La ONCE: una bomba de relojer¨ªa en manos de Caldera
El autor critica la actual gesti¨®n y el autoritarismo en la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos Espa?oles, que ha acarreado una fuerte ca¨ªda en las ventas del cup¨®n.
El gran p¨²blico sigue pensando que la ONCE de hoy es aquella ONCE fuerte y emergente de la ¨¦poca del cuponazo, de mediados de los ochenta y principios de los noventa; pero nada m¨¢s lejos de la realidad. Es cierto que a¨²n queda algo de patrimonio inmobiliario de aquel entonces y no poco del patrimonio social que tambi¨¦n entonces fuimos capaces de generar; pero la realidad institucional en general y econ¨®mica en particular dista mucho de parecerse a aquella otra.
Asistimos en estos d¨ªas a una campa?a de prensa, desencadenada por la actual c¨²pula directiva de la ONCE, cuyo principal mensaje consiste en decir que "si el Gobierno socialista no aplica un acuerdo que los directivos de la ONCE firmaron con el entonces ministro del PP Eduardo Zaplana el 3 de febrero de 2004, la ONCE se hundir¨¢; y tambi¨¦n que las ventas del cup¨®n han ca¨ªdo en m¨¢s de un 15% desde el a?o pasado a ¨¦ste". Es cierto que los directivos de la ONCE le arrancaron a Zaplana, in extremis, ese acuerdo d¨ªas antes del 14 de marzo de 2004 a base de una campa?a masiva de miles y miles de cartas enviadas a Crist¨®bal Montoro y a Mariano Rajoy para meterles el miedo en el cuerpo en la antesala electoral; y tambi¨¦n lo es que las ventas del cup¨®n han ca¨ªdo estrepitosamente.
Los ¨²nicos culpables de la ca¨ªda de las ventas del cup¨®n son los directivos
La soluci¨®n tiene que venir de la mano de una regeneraci¨®n democr¨¢tica de la ONCE
De la ca¨ªda de las ventas ni tiene culpa directa el Gobierno socialista ni la tuvo en su d¨ªa el Gobierno del PP, pues los ¨²nicos culpables de eso son los directivos de la ONCE, y debieran asumir de una vez sus responsabilidades en tal sentido. Un dato significativo que ilustra mucho al respecto es que el ejercicio de 1993 -¨²ltimo en el que me cupo el honor de dirigir la ONCE- se cerr¨® con unas ventas del cup¨®n por valor de 346.500 millones de pesetas, en tanto que, en el presente ejercicio y reconocido por los propios actuales dirigentes de la instituci¨®n, a duras penas se alcanzar¨¢n los 300.000 millones de esas antiguas pesetas. Esto significa -ni m¨¢s ni menos- que, para igualar aquellas ventas en pesetas constantes, tendr¨ªan que estar vendiendo ahora m¨¢s de 550.000 millones (unos 3.300 millones de euros).
Y, ?a qui¨¦n se ha trasladado todo este desastroso declive? Pues, fundamentalmente, a los vendedores del cup¨®n que han visto sus sueldos sensiblemente minorados. Por el contrario -y aunque alguno diga, como suele ser habitual, que eso es "el chocolate del loro"-, Mario Loreto Sanz Robles (hombre fuerte de la ONCE, aunque siempre en la sombra) y el resto de la c¨²pula han m¨¢s que triplicado los suyos. Loreto Sanz Robles ha empleado por decisi¨®n propia y sin mediar pruebas de aptitud ni cosa que se le parezca, a m¨¢s de 20 familiares directos suyos, lo que da idea de la concepci¨®n patrimonialista que de la ONCE se tiene.
Pero, por otro lado, que el Gobierno socialista no ejecute el acuerdo al que se lleg¨® con Zaplana tampoco puede extra?ar, pues dicho acuerdo, adem¨¢s de haber sido arrancado con presiones nada justificables y aprovechando la campa?a electoral, consist¨ªa b¨¢sicamente en lo siguiente: en primer lugar, la comercializaci¨®n de una loter¨ªa del tipo rasca-rasca a desarrollar conjuntamente por la Loter¨ªa Nacional y la ONCE, lo cual choca frontalmente con los intereses de las comunidades aut¨®nomas y con los de otros agentes del juego; en segundo t¨¦rmino y de forma alternativa, en que se le permitiera a la ONCE vender la loter¨ªa europea euromillones, lo cual significa, ni m¨¢s ni menos, meterles en casa a los actuales 14.000 vendedores de dicha loter¨ªa los 23.000 vendedores de la ONCE y, como es obvio, los 14.000 no est¨¢n nada dispuestos a dejarse invadir; y, por ¨²ltimo, en tercer lugar, si ninguna de las dos alternativas anteriores funcionaba, el acuerdo prev¨¦ que el Gobierno le d¨¦ a la ONCE -de forma directa y sin otra justificaci¨®n que el supuesto perjuicio que a la ONCE le causa la loter¨ªa europea- una subvenci¨®n de bastantes millones de euros.
