Duncan y Ginobili ponen las cosas en su sitio

El mundo del baloncesto no lo dice, pero en secreto esta dispuesto a levantarle un monumento a Hugo, el devastador hurac¨¢n que azot¨® las Islas V¨ªrgenes en septiembre de 1989 y que se llev¨® por delante la ¨²nica piscina ol¨ªmpica de Saint Croix. Aquel d¨ªa, la nataci¨®n perdi¨® a una promesa que manten¨ªa el r¨¦cord de Estados Unidos en los 400 metros libres. En cambio, al no tener piscina donde entrenarse y obligado a cambiar de deporte, el baloncesto gan¨® a Tim Duncan, uno de los mejores ala-p¨ªvot de la historia.

De la mano de un gran Duncan, San Antonio Spurs derrot¨® a Detroit Pistons, 81-74, en un aguerrido s¨¦ptimo partido de la final de ls NBA, y gan¨® el tercer campeonato de su historia, el segundo en tres a?os. Con 17 puntos en los ¨²ltimos 18 minutos, Tim Duncan lider¨® a los Spurs tras una eliminatoria en la que nunca pareci¨® el dominador que se le pide que sea cuando tiene el bal¨®n en su poder. Los hombres altos de Detroit se hab¨ªan turnado para mantener a Duncan por debajo de su potencial durante seis partidos. Sin embargo, los Wallace y compa?¨ªa se quedaron sin gasolina a falta de un cuarto, mientras Duncan sacaba a relucir todo su arsenal, justo cuando el momento lo exig¨ªa, para as¨ª demostrar que tiene mucho m¨¢s car¨¢cter del que se?alan sus cr¨ªticos.

Fue una final que regal¨® momentos para todos. Manu Ginobili anot¨® 11 puntos en el ¨²ltimo cuarto, para un total de 23, y coron¨® una temporada memorable, que comenz¨® el pasado agosto con la medalla de oro en los Juegos de Atenas. Robert Horry consigui¨® su sexto t¨ªtulo de la NBA con su tercer equipo, y acapar¨® todo el protagonismo en el quinto encuentro, al anotar el tiro ganador. Por otro lado, a un grupo de excelentes jugadores de los Pistons -Rasheed Wallace, Chauncey Billups y Richard Hamilton-, les quedar¨¢ la duda de qu¨¦ hubiera pasado si se hubiesen tomado en serio en aquel quinto duelo al que llaman Big Shot Bobby, o sea, a Horry.

Al final, el tiempo fue justo con Duncan, que se alz¨® con su tercer premio al jugador mas valioso de la final, igualando as¨ª a Magic Jonson, Michael Jordan y Shaquille O'Neal como los ¨²nicos jugadores con al menos el mismo numero de galardones. Por supuesto, Bill Russell estar¨ªa en el mismo grupo si el premio hubiera existido en su ¨¦poca.

Los San Antonio Spurs son un equipo que parece haber sido construido al dedillo para no vender camisetas. Su mejor jugador, Duncan, es la antiestrella. No llama la atenci¨®n, siempre habla en plural y s¨®lo responde a las cr¨ªticas jugando al baloncesto. Su entrenador, Gregg Popovich, apuesta por un juego pr¨¢ctico, alejado de exhibiciones de cara a la galer¨ªa. Tampoco tiene San Antonio un hombre malo al estilo de Rