Las dos caras de 'Garganta Profunda'
Nuevos documentos arrojan luz sobre el hombre que filtr¨® el 'Watergate'
Richard Nixon supo que Mark Felt era Garganta Profunda, pero no pudo atajar sus filtraciones ni cazarlo a tiempo. El presidente intuy¨® que el proceso en marcha iba a acabar con su destituci¨®n, pero sus esfuerzos fueron en vano, porque Felt tom¨® medidas para tapar las filtraciones y fue capaz de llevar una doble vida. Al final, dos meses antes de la ca¨ªda de Nixon, la Casa Blanca forz¨® la salida de Felt del FBI, no por sus conversaciones secretas en un aparcamiento con Bob Woodward y Carl Bernstein, sino por haber filtrado informaci¨®n a The New York Times.
The Washington Post, despu¨¦s de haber consultado "decenas de miles de p¨¢ginas de documentos desclasificados de la Casa Blanca y del FBI y de haber hablado con una veintena de personas que tuvieron relaciones con Felt", concluye que Garganta Profunda ten¨ªa "una personalidad excepcionalmente complicada". ?Qu¨¦ es lo que realmente le empujaba, el amor a la patria y su repugnancia por las maniobras de Nixon o el despecho por no haber sido nombrado director del FBI?
Nixon supo que Mark Felt era 'Garganta Profunda', pero no pudo atajar sus filtraciones ni cazarlo
Probablemente todo, seg¨²n los documentos consultados por el diario. No era ning¨²n secreto que la gran ambici¨®n de Felt era suceder en el cargo a su maestro y amigo, el temido Edgar H. Hoover, casi medio siglo a la cabeza de la m¨¢quina policial estadounidense. "Durante dos horas y 50 minutos estuve en lo alto de la pir¨¢mide", escribi¨® el propio Felt en su autobiograf¨ªa, en referencia a cuando fue director en funciones del FBI: el tiempo que pas¨® entre la dimisi¨®n del hombre que ocupaba ese puesto, Patrick Gray, y el nombramiento por parte de Nixon de William Ruckelshauss. Nixon, que alababa a Hoover en p¨²blico, opinaba de ¨¦l en privado, seg¨²n las cintas de la Casa Blanca, que era "un hijo de puta y un depravado"; en todo caso, quiso aprovechar la oportunidad para recuperar el control del FBI. De nuevo seg¨²n su testimonio, Felt se sinti¨® estremecido del disgusto al ver a Ruckelshauss "poner los pies en lo que a¨²n sent¨ªa que era la mesa de Edgar Hoover".
Al tiempo, su conocimiento de las maniobras para ocultar el Watergate le revolvieron las tripas. Felt dijo a Woodward que Nixon quer¨ªa convertir el FBI "en una sucursal de la Casa Blanca". Pero Felt tampoco era Don Quijote: la repugnancia que sinti¨® ante los delitos de Nixon y sus colaboradores no le impidi¨® emplear m¨¦todos ilegales para desmantelar al grupo radical Weather Underground, acusado de atentar contra instalaciones oficiales. Felt fue condenado y posteriormente perdonado por el presidente Reagan.
Una de las revelaciones m¨¢s atractivas de los documentos desclasificados tiene que ver con la informaci¨®n que Nixon manej¨® sobre Felt como el topo que pasaba datos al Post. El 19 de octubre de 1972, Bob Haldeman, jefe de Gabinete de Nixon, tuvo esta conversaci¨®n con ¨¦l:
-Sabemos lo que se ha filtrado y qui¨¦n lo ha filtrado.
-?Alguien del FBI?
-S¨ª, presidente.
-?Alguien cercano a Gray?
-Mark Felt.
-?Por qu¨¦ diablos estar¨ªa haciendo algo as¨ª?
-Creo que quiere ser el n¨²mero uno.
Los dos especularon sobre las razones, personales y pol¨ªticas, y Nixon quiso saber si hab¨ªa una conexi¨®n con los Kennedy:
-?Es cat¨®lico?
-Jud¨ªo -respondi¨® Haldeman, aunque no era as¨ª.
-?Cristo, quieren poner ah¨ª a un jud¨ªo! -se enfureci¨® Nixon, que cre¨ªa, seg¨²n el Post, que hab¨ªa una conspiraci¨®n de jud¨ªos izquierdistas para echarle de la Casa Blanca.
Meses despu¨¦s, sin haber sido capaz de atrapar a Felt a pesar de los intentos -entre otras cosas, el n¨²mero dos del FBI hab¨ªa dicho en p¨²blico que las revelaciones de Woodward y Bernstein en el Post eran "una mezcla de ficci¨®n y medias verdades" y hab¨ªa ordenado una investigaci¨®n para disimular- Nixon se hart¨® y orden¨® a Gray que limpiara el FBI y que, como m¨ªnimo, le hiciera pasar por un detector de mentiras. Los alemanes sab¨ªan bien lo que hab¨ªa que hacer en la guerra, le dijo Nixon, cuando sufr¨ªan una baja por un francotirador al atravesar una poblaci¨®n: "Sacaban a todo el maldito pueblo a la calle y dec¨ªan, hasta que no sepamos qui¨¦n ha sido vamos a ir matando a todo el mundo. La verdad es que creo que esto es lo que habr¨ªa que hacer".
Gray no se hab¨ªa atrevido a seguir las instrucciones ni los ¨¢speros ejemplos hist¨®ricos del presidente, a diferencia de Felt, que en su af¨¢n por ocultar el rastro, s¨ª orden¨® a un subordinado que pasara por el detector de mentiras. El director en funciones del FBI se lo hab¨ªa preguntado directamente a Felt en enero, poco antes de recibir la orden de Nixon, y la respuesta de Garganta Profunda fue definitiva: ¨¦l no hab¨ªa filtrado nada a nadie. Le creyera o no -Gray est¨¢ escribiendo su testimonio de lo que ocurri¨® en aquellas semanas-, el director en funciones del FBI ten¨ªa otro problema: su confirmaci¨®n en el Senado como n¨²mero uno, que se complicar¨ªa enormemente si se descubr¨ªa que Garganta Profunda era su mano derecha. El topo no se destap¨®, pero todo le sali¨® mal a Gray: cuando se supo que hab¨ªa compartido informaci¨®n sobre sospechosos del Watergate con la Casa Blanca y que hab¨ªa destruido algunas declaraciones, su posici¨®n salt¨® por los aires y dimiti¨® el 27 de abril de 1974.
Felt so?¨® durante dos horas y cincuenta minutos con suceder a Hoover; Nixon aplast¨® su sue?o -retrospectivamente, es obvio que no iba a hacer otra cosa- nombrando director del FBI a Ruckelshauss, y ¨¦ste logr¨® la dimisi¨®n de Felt semanas m¨¢s tarde. Pero el 9 de agosto, cubierto de oprobio y verg¨¹enza, fue Nixon el que tuvo que abandonar para siempre la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.