La boda de moda
Talidy y Patrice esperan turno para vestirse de novia, aunque no van a casarse. No son novias, ni pareja ni tienen una relaci¨®n. Bueno, s¨ª. Son modelos y brasile?as, y ostentan 19 a?os y miden 1,70 metros y pesan menos de 60 kilos. Van perfectamente maquilladas y peinadas, y en unos minutos cambiar¨¢n sus tejanos y su camiseta de tirantes por un vestido de novia de Jes¨²s del Pozo. Talidy y Patrice participan en la BCN Bridal Week. Si la modelo se llama Talidy, ?por qu¨¦ no se va a llamar al sal¨®n nupcial de Barcelona BCN Bridal Week?
En medio de la crisis del textil, resulta que Barcelona es una potencia en dise?o y facturaci¨®n de ropa para bodas; aunque, no nos enga?emos, principalmente son vestidos de novias. El gran buque es Pronovias, que factur¨® el pasado a?o 108 millones de euros; pero las firmas de los dise?adores hace ya a?os que tiene su colecci¨®n para boda, por ejemplo Jes¨²s del Pozo. La ristra de nombres de la primera jornada de desfiles es larga: Devota & Lomba, Jes¨²s Peir¨®, Maria Llu?sa Rabell, Petro Valverde y Rosa Clar¨¤.
Talidy escucha m¨²sica en un reproductor iPod y Patrice se dedica a la observaci¨®n, ambas echadas en la moqueta a la espera de meterse un vestido de novia tras de otro. Marina P¨¦rez es madrile?a y nombre fuerte de las pasarelas. Minutos antes del desfile de Rosa Clar¨¤ se acerca al ba?o y contesta a dos preguntas: est¨¢ prometida y se casar¨¢, pero de negro, como lo hizo su abuela.
La industria de la novia vive un buen momento, en permanente alza desde la d¨¦cada de 1990. En 2003 contrajeron matrimonio 210.555 parejas espa?olas, 1.090 m¨¢s que en 2002, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. De cada 100 enlaces celebrados, 73 lo fueron por el rito cat¨®lico. "La gente ser¨¢ todo lo progre que quieras ya sea en pol¨ªtica o en religi¨®n, pero a ¨²ltima hora todas quieren pasar por la iglesia", dice Paco Flaqu¨¦, organizador del encuentro.
El peine sube y baja, sube y baja hasta chocar con el mo?o de Talidy. Al final todo se sostiene con una sobredosis de laca que ha debido de dejar temblando el ozono. Menos mal que el sal¨®n dura s¨®lo cinco d¨ªas.
Llevar a los grandes nombres de la moda a la pasarela no es f¨¢cil. Las m¨¢s conocidas, antes de empezar a negociar, reclaman informaci¨®n sobre la marca, ver desfiles anteriores y conocer a sus compa?eras. Incluso hay quien rechaza cheques en blanco.
Luces, pruebas de sonido, los ¨²ltimos consejos para azafatas, y todo listo para empezar este gran espect¨¢culo nupcial, tres d¨ªas de desfiles en los que se muestra que el blanco no es sagrado y que la anatom¨ªa ya no se sugiere, se ense?a. Se tiende a una novia m¨¢s informal; al fin y al cabo, el 40% se divorciar¨¢.
Los estilos son variados: la novia diosa griega, el traje quimono, el aire flamenco y la novia rom¨¢ntica, con o sin velo. Y los colores, tambi¨¦n, aunque predominan, adem¨¢s del blanco, los crudos y marfiles.
"Incluso en las bodas civiles la gente se casa de blanco", afirma la regidora de desfiles. Los ¨²ltimos retoques antes de salir a escena corren a cargo de Marcel, el peluquero. "No hay viernes ni s¨¢bado sin las peluquer¨ªas llenas por culpa de las bodas, y esp¨¦rate ahora con el incremento de los enlaces gays", dice el peluquero.
Seg¨²n un estudio que maneja Moda Barcelona, en dos a?os se celebrar¨¢n 100.000 bodas entre homosexuales, un sector que, dicen, hay que tener en cuenta. "Si en lugar de vestir a una podemos vestir a dos, pues bien", asegura Rosa Clar¨¤, que present¨® su colecci¨®n La vie en rose, basada en el rosa empolvado.
Aun as¨ª, si en el sector hay un sexo discriminado, es el masculino. De los 19 pases, s¨®lo tres se dedican a la ropa del var¨®n. Adem¨¢s de la firma gallega Fuentecapala y las propuestas de Ruben Perlotti, el italiano Carlo Pignatelli ha elegido Barcelona para realizar su presentaci¨®n mundial de las colecciones de hombre y mujer. Son contados los que piensan en poner un poco de fantas¨ªa o de originalidad en la ropa de hombre para boda. El hombre necesita subir al juzgado con m¨¢s ilusi¨®n. Y parte de la culpa es del aburrido traje gris que viste.
Alg¨²n que otro dise?ador considera que no importa la religi¨®n ni la orientaci¨®n sexual, simplemente se trata de vestir a la persona el d¨ªa m¨¢s importante de su vida. Suena cursi, pero es as¨ª. La mujer duda entre dos extremos, tiene miedo a verse disfrazada el d¨ªa de su boda, pero a la vez quiere sentirse un poco princesa. Al final, la media se gasta al casarse entre 18.000 y 20.000 euros.
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