Entre tanto, los actuales directivos de la ONCE vienen incurriendo en graves irregularidades de gesti¨®n y, sobre todo, en una pr¨¢ctica terriblemente infausta que es la principal causa de la progresiva decadencia del cup¨®n, y que consiste en emitir muchos m¨¢s boletos de los que en realidad venden. Con esta pr¨¢ctica consiguen transformar a la ONCE en jugadora de su propio juego; pero, sobre todo, lo que persiguen es que, como quiera que, con esta "triqui?uela", muchas veces el premio gordo no toca y se queda en la ONCE (esto ocurri¨® en 119 ocasiones de los 306 sorteos del a?o 2003, en 146 veces de los 310 sorteos del a?o 2004 y en 50 sorteos de los 103 celebrados en el primer cuatrimestre de este a?o), pueden ofrecer unos premios te¨®ricamente muy cuantiosos que, de otra manera, no podr¨ªan ofrecer. Pero la dura realidad cotidiana es que los cuantiosos premios son s¨®lo te¨®ricos, pues, en infinidad de ocasiones, no llegan al p¨²blico.
Aparte de todo esto, la actual direcci¨®n de la ONCE, adem¨¢s de no haber sabido contener la decadencia econ¨®mica, tampoco ha domesticado el gasto, de forma que ¨¦ste ha aumentado considerablemente al punto de que, en la actualidad, los ingresos ordinarios no cubren el gasto corriente y la ONCE tiene que cubrir el d¨¦ficit a base de aumentar su endeudamiento y de vender patrimonio.
En algo s¨ª tenemos raz¨®n los que reclamamos que el ministro Caldera no siga mirando para otro lado (que no hay peor ciego que el que no quiere ver); y es en el hecho de que, de seguir por este camino, la ONCE acabar¨¢ o bien desapareciendo, o bien teniendo que sufrir traum¨¢ticas transformaciones.
Pero la soluci¨®n no pasa por transformarnos en una filial de la Loter¨ªa Nacional a base de vender los productos de ¨¦sta. ?Se imagina el lector cu¨¢ntos cupones del cuponazo podr¨ªan vender los ciegos a 2,5 euros y con un te¨®rico premio de seis millones si tambi¨¦n vendieran al mismo tiempo una loter¨ªa europea a dos euros la apuesta y con expectativas de premio de 40 o m¨¢s millones de euros?, ?a alguien en su sano juicio se le ocurrir¨ªa regalar su red de ventas a la competencia? Pues eso es, ni m¨¢s ni menos, lo que acabar¨¢ sucediendo si se acaba consumando todo esto: que lo que tanto nos cost¨® crear acabar¨¢ convertido en nada o, como mucho, engullido por otros.
Tampoco la buena receta de salvaci¨®n de la ONCE pasa por recibir subvenciones, pues eso es lo de siempre y, adem¨¢s, es a costa de los impuestos de todos. La soluci¨®n tiene que venir de la mano de una regeneraci¨®n democr¨¢tica de la ONCE y de que, con ella, al igual que sucedi¨® en los a?os ochenta, sea el debate interno el que nos permita canalizar de nuevo nuestra creatividad y producir tambi¨¦n nuevas f¨®rmulas (que las hay) para que la ONCE siga siendo capaz de autoabastecerse y de continuar generando empleo. Por tanto, el ministro en particular y el Gobierno en general tienen la obligaci¨®n legal y moral de no permitir que contin¨²e la actual opacidad de la ONCE, de acabar con las manipulaciones sobre nuestro cup¨®n, y de impedir que siga reinando el autoritarismo y la mala gesti¨®n en esta organizaci¨®n.
El ministro Caldera, si no quiere que le alcance la metralla de esta bomba de relojer¨ªa, tiene tambi¨¦n que interesarse por c¨®mo gastan el dinero los actuales directivos de la ONCE, pues no basta con contemplar de lejos el hundimiento de un barco del que uno, aunque no sea su capit¨¢n, s¨ª que tiene todas las responsabilidades sobre su forma de navegar.
Miguel Dur¨¢n es ex director general de la ONCE
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