Una universidad lucha desde el exilio contra el r¨¦gimen de Bielorrusia
El fin de Lukashenko es uno de los objetivos de "democratizaci¨®n" global de Bush
Una universidad clausurada por motivos pol¨ªticos en Bielorrusia ha hecho su reaparici¨®n en el exilio como s¨ªmbolo de la resistencia contra el oscurantismo del r¨¦gimen de Alexandr Lukashenko. La Universidad Europea de Humanidades (UEH) de Minsk, que dirige el profesor de filosof¨ªa Anatoli Mij¨¢ilov, ha renacido en Vilnius, la capital de Lituania, ante representantes de la UE, Estados Unidos y fundaciones de ambos lados del Atl¨¢ntico.
Bielorrusia es uno de los objetivos de la campa?a de "democratizaci¨®n" global del presidente norteamericano, George Bush, y las connotaciones del acto, celebrado la semana pasada, desbordaban los planes del grupo de fil¨®sofos que fundaron el centro en 1992.
La UEH, que lleg¨® a tener unos 1.000 estudiantes y cerca de 400 profesores, fue un foco cultural mod¨¦lico en el territorio de la antigua URSS. Colaboraba con decenas de universidades internacionales, ten¨ªa una facultad franco-bielorrusa de ciencias pol¨ªticas e integraci¨®n europea, centros de educaci¨®n c¨ªvica, de investigaciones de g¨¦nero, de estudios sociol¨®gicos, norteamericanos y alemanes, y una facultad de teolog¨ªa que preparaba a especialistas laicos. La presencia en la UEH de numerosos profesores extranjeros irritaba al r¨¦gimen de Lukashenko, que intent¨® forzar la dimisi¨®n del rector e impuso restricciones cada vez m¨¢s absurdas.
A fines del curso pasado, las autoridades bielorrusas desalojaron a la UEH de los locales p¨²blicos que ocupaba y luego la cerraron con el pretexto de que no ten¨ªa dependencias. Las presiones internacionales para su reapertura fueron in¨²tiles. En septiembre, Lukashenko admiti¨® que la universidad hab¨ªa sido clausurada por formar una ¨¦lite prooccidental. La UEH tuvo que elegir entre la clandestinidad, el conformismo o el exilio. Mij¨¢ilov, un especialista en Heidegger, emprendi¨® este ¨²ltimo camino. Desde hace m¨¢s de un a?o, vive en continuo periplo entre los pa¨ªses dispuestos a ayudarle.
"Alternativa real"
"Nos han cerrado, pero continuamos existiendo", afirmaba Mij¨¢ilov en Vilnius, mientras repart¨ªa diplomas a una quincena de estudiantes que superaron el ¨²ltimo curso escolar en universidades solidarias con la UEH. Para continuar sus estudios, los alumnos hoy dispersos por el mundo dependen de becas internacionales o de las clases que el rector desea reanudar en octubre. Lituania se ha erigido en abanderada de la democratizaci¨®n en Bielorrusia y su presidente, Valdas Adamkus, ha calificado la UEH como "una alternativa real al r¨¦gimen que quiere suprimir los valores democr¨¢ticos y el futuro del pueblo bielorruso". Las universidades lituanas han ofrecido cobijo temporal a sus colegas.
La UEH quiere formar a 260 alumnos regulares y a otros 700, a distancia. La mayor¨ªa de los estudiantes y de los profesores ir¨ªan y vendr¨ªan a Vilnius desde Bielorrusia. "No s¨¦ si encontraremos tantos estudiantes dispuestos a matricularse en una universidad no tradicional. ?sta es una opci¨®n pol¨ªtica de riesgo y sin garant¨ªas, que exige cierta motivaci¨®n", explicaba la profesora Ala Sokolova. Algunas inc¨®gnitas se ir¨¢n despejando sobre la marcha, pero otras, como los sueldos de los profesores, la organizaci¨®n de la matr¨ªcula, de las residencias y de los servicios, exigen un desembolso inmediato.
En Vilnius, los potenciales fil¨¢ntropos de la UEH reunieron m¨¢s de un mill¨®n y medio de d¨®lares, lo que equivale a un tercio de lo necesario para un curso escolar. El grueso lo prometieron la Open Society (Soros) de Nueva York y la fundaci¨®n McArthur de Chicago, junto con el Gobierno norteamericano, y lo completaron varios pa¨ªses europeos.
La contribuci¨®n de la Uni¨®n Europea qued¨® pendiente de futuros tr¨¢mites despu¨¦s de que una representante de la comisaria Benita Ferrero Waldner explicara que la ayuda comunitaria es lenta y burocr¨¢tica. "La UE es una m¨¢quina de producir comunicados grandilocuentes, que tiene dificultades para secundar sus palabras de apoyo con decisiones pr¨¢cticas concretas y esta actitud es muy nociva, porque da argumentos a Lukashenko", se?alaba Mij¨¢ilov. "Es f¨¢cil recoger dinero para Chern¨®bil o para un terremoto, pero una cat¨¢strofe en el campo de las humanidades es, por lo visto, m¨¢s dif¨ªcil de entender", afirmaba.
El rector se ha visto de repente involucrado en planes geoestrat¨¦gicos que le desbordan. En abril, agotado por los continuos viajes, Mij¨¢ilov hab¨ªa decidido pasar unos d¨ªas de descanso en Friburgo. De repente, le anunciaron que Condoleezza Rice deseaba verlo en Vilnius. Mij¨¢ilov deleg¨® la cita en el vicerrector, pero no encontr¨® comprensi¨®n para sus huesos cansados. "La secretaria de Estado norteamericana viene, y Mij¨¢ilov ?en qu¨¦ est¨¢ pensando?... O ¨¦l o nada", grit¨® iracundo el embajador norteamericano a su interlocutor lituano y colg¨® el tel¨¦fono. Entonces, el rector sinti¨® que ya no era due?o de su propio destino. "Me siento como un reh¨¦n. Soy introvertido y estoy inc¨®modo en p¨²blico. Con gusto me retirar¨ªa a leer a Ortega y Gasset, pero hay demasiada gente cuyos destinos dependen de m¨ª y siento esa responsabilidad sobre mis espaldas".
El 20 de abril, en Vilnius, Mij¨¢ilov y varios representantes de la oposici¨®n bielorrusa se entrevistaron con Condoleezza Rice, que lleg¨® acompa?ada de los embajadores de EE UU en Lituania y Minsk y el alto representante de la Pol¨ªtica Exterior europea, Javier Solana. Aquel mismo d¨ªa, la alta funcionaria dijo que ya era hora de que "el cambio llegue" a la "¨²ltima verdadera dictadura en el centro de Europa".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.