pel¨ªcula y de la novela: los di¨¢logos. Chandler es inigualable. Secos, divertidos, brillantes. La pel¨ªcula est¨¢ llena a rebosar de estos ejercicios de ingenio, que practican no s¨®lo los protagonistas sino tambi¨¦n los personajes de segunda fila, en una acumulaci¨®n que a veces, si se ve en casa, obliga a repasar di¨¢logos enteros para apreciar toda su fuerza. Les recomiendo, por ejemplo, la conversaci¨®n sobre el comportamiento de los caballos de carreras entre Bacall-Bogart en el restaurante, todo un ejercicio de doble sentido.
Marlowe, pistola en mano y con otros rev¨®lveres circulando por la habitaci¨®n, responde a un cumplido:
-Es usted encantador.
-Lo que usted ve no es nada; tengo una bailarina de Bali tatuada en el muslo derecho.
Este texto se incluye en el libro-DVD que presentan ma?ana EL PA?S.
Contra el aburrimiento
Realizada en 1946, El sue?o eterno estuvo interpretada en sus principales papeles por Humphrey Bogart, Lauren Bacall, John Ridgely, Martha Vickers, Dorothy Malone y Peggy Knudsen.
Director y productor: Howard Hawks. Gui¨®n: Leigh Brackett, Jules Furthman y William Faulkner, basado en la novela hom¨®nima de Raymond Chandler. M¨²sica: Max Steiner. Fotograf¨ªa: Sidney Hickox.
El director, guionista y productor Howard Hawks ten¨ªa muy clara la definici¨®n y el concepto del cine. Dos frases suyas: "Tengo diez mandamientos para hacer una pel¨ªcula. Los nueve primeros dicen '?no debes aburrir!". "Una buena pel¨ªcula es tres buenas escenas y ninguna mala", lo que no debe entenderse como falta de valoraci¨®n de la calidad. De las seis pel¨ªculas en las que el premio Nobel de Literatura William Faulkner trabaj¨® como guionista, cinco lo fueron con Hawks.
Babelia
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