Homenaje al Che
Hay tres ch¨¦s: che, ch¨¦ y Che. Y cada uno carga un fragmento de la historia de la lengua y de los pueblos que la habitan.
La che nombra a un fonema que distingue al espa?ol. De la gran liga de las lenguas, s¨®lo el ingl¨¦s y el italiano suelen articularlo, aunque sin concederle un lugar en sus alfabetos.
Nuestra ch, como la ll, est¨¢ instituida oficialmente -realmente- por la RAE y requiere dos caracteres gr¨¢ficos. Es otra distinci¨®n del espa?ol, aunque quiz¨¢ los alemanes, empe?ados en suprimir la ?, tendr¨¢n que adoptar la ss.
Sorprenden las manifestaciones ideol¨®gicas en la ortograf¨ªa, el dise?o y las marcas comerciales: la condena de la ? es contempor¨¢nea al redise?o del VW, modelo KdF (iniciales de Kraft durch Freude, "al trabajo por la alegr¨ªa", lema nacionalsocialista) al que ahora nombran con el musical, inofensivo y anglosaj¨®n Beetle, al tiempo que expandieron su volumen y le dieron alusiones a la iconograf¨ªa de Disney -otra industria- y la de Barbie: una putita.
?Cu¨¢ntos negocios se han hecho con su polivalente icono!
Hasta los aliados ocupantes del territorio alem¨¢n combatieron la tipograf¨ªa Frakturschrift, llamada entre nosotros g¨®tica alemana. Sus caracteres les evocaban lo peor de la naci¨®n vencida. Ignoraban que en 1941 una circular de Martin Borman, jefe del partido nacionalsocialista, hab¨ªa proscrito su empleo en los documentos oficiales del Reich. Pero ning¨²n decreto de Hitler o de Eisenhower impide a fetichistas y mel¨®manos reconocer el sonido de la ? al o¨ªr a Dieskau, o a Wunderlich saludando los s¨¹?en F¨¹?en -dulces pies- de la amada del Dichterliebe de Schuman.
Alguna vez alguien se manifestar¨¢ contra la ch reclamando una poda del alfabeto. Siempre hay negocios tras estas movidas culturales que se hacen m¨¢s probables en tanto nadie habla verdadero espa?ol y la lengua difundida por regiones ib¨¦ricas y naciones del mundo se rebela constantemente contra la pretensi¨®n de diferenciar x, s, c y z, descuida la delicada d que en Madrid llega a sonar como z, y en las regiones campesinas de Suram¨¦rica se ha andulazao tanto que en los participios pasaos yace jadeada y muda como la h de ahogo.
Tambi¨¦n est¨¢ el pronombre "che" adquirido hace m¨¢s de cuatro siglos. Los invasores del R¨ªo de la Plata toparon con pueblos que dispon¨ªan de una riqueza l¨¦xica y gramatical que asombr¨® a los pocos frailes y letrados que integraban sus comitivas. Funciones gramaticales como la voz media del griego, perdida desde Roma, estaban vigentes en la lengua guaran¨ª, que tambi¨¦n dispon¨ªa de una estructura de clasificaci¨®n y declinaci¨®n de sustantivos m¨¢s rica -m¨¢s evolucionada, l¨®gica y eficiente- que la de cualquier lengua europea.
Pero no es de all¨ª que procede el che caracter¨ªstico de los argentinos: en guaran¨ª "ch¨¦" es el pronombre de la primera persona singular, equivalente a nuestro "yo" aunque tal vez, sin libros ni televisi¨®n, sus hablantes hayan tenido un Yo mejor consolidado.
El pronombre argentino "ch¨¦" viene del mapundungun, lengua del pueblo araucano que en Chile y Argentina a¨²n habla m¨¢s de medio mill¨®n de ciudadanos. Aunque ser¨¢ mejor llamar "habitantes" a esos hablantes que a¨²n no han podido reponerse de los efectos de aquella poco recordada gran guerra europea.
En mapundungun "che" es un sustantivo que puede traducirse como "hombre", o "gente", seg¨²n el contexto del habla. Los mapuche (hombres de la tierra) empleaban el che para identificar procedencia, y as¨ª dec¨ªan leufuche, picunche, huilliche, puelche y mulche para referirse a los habitantes del r¨ªo, del norte, sur, este y del oeste, respectivamente.
Fue tan natural que llamasen "ch¨¦" a esos extra?os de a caballo, piel blanca, artificios de p¨®lvora y ropajes de acero que parec¨ªan venidos de ninguna parte, como que ¨¦stos, al ser interpelados con la part¨ªcula ?ch¨¦!, la interpretaran como el vocativo de la segunda persona y la hicieran suya para suplir una funci¨®n que, como la voz media y los verbos y pronombres duales, se hab¨ªa atrofiado con la evoluci¨®n de Occidente hacia un lenguaje m¨¢s desarrollado y humanamente m¨¢s pobre.
El tercer Che -el de la pel¨ªcula de la motocicleta- es un mito tan d¨²ctil como el pronombre "¨¦l", que puede identificar a cualquier cosa de g¨¦nero neutro o masculino. Es un modelo de h¨¦roe que se manifiesta a escala literaria, cinematogr¨¢fica y est¨¦tica, siempre a gusto de izquierdas y derechas. ?Cu¨¢ntos negocios pol¨ªticos, culturales, editoriales y gr¨¢ficos se han hecho y seguir¨¢n haci¨¦ndose con su polivalente icono...! Su imagen late tatuada sobre b¨ªceps y tr¨ªceps izquierdos de Maradona cada vez que los noticieros muestran al ex deportista nuevamente rehabilitado de su obesidad o de sus adicciones. Los burgueses del mundo contemplan victoriosos c¨®mo sus hijos adoran -y consumen- el p¨®ster del guerrero que s¨®lo experiment¨® una victoria: cuando march¨® junto a Castro, con el apoyo de la opini¨®n mundial. Y norteamericana.
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