Golf cient¨ªfico y sostenible
Hace unos d¨ªas la Universidad de Valencia (Adeit-Fundaci¨®n Universidad Empresa) organiz¨® unas loables Jornadas cient¨ªficas para un golf sostenible. La inauguraci¨®n corri¨® a cargo del entra?able conseller y constructor en cap Rafael Blasco qui¨¦n salud¨® unas jornadas de debate plural, con base cient¨ªfica pluridisciplinar y horizonte de sostenibilidad.
Sin embargo la pluralidad no fue excesiva. Entre los ponentes escaseaban (si es que hubo alguien) los cr¨ªticos con el tema. Entre el p¨²blico no se ve¨ªan representantes de movimientos sociales, sindicatos, grupos conservacionistas,... ni tampoco cient¨ªficos o expertos comprometidos con el medio ambiente (aunque alguien habr¨ªa, quiz¨¢ camuflado en un green). Tal vez no les atra¨ªa el programa o tal vez no fueron invitados. Yo me matricul¨¦ por curiosidad, por disponer de la anunciada documentaci¨®n que, ingenuamente, supuse valiosa, y por af¨¢n de aprender nuevas cosas sobre ciencia y sostenibilidad, aunque el programa no permit¨ªa albergar demasiadas esperanzas.
Tras las sentidas palabras de nuestro conseller predilecto, uno de los directores del evento, el se?or Blanquer, marc¨® el tono, el nivel y la trayectoria de las jornadas con su introducci¨®n. Tan destacado abogado habl¨® de los mitos y las razones de este controvertido deporte. Los mitos (irracionales, arcaicos, tribales,...) son los que se oponen a tan lucrativo negocio. Las razones (la ciencia, la modernidad, el progreso,...) son las que avalan el binomio golf-urbanizaci¨®n. La simplicidad del argumento no requiere m¨¢s an¨¢lisis. Tiene la contundencia de un buen pelotazo en plenas meninges.
No pude estar en todas las sesiones, por lo que tal vez me perd¨ª lo mejor o la excepci¨®n a lo que ahora dir¨¦ (aunque la documentaci¨®n recogida no parece confirmarlo), pero la ciencia escaseaba notablemente, al menos cuando se enjuiciaban los posibles impactos negativos ambientales, sociales o econ¨®micos. Una cosa si qued¨® clara: el golf puede ser un gran negocio (al menos para alguien). Otra conclusi¨®n remarcable: un campo de golf, sin m¨¢s, es dif¨ªcilmente rentable para nadie (incluso para los virtuosos del pelotazo). El gran negocio emerge si se asocia a una urbanizaci¨®n. Incluso se lleg¨® a dar cifras estimativas: entre 2000 y 3000 viviendas. No s¨®lo para poder rentabilizar la inversi¨®n, sino para que el campo pudiese regarse con las aguas depuradas de la urbanizaci¨®n asociada. No acab¨¦ de entender si ella se nutrir¨ªa de agua tambi¨¦n depurada y as¨ª se cerrar¨ªa un ciclo m¨¢gico o si necesitar¨ªa agua virgen con lo cual ya tenemos el l¨ªo montado porque agua no sobra y esto constituye una demanda extra aunque despu¨¦s riegue cespitosas.
Me sorprendi¨® que en unas jornadas cient¨ªficas, cohesionadas entorno al concepto de sostenibilidad (que cada cual debe entender como le da la gana, vista la elasticidad del asunto) hubiesen pocos cient¨ªficos especializados (por no decir ninguno) en los aspectos m¨¢s sensibles relacionados con el tema. Los ¨²nicos bi¨®logos que intervinieron en la mesa fue para hablar de biomec¨¢nica del golf y otras exquisiteces, pero no para hablar de impactos ambientales. Esta tarea se confi¨® a un ingeniero agr¨®nomo y a un par de empresarios. Para los impactos territoriales se cont¨® con un soci¨®logo y un arquitecto. Sorprende pues la notable ausencia de expertos en fauna, flora, ecolog¨ªa, paisaje, y tambi¨¦n la escasez de ge¨®grafos, ge¨®logos, expertos en gesti¨®n h¨ªdrica, tratamiento de residuos, contaminaci¨®n, etc. Ser¨¢n cosas de la multidisciplinariedad bien entendida.
Escuch¨¦ con especial inter¨¦s la mesa sobre impactos territoriales y urban¨ªsticos. En ella un soci¨®logo gracioso (Manuel Iribas) aclar¨® que la sociolog¨ªa no es una ciencia (?entonces que pintaba all¨ª?), cont¨® algunos chistes, y expuso algunas an¨¦cdotas sin sistematizar. En el mismo debate, un arquitecto urbanista (Alejandro Escribano) aprovech¨® el car¨¢cter cient¨ªfico de las jornadas para emitir unas cuantas opiniones personales (sin citar fuentes, ni estudios espec¨ªficos, ni referencias bibliogr¨¢ficas, ni ninguna otra caracter¨ªstica propia de las comunicaciones cient¨ªficas) sobre una diversidad de temas. Habl¨® del transvase del Ebro, muy mal derogado seg¨²n ¨¦l; de la bondad de las leyes urban¨ªsticas que elabora Blasco (tal vez demasiado estrictas, seg¨²n el experto); de la pujanza de nuestra tierra... Al menos en esta mesa, de vital importancia en relaci¨®n con los objetivos de las jornadas, la ciencia brill¨® por su ausencia, y de la sostenibilidad... mejor no hablar; debe ser que ahora se la supone, como el valor de los soldados.
En resumen, los preocupantes mitos que algunos desinformados e ignorantes (entre los cuales supongo que debo incluirme), padecemos en relaci¨®n con la presente eclosi¨®n del golf con casitas -especulaci¨®n, corrupci¨®n urban¨ªstica, reclasificaci¨®n masiva de suelos, impactos h¨ªdricos, etc.- no se trataron apenas o, en todo caso, con muy poco rigor cient¨ªfico y, desde luego, con un marcado sesgo apolog¨¦tico. ?Debate plural? Escaso. ?Base cient¨ªfica pluridisplinar? Poca. ?Sostenibilidad? No sabe, no contesta. ?Publicidad y marqueting? Inmejorable. Blasco es genial.
Eso s¨ª, al final del evento me enter¨¦ que pronto tendremos una ley que considerar¨¢ los campos de golf poco menos que reservas naturales y que, debido a su gran inter¨¦s ambiental, se declarar¨¢n enclaves de gran valor ecol¨®gico y as¨ª podr¨¢n recibir ayudas europeas ambientales, adem¨¢s de merecer una declaraci¨®n de utilidad p¨²blica que permita su ejecuci¨®n sin reclasificar suelo y empleando el instrumento de la expropiaci¨®n forzosa. Los beneficios est¨¢n garantizados. ?Pero que pill¨ªn es Blasco!
Carles Arnal es doctor en Biolog¨ªa y diputado auton¨®mico de Els Verds-Esquerra Ecologista (L'Entesa).
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