Fin de Feria
Se termina la Feria. Comienza la clara y oscura desbandada. ?He dicho oscura desbandada? Pues s¨ª, adem¨¢s lo escribo "esta oscura desbandada", como la excelente novela, ahora rescatada, de Juan Antonio Zunzunegui.
Benjam¨ªn Prado, que es bastante mejor persona que C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano, la ha presentado en la Feria. Fue Gonz¨¢lez Ruano quien comenz¨® esta infame historia del escritor "gafe". Que era un cenizo, que no se pod¨ªa ni decir su nombre, ni estar cerca de ¨¦l porque daba mal fario, porque algo malo podr¨ªa suceder si simplemente se le nombraba. Historia de una ignominia. De una fan¨¢tica creencia que nos vuelve a llevar a los tiempos del t¨®tem y el tab¨².
Una maligna gracia, una inmadurez que no estaba lejos en sus or¨ªgenes de una disimulada envidia a un autor de ¨¦xito, a un gran escritor. Para mi sorpresa, aquella inmadurez -que muy bien documenta Ignacio Soldevila en el pr¨®logo de la novela- todav¨ªa no est¨¢ superada. Cuando estos d¨ªas he comentado con amigos, ilustrados y atentos lectores, buenas personas, creo, todav¨ªa sal¨ªan las viejas actitudes. No hagas eso, retira ese libro de mi vista, no se te ocurra ni decir su nombre... No puede ser. No doy cr¨¦dito. ?Todav¨ªa innominable? ?Todav¨ªa hay que escribir Zeta-Zeta para conjurar la desgracia?
As¨ª lo hizo Umbral en su muy particular diccionario de literatura. As¨ª lo hicieron aquellos cultos acad¨¦micos de los a?os cincuenta, de los sesenta, que cuando el estigmatizado compa?ero aparec¨ªa por la culta Academia, le hac¨ªan sombra, se retiraban de su lado, tocaban madera, en un primitivo ritual de espantar el maleficio. ?Qu¨¦ tropa! Ellos, los que ten¨ªan que limpiar, fijar y dar esplendor a nuestra lengua, humillando a un hombre con actitudes propias de infantiles comportamientos, con una crueldad propia de sociedades primitivas.
Zunzunegui es un novelista que se deber¨ªa rescatar, que supo retratar la doble moral de las clases m¨¢s favorecidas e hip¨®critas del franquismo; que nos muestra una galer¨ªa de tramposos, drogadictos, jugadores de ventaja, estraperlistas y viciosos de toda clase que disimulaban su verdadera condici¨®n, que o¨ªan misa y defend¨ªan la corrupci¨®n de aquel r¨¦gimen. No perdamos la memoria, no formemos parte de los modos de aquella jaur¨ªa, no olvidemos que por crueldad o fanatismo, por hipocres¨ªa o envidia, una vez dejaron que uno de nuestros m¨¢s interesantes escritores terminara sus d¨ªas aislado y m¨ªsero en su retiro alicantino. All¨¢ cada cual, pero no pienso colaborar con los que todav¨ªa se apuntan a esas oscuras desbandadas, ni en Madrid ni en Salamanca.
Otras cosas mucho m¨¢s claras pasaron en los d¨ªas de la Feria, en esos d¨ªas en que hemos visto c¨®mo algunos pasaban el tiempo en su caseta esperando a alg¨²n Godod que les pidiera una firma a las colas de los medi¨¢ticos y algunas excepciones. Est¨¢ claro que para las ferias es m¨¢s importante llamarse Boris Izaguirre que, por ejemplo, Jorge Edwards. Y conste que Boris Izaguirre me divierte y adem¨¢s demuestra tener buenas lecturas y excelente cinefilia, pero no es justo ponerle de vecino a un pobre / rico premio Cervantes como Edwards. El grado cero de la firma, que no es el caso de Edwards, pero s¨ª de algunos con notables m¨¦ritos no degrada al escritor.
?Lo que podr¨ªa haber firmado Serrat si hubiera pasado de su homenaje en el Florida Park a alguna cercana caseta de la Feria del Retiro! No tocaba.
El gran Joan, Juan para "Ignasio" Gabilondo -otro de los que no pararon de firmar en su estreno en Feria- nos demostr¨® que es f¨¢cil ser un genio, que es sencillo hacer canciones que nos acompa?aran de por vida, que no es extra?o tener tan buenos amigos, que se puede derrotar a la enfermedad, que es normal que tenga fans que sean presidentes de Gobierno, que sus canciones las puedan cantar en la intimidad hasta los ex presidentes, que todo eso no tiene ning¨²n m¨¦rito. Sencillamente hay que ser Joan Manuel Serrat. As¨ª de f¨¢cil. Y si no le gusta, pues que no hubiera sido Serrat, as¨ª de claro. Todo perfecto en aquella tarde del Florida Park, incluso superamos el desconcierto de algunas versiones. Todos somos un poco Serrat, unos m¨¢s que otros, porque no veo yo a muchos serratistas en algunas manifestaciones, pero ese es otro cantar. ?Qui¨¦n le quitar¨¢ el puesto?
Cuando el presidente fan, cuando Rodr¨ªguez Zapatero tom¨® la palabra en la fiesta, "s¨ª, en nuestro nombre", le grit¨® Joaqu¨ªn Sabina, el cantante que hace ya cuarenta a?os ten¨ªa veinte a?os, estaba contento y pensaba, como tambi¨¦n otros lo pensamos, que Sabina podr¨ªa ser el continuador.
Para que as¨ª sea, Serrat se lo dijo, tendr¨¢ que volver a los escenarios, trabajarse la voz y volver por donde sol¨ªa. A cada uno lo suyo, Sabina nunca ser¨¢ Serrat porque le sobran noches y le falta voz. Pero Serrat tampoco ser¨¢ Sabina porque le faltan sus cualidades atl¨¦ticas. No est¨¢ mal que un pa¨ªs se sumara en vez de dividirse entre los de Serrat y los de Sabina, es como lo de los Beatles y los Rolling, no podemos elegir, queremos a los dos, creemos en los dos, los dos son diablos diferentes, con los dos nos condenaremos de manera diferente, pero nos lo pasaremos bien en sus infiernos. Habr¨¢ dioses, pero no tienen su gracia. Habr¨¢ poetas, pero ninguno que firme tantos libros como Sabina en este d¨ªa final de la Feria, eso si no pega la espant¨¢.
?Qui¨¦n ganar¨ªa en un duelo de firmas en la Feria entre Serrat y Sabina? La soluci¨®n el a?o que viene, si Dios y los diab¨®licos editores quieren.
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