Alg¨²n chispazo
Primero estuvo El color del crep¨²sculo (1995), despu¨¦s vino Maquis (1997), y la trilog¨ªa se cerr¨® con La noche inm¨®vil (1999). ?stas fueron las tres novelas con las que Alfons Cervera (Gestalgar, Valencia, 1947), impulsado por una persistente voluntad de hacer de la memoria un amuleto contra el olvido, indag¨® en recuerdos y hechos y escuch¨® las voces de quienes derrotados le miraban desde fotograf¨ªas envejecidas. Cervera convirti¨® en materia literaria la voz de los vencidos. De aqu¨¦llos para quienes la guerra no acab¨® sino que sigui¨® mostrando rostro de verdugo en los gestos de vecinos y alcaldes y en esa gente de orden que ech¨® sal y vinagre en las heridas.
En un paisaje reconocible
AQUEL INVIERNO
Alfons Cervera
Montesinos. Barcelona, 2005
176 p¨¢ginas. 10 euros
que Alfons Cervera nombr¨® como Los Yesares, alg¨²n personaje se convert¨ªa en depositario de secretos y recuerdos y hac¨ªa de intermediario con el lector. As¨ª, el ¨²ltimo anciano o una mujer que recuerda o el monte mismo que acoge a los huidos, proporcionaba una vertebrada historia reforzada por detalles min¨²sculos pero tambi¨¦n atroces. De ese modo, el autor fue mascullando palabras e im¨¢genes con el fin de evitar la muerte definitiva de quienes se fueron y tambi¨¦n de aquellos que hab¨ªan dejado de existir al tener que permanecer callados. Cervera hizo hablar a sus personajes y lo que se nombraba fue adquiriendo un feliz protagonismo literario y la trilog¨ªa se cerr¨® haciendo encajar v¨¦rtigo y serenidad al evocar la insidia.
En Aquel invierno, el autor decide proseguir con sus personajes y que su voz nos llegue una vez m¨¢s. Ahora el intermediario no es sino una nieta de aquellos que fueron. La joven viene de Francia y quiere hacer un trabajo sobre la memoria y la desmemoria, sobre la callada y ¨¢spera posguerra de los vencidos. Y el c¨ªrculo se abre y la trilog¨ªa ya no lo es; y Cervera, a fuerza de perseguir a sus personajes, los hace caer extenuados. Naturalmente, la memoria puede ser una y mil veces relatada, pero esto no la convierte en una nueva historia y lo que otras veces hemos le¨ªdo y escuchado con detenimiento, en esta ocasi¨®n, suena un tanto desgastado. No hay m¨¢s madurez narrativa en quienes hablan y aunque persiste la delicadeza de las voces y algunos chispazos en su puesta a punto, y est¨¦ el oficio de Cervera para se?alar los d¨ªas aciagos y el destino de ahorcado en el caminar de un hombre solo o la tragedia de un ni?o con los dedos reventados o leamos a esa gente que envejece con las arrugas del miedo y est¨¦n los detalles que revelan la miseria y persistan las m¨²ltiples voces y un autor acostumbrado a bregar con ellas, a quien lee, a esta lectora, todo eso le ha resultado insuficiente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.