La memoria de dos sindicalistas
Eduardo Saborido y Fernando Soto, dos de los presos del 'proceso 1001', reciben un homenaje en la vieja c¨¢rcel de Ja¨¦n
"Un pueblo sin memoria es un pueblo atrasado", comentaron ayer a las puertas de la vieja c¨¢rcel de Ja¨¦n Eduardo Saborido y Fernando Soto, dos de los presos andaluces que formaron parte del proceso 1001, por el que el r¨¦gimen franquista conden¨® a m¨¢s de 162 a?os de c¨¢rcel a diez sindicalistas de Comisiones Obreras. Los dos sindicalistas sevillanos abandonaron la antigua prisi¨®n de Ja¨¦n en diciembre de 1975 y ayer, casi 30 a?os despu¨¦s, volvieron a este lugar, que acogi¨® a buena parte de los m¨¢s destacados exponentes de la lucha antifranquista del pa¨ªs.
Saborido y Soto retrocedieron tres d¨¦cadas en la memoria hist¨®rica de este pa¨ªs, pero "sin ning¨²n af¨¢n revanchista". Lo hicieron para recibir un emotivo homenaje de la c¨²pula provincial de CC OO y, de paso, colaborar con la Fundaci¨®n de Estudios Sindicales-Archivo Hist¨®rico de CC OO, que se encuentra inmersa en una investigaci¨®n sobre la represi¨®n pol¨ªtica del franquismo tras la Guerra Civil, la elaboraci¨®n de una unidad did¨¢ctica sobre el movimiento obrero y un estudio sobre el estado de excepci¨®n de 1969, a consecuencia del cual fueron deportados a dos pueblos de la serran¨ªa de Ja¨¦n tanto Saborido como Soto.
"Muchas veces la c¨¢rcel era para nosotros una liberaci¨®n, porque las torturas se produc¨ªan en las comisar¨ªas y en los cuartelillos", coment¨® Soto, que fue condenado a 19 a?os en el proceso 1001. Mientras, Saborido, condenado a 20 a?os, se asomaba con cierta emoci¨®n a la reja de la puerta de acceso de la vieja prisi¨®n. "Nos llamaban presos por convicci¨®n", dec¨ªa, para explicar a continuaci¨®n la "tremenda injusticia" del proceso 1001: "Parec¨ªa que hubi¨¦ramos matado a Kennedy y lo ¨²nico que hicimos fue reunirnos un grupo de sindicalistas para reivindicar unos derechos que se han ido conquistando con el paso del tiempo".
Con todo, el de ayer fue un acto agridulce, puesto que la Junta de Andaluc¨ªa no autoriz¨® la entrada al interior de la c¨¢rcel argumentando falta de medidas de seguridad por las catas arqueol¨®gicas que se est¨¢n realizando como paso previo a la construcci¨®n del Museo de Arte Ib¨¦rico. Saborido y Soto saludaron ese proyecto y recordaron que en los primeros m¨ªtines tras la muerte de Franco, ellos y otros sindicalistas reivindicaban la transformaci¨®n de las viejas c¨¢rceles y centros de represi¨®n en museos, universidades o centros culturales.
Entre abrazos y agasajos de viejos compa?eros, Saborido y Soto rememoraron tambi¨¦n su deportaci¨®n en dos pueblos de la serran¨ªa jiennense. El primero de ellos recordaba su viaje de casi 24 horas desde Santiago de la Espada hasta la c¨¢rcel de Ja¨¦n acompa?ado por una pareja de la Guardia Civil. "Fue una sensaci¨®n de impotencia y de rabia por haber tenido que dejar solos a mi mujer mis dos ni?os", dec¨ªa. Soto fue enviado a Valdepe?as y ayer tuvo la oportunidad de reencontrarse con la familia que lo acogi¨®. "Me hice amiguete del sargento de la Guardia Civil hasta que lleg¨® un teniente y me ech¨® abajo todo el trabajo", recordaba.
Saborido y Soto bromearon ayer recordando que cuando salieron de la c¨¢rcel, tantas eran sus ansias de libertad, que el primero estuvo a punto de ser atropellado.
Los dos fueron detenidos de forma preventiva, junto a otros militantes de Comisiones Obreras, cuando se declar¨® el estado de excepci¨®n de 1969. Fueron trasladados a una comisar¨ªa de Sevilla y, posteriormente, a la c¨¢rcel, donde estuvieron un mes. Desde all¨ª fueron deportados a distintos pueblos, alejados y en zonas de sierra, de Ja¨¦n, Granada, M¨¢laga y C¨®rdoba. Saborido protagoniz¨® una huelga de hambre en la c¨¢rcel de Ja¨¦n, lo que motiv¨® su traslado a la prisi¨®n de Segovia. All¨ª coincidi¨® con Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle, periodista asesinado por ETA.
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