Lee Anderson relata la invasi¨®n de Irak en 'La ca¨ªda de Bagdad'
El conflicto puede derivar en "una guerra civil permanente", seg¨²n el corresponsal
"Explico la historia de la fragmentaci¨®n de la sociedad iraqu¨ª, el fin de la tiran¨ªa de Sadam Husein y el encontronazo de Estados Unidos con un pa¨ªs que desconoce profundamente", afirm¨® ayer el reportero estadounidense Jon Lee Anderson (California, 1957) en la presentaci¨®n de La ca¨ªda de Bagdad (Anagrama), cr¨®nica sobre la guerra de Irak basada en las vivencias de sus habitantes en los ¨²ltimos tiempos de la dictadura de Husein.
Jon Lee Anderson, corresponsal de The New Yorker, viaj¨® a Irak para "estudiar el fen¨®meno de Sadam Husein". "Yo quer¨ªa ser testigo directo de su tiran¨ªa y comprender qu¨¦ era lo que la hac¨ªa posible", escribe el reportero en las primeras p¨¢ginas de La ca¨ªda de Bagdad.
El autor asisti¨® pronto a uno de los gestos populistas del "tirano", la amnist¨ªa general a los presos del penal de Abu Ghraib. Permaneci¨® desde entonces en Irak, entrevistando a decenas de sus habitantes. El miedo al dictador les imped¨ªa hablar con libertad y Lee Anderson se vio obligado a convertirse en el int¨¦rprete de sus silencios. "En Bagdad no hab¨ªa disidentes. Estaban muertos o exiliados". Iniciada la guerra, el cronista opt¨® por quedarse en Bagdad. Rechaz¨® convertirse en uno de los "periodistas empotrados", aquellos que narraban el conflicto desde los blindados estadounidenses y brit¨¢nicos.
Entre sus amigos iraqu¨ªes destaca Ala Bashir, el m¨¦dico personal y confidente de Sadam Husein. Este cirujano es, adem¨¢s, artista y recib¨ªa un buen n¨²mero de encargos para ensalzar el r¨¦gimen con monumentos colosales. "El libro se centra en las vivencias de una decena de personajes. Con ellos, trato de humanizar la guerra. Bagdad es una ciudad poblada por cinco millones de personas. Me encontraba en medio como un poliz¨®n. Mi esfuerzo consisti¨® en retratar las vidas y los cambios que la guerra produjo en ellos".
Lee Anderson evita en todo momento tomar partido y emitir juicios sobre sus interlocutores, porque su af¨¢n consiste en "entenderlos". En sus conversaciones, escuch¨® una y otra vez c¨®mo los iraqu¨ªes avisaban de las funestas consecuencias de una invasi¨®n militar. Muchos quer¨ªan ver derrotado a Sadam Husein por su crueldad, pero rechazaban cualquier tipo de ocupaci¨®n. Los vaticinios se han cumplido con creces. "Irak puede acabar en una guerra civil permanente, como Angola. La gente seguir¨¢ mat¨¢ndose, pero no se dejar¨¢ de bombear el petr¨®leo, controlado ahora por empresas con ej¨¦rcitos privados".
El periodista constata en su reportaje literario que los planes de los aliados no abarcaban una estrategia clara para encauzar la posguerra. Vio at¨®nito c¨®mo los soldados estadounidenses se quedaban con los brazos cruzados ante el pillaje y saqueo de museos y edificios institucionales. "No hicieron bien la guerra. Permitieron el saqueo de Bagdad. Tras las bombas, los iraqu¨ªes ten¨ªan mucho miedo. Para conseguir la seguridad del pa¨ªs, lo l¨®gico habr¨ªa sido establecer un toque de queda y amenazar con fusilar a todo el que asomara la cabeza", dijo el periodista, quien resid¨ªa en el hotel Palestina cuando fue bombardeado por militares estadounidenses. En aquel ataque falleci¨® el reportero espa?ol Jos¨¦ Couso. A su juicio, una simple fatalidad. "Fue un d¨ªa terrible de combates. El hotel estaba en medio del campo de batalla. Cuando ocurri¨®, pens¨¢bamos que era culpa de los iraqu¨ªes, aunque luego se demostr¨® que no", record¨® Lee Anderson. "Esas cosas pasan. Es un error pensar en teor¨ªas de la conspiraci¨®n. Si tienes un hotel lleno de periodistas, ?por qu¨¦ matar a Couso y al chico de Reuters? All¨ª estaban otros m¨¢s conocidos, como Robert Fisk. No hubo ning¨²n sentido oculto en aquella muerte".
Su opini¨®n sobre el veterano Fisk es contundente: "Se ha vuelto un poco nativo. Ha vivido muchos a?os en Oriente Pr¨®ximo. Ya no escribe reportajes, sino columnas de opini¨®n. Est¨¢ imbuido de odio hacia los suyos, los occidentales. Ha perdido objetividad".
Babelia
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