?Europeos?
Comentar el reciente rev¨¦s europeo en un art¨ªculo parece una temeridad, pues son muchos los factores en juego y casa uno de ellos es de por s¨ª intrincado. Si el comentarista es un excelso, como Habermas, es casi seguro que errar¨¢ en el an¨¢lisis; pero la humanidad no avanza gracias a las verdades mostrencas, sino m¨¢s bien a los errores magn¨ªficos.
La unidad europea es un sue?o antiguo y se le han atribuido varios padres. He le¨ªdo m¨¢s de una vez que esta idea le rond¨® por la cabeza a C¨¦sar Borgia, el hijo cruel y formidable de un papa del mont¨®n, Alejandro VI. El sue?o de una Federaci¨®n de Estados Unidos de Europa arraig¨® entre las ¨¦lites cultas europeas -sobre todo francesas- en la primera mitad del siglo XVIII; luego surgieron los nacionalismos y Francia dej¨® de ser la referencia. Pero se hab¨ªa exaltado el ser europeo en t¨¦rminos parecidos a los de hoy. Tanto ayer como hoy, sin embargo, no se tuvieron en cuenta los sentimientos del pueblo llano, que era y sigue siendo la gran mayor¨ªa. Quienes son cultos oyen la palabra Europa y algo se mueve en su interior. No ocurre lo mismo con la muchedumbre. Muchos espa?oles no han olvidado a Napole¨®n ni a los "hijos de la Gran Breta?a" y ser¨ªa un error confundir eso con fobias aisladas, sin m¨¢s. Son fobias que existen porque no existe una conciencia europea. En los pa¨ªses del Este, la gran patria para mucho es Estados Unidos. ?Que la mayor¨ªa quiere una Europa Unida a pesar del "no" franc¨¦s y holand¨¦s? Por razones econ¨®micas y de seguridad, s¨ª. Ciertamente, una herencia cultural a grandes rasgos com¨²n, es raz¨®n suficiente y necesaria para formar una naci¨®n, pero no creo que tal cosa est¨¦ demasiado generalizada en Europa. Trabaj¨¦ un tiempo de pe¨®n en un lugar cercano a Colonia. Era una imprenta y los operarios no sab¨ªan quien fuera Bach. Para ellos, Europa no era ni idea ni sentimiento.
No se le dar¨ªa calabazas a la Constituci¨®n si existiera una conciencia nacional europea. Decir que franceses y holandeses votaron "no" por razones pol¨ªticas y sociales internas es eludir la mayor y tomar el efecto por la causa. De ser mayoritario el sentimiento europeo, hubiera ganado el "s¨ª", es decir, la patria mayor. Franceses y holandeses se habr¨ªan reservado el "no" contra sus respectivos gobiernos para la fecha de las elecciones. Razones hay, sin duda alguna; y puede arg¨¹irse que algunas tienen que ver con el contenido del tratado constitucional, pero por esto ¨²ltimo no se sume a Europa en la par¨¢lisis, sobre todo en un momento en que el punto neur¨¢lgico de la escena mundial se est¨¢ desplazando vertiginosamente a Asia. Europa no tiene tiempo que perder, antes al contrario, debe acelerar el ritmo si no quiere verse del todo desplazada. Decir todos s¨ª, en suma, es prioritario. Despu¨¦s, juntos, discutiremos la Constituci¨®n.
Ya de entrada podr¨ªamos decir que la Constituci¨®n no pretende recortar el modelo social europeo, sino todo lo contrario. ?Falso? Pues disc¨²tase, pero ya desde dentro y de puertas afuera. Da pena debatir ahora s¨®lo para Francia, cuando tanto ha cundido el desaliento.
No se combate el estancamiento de Francia con un rechazo a la Constituci¨®n europea, sino uni¨¦ndose contra un Gobierno (funesto Raffarin) que recorta los fondos para investigaci¨®n y desarrollo, hasta el punto de dejar sin resuello a toda la instituci¨®n cient¨ªfica francesa. (En Espa?a eso le importa un bledo al pueblo, pero el pueblo franc¨¦s siempre ha estado muy orgulloso de su ciencia, con harta raz¨®n). No se achaca al Estado-providencia franc¨¦s una situaci¨®n econ¨®mica cuasi recesiva; pues con Jospin, el pa¨ªs alcanz¨® un saludable crecimiento del 3% anual. La corriente neoliberal francesa apunta al modelo norteamericano y eso es puro fraude. Estados Unidos aplica el neoliberalismo al mercado, pero la protecci¨®n social existe, aunque sea un modelo peculiar, sobre todo en Sanidad. Con todo, el gasto sanitario por habitantes es m¨¢s elevado que en Espa?a; y en educaci¨®n, m¨¢s elevado en t¨¦rminos absolutos y relativos que en ning¨²n otro pa¨ªs. Sistema universal de pensiones y ayudas vitalicias por incapacidad, etc.
La globalizaci¨®n est¨¢ presente en Francia como en el resto de la UE. Pero la mejor arma contra los excesos es la unidad, o sea, el voto afirmativo a la Constituci¨®n. Con Chirac no se llega a parte alguna y con Villepin tampoco. Muchas son, en fin, las razones dadas para el "no". El miedo es uno y m¨²ltiple. Recordar¨¦ uno un tanto parad¨®jico: la cada vez mayor presencia musulmana y africana. Una presencia que se har¨¢ masiva si se produce la incorporaci¨®n de Turqu¨ªa. La hostilidad hacia estos grupos podr¨ªa parecer que en buena parte es debida al temor reaccionario a una disoluci¨®n del esp¨ªritu europeo, pero no creo que sea ni poco ni mucho el caso; asusta, sobre todo, la presencia en las mezquitas y en los guetos de imanes integristas y de integristas que no son imanes.
Hemos de volver al principio para insistir en que la "europeidad" fue una idea francesa de la primera mitad del siglo XVIII y que se extendi¨® r¨¢pidamente por toda Europa mientras Francia y su idioma fueron el modelo a seguir. (Todav¨ªa el prusiano Federico II ten¨ªa por "b¨¢rbaro" el idioma alem¨¢n). Pero incluso durante el apogeo del sue?o europeo, el pueblo llano no se enter¨® de nada. Como dice Edward Shils, la sociedad era entonces lo que ahora se llama "buena sociedad". Las ¨¦lites pol¨ªticas, financieras e intelectuales. La escuela floreci¨® en aquel siglo, pero en ella no se estudiaba "conciencia nacional" europea. Y as¨ª hasta nuestros d¨ªas. El divorcio entre las ¨¦lites y el pueblo es un hecho cr¨®nico; y algunos, como Ortega (una guerra entre europeos es "una guerra civil") le achacaron a ese pueblo marginado la culpa de la crisis de Europa. Ahora Francia y Holanda dicen "no" a la Constituci¨®n y los analistas se devanan los sesos buscando explicaciones. Es un ejercicio in¨²til, un gran sofisma. No existe lo que no est¨¢ abrumadoramente en el coraz¨®n colectivo.
Si Francia no es para la gran mayor¨ªa de franceses la patria chica y Europa la grande, todo lo que se diga del "no" es efecto, no causa. El europe¨ªsmo no tiene una tradici¨®n plenamente social.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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