El premio
En los ¨²ltimos d¨ªas de este mes de junio impropio, por la agresividad con la que se ha anunciado un verano que, a¨²n no nacido, adelantaba el calor que a algunos les ha pillado, por primera vez en su vida, yendo en autocar a manifestarse por las calles de Madrid, con el gozo, supongo, de quien descubre que la calle es de todos y la democracia no restringe su uso a nadie. Si el domingo que viene vuelven a la manifestaci¨®n contra el hambre en el mundo todos los que lo hicieron contra el matrimonio de los homosexuales, seguro que casi va a ser aquello tan grande, o m¨¢s, que lo fueron las manifestaciones contra la guerra de Irak. Entre los ecos de la bulla "familiar" de Madrid y otros eventos, pasaban otras cosas, por ejemplo que se conced¨ªa el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras a la brasile?a N¨¦lida Pi?¨®n.
Entre los nombres que pod¨ªan haber recibido el premio y sobre los que deliber¨® el jurado estaba el del grand¨ªsimo escritor andaluz Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald. No conozco la obra de N¨¦lida Pi?¨®n, pero siento admiraci¨®n por la obra y la persona de Caballero Bonald y pienso que no s¨®lo hubiera estado bien, sino que hubiera sido extraordinariamente justo que el premio se le hubiera otorgado a nuestro poeta. Por cierto, que el autor de Tiempo de guerras perdidas, esas memorias impagables, acaba de publicar, como aportaci¨®n al cuarto centenario del Quijote, una selecci¨®n de la poes¨ªa de Cervantes, una cierta constante, ¨¦sta, en su obra, si recordamos su libro Sevilla en tiempos de Cervantes o, por ejemplo, aquella cita inicial de Persiles sobre el Campo de Agramante en su novela del mismo t¨ªtulo.
Habr¨¢ que leer ahora su visi¨®n del poeta casi tragado por el mito quijotesco y al que ha querido poner en valor como homenaje en el centenario este nuestro poeta al que admiro por todo y tambi¨¦n por su permanente distancia de los bienpensantes, casualmente tan alborotados estos d¨ªas y tan seguros, como le¨ª alguna vez que dec¨ªa Caballero Bonald, de estar en posesi¨®n de la verdad permanente y obsesionados por prohibir.
Lamentemos habernos perdido la ocasi¨®n de escuchar el discurso que hubiera podido pronunciar en nombre de los premiados en el teatro Campoamor de Oviedo, al recoger el Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras. El pr¨®ximo a?o.
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