Lecciones italianas
El refer¨¦ndum abrogativo convocado a instancias del Partido Radical sobre la ley italiana de reproducci¨®n asistida, una de las m¨¢s estrictas de Europa, ha fracasado: solo uno de cada cuatro electores fue a las urnas durante el d¨ªa y medio de duraci¨®n de la consulta. En el contexto italiano, bien diferente del nuestro, hay una primera lectura obvia: el fundamentalismo laico del cual son expresi¨®n los radicales, y que ha impregnado a una buena parte de la izquierda y a un segmento de la derecha, ha fracasado. Y lo ha hecho estrepitosamente y contra pron¨®stico. Las explicaciones al uso sobre el car¨¢cter complejo del tema objeto de consulta (los electores ten¨ªan que dar respuesta a cuatro preguntas distintas) y sobre la transversalidad de la cuesti¨®n no se sostienen. A la postre el planteamiento complejo de la consulta tiene su causa en la posici¨®n adoptada por los promotores de la misma, que la sacaron adelante precisamente porque su transversalidad permite al Partido Radical (en el entorno del 1% de los votos) adquirir un protagonismo del que de otro modo carecer¨ªa.
La transversalidad ha sido tan palmaria que mientras el candidato del centro-izquierda a la presidencia del gobierno (el se?or Prodi) afirmaba ir a votar negativamente, el l¨ªder de la Alianza Nazionale y vicepresidente del Gobierno, se?or Fini, ped¨ªa el voto positivo, por poner s¨®lo dos ejemplos, que por lo dem¨¢s se podr¨ªan multiplicar. Sin embargo no es el cruzar las divisorias de partido lo que permite explicar el fracaso, lo mismo sucedi¨® hace un cuarto de siglo con los referendos sobre el divorcio y el aborto, y entonces vot¨® mas del setenta por ciento, la no coincidencia de la divisoria que causa la cuesti¨®n que se somete a consulta con la divisoria partidista no favorece a los partidos (y por eso la experiencia italiana de 1978 se halla en la ra¨ªz de la eliminaci¨®n del proyecto constitucional espa?ol del refer¨¦ndum legislativo que en principio figuraba en el mismo), pero puede favorecer al sistema democr¨¢tico, que a la postre es lo que importe.
A mi juicio el fracaso se debe a tres razones distintas, que conviene tener en cuenta en los d¨ªas que corren. La primera de ellas radica en que la consulta se plante¨® en t¨¦rminos impropios para un refer¨¦ndum. La decisi¨®n popular por mayor¨ªa, que es la entra?a del refer¨¦ndum, puede ser adecuada si, y s¨®lo si, al elector se le plantea una cuesti¨®n concreta y determinada susceptible de ser contestada razonablemente mediante un s¨ª o un no. Para que el refer¨¦ndum sea adecuado es indispensable practicar el arte de la buena pregunta: consultar sobre una cuesti¨®n que permite alternativas claras y distintas, y sobre un problema susceptible de ser explicado satisfactoriamente al com¨²n de los mortales. Si el problema es muy complejo la pregunta o preguntas no pueden ser claras y la consulta popular es un mal procedimiento de decisi¨®n, entre otras razones porque se presta al m¨¦todo Ollendorf, como ya hemos visto: se pregunta por la Constituci¨®n Europea y el elector galo nos contesta que la globalizaci¨®n no le gusta.
A rengl¨®n seguido hay que anotar que el tema sometido a consulta era en s¨ª mismo poco apto para una decisi¨®n por mayor¨ªa. Porque de lo que se trataba era ni m¨¢s ni menos que contestar a cuatro preguntas distintas cada una de las cuales planteaba dilemas morales de no peque?a dimensi¨®n. Y no me parece que los problemas morales sean los m¨¢s indicados para ser resueltos mediante un procedimiento que no permite m¨¢s que respuestas en blanco y negro, y al que es ajeno el matiz. Si a ello se a?ade que no se enfrenta al elector ante un dilema moral sino frente a cuatro simult¨¢neos, y que los dilemas se plantean sobre cuestiones en los que la informaci¨®n es escasa, cuando no pobre, el debate social es esquem¨¢tico y las opiniones presentes est¨¢n muy polarizadas, me parece que es bastante explicable que el elector de a pie, sumido en la perplejidad, se abstenga de pronunciarse. Los fundamentalismos y las urnas no suelen llevarse bien.
Finalmente hay una raz¨®n que tiene que ver con la funcionalidad pol¨ªtica de los referendos. ?stos son muy ¨²tiles al afecto de moderar el excesivo imperio de los partidos (que controlan la representaci¨®n) y para permitir que las minor¨ªas tengan una ventana de oportunidad para hacerse o¨ªr e introducir temas nuevos en la agenda pol¨ªtica. Por eso ha sido muy ¨²til a la democracia italiana un partido como el Radical. Aunque el se?or Panella no cuente con mis simpat¨ªas precisamente. Pero su utilidad depende de dos factores: la capacidad de introducir innovaciones en la agenda pol¨ªtica y de forzar a los partidos a adoptar posici¨®n y pronunciarse. Cuando el tema ya est¨¢ en la agenda y los partidos no tienen ning¨²n inter¨¦s en forzar una decisi¨®n inmediata por las razones que sean (desde el deseo de evitar tensiones internas al juicio de que el tema no est¨¢ maduro para una decisi¨®n) las formaciones pol¨ªticas se ausentar¨¢n del debate y la movilizaci¨®n de los electores ser¨¢ escasa o no se dar¨¢. Y entonces pasa lo que pasa: que tres de cada cuatro electores se quedan en casa a pesar de tener dos jornadas para votar.
Al fondo hay una cuesti¨®n de no escasa relevancia, que un dirigente radical ha apuntado: ?c¨®mo es posible que si el 70% de los encuestados est¨¢n en contra de la ley y a favor de los cambios que se proponen en la consulta ¨¦sta fracase? El mero planteamiento de la pregunta revela dos cosas: de un lado que el dirigente radical no se ha apercibido de que el ambiente cultural est¨¢ cambiando y no parece que en ¨¦l el cienticismo (una religi¨®n secular al fin y al cabo) sea muy rentable; del otro que no sabe las razones por las que el "gobierno por encuestas" no es una buena idea. Tendr¨ªa que leer, a Sartori por cierto. Algunos pol¨ªticos de aqu¨ª tendr¨ªan que aplicarse el cuento.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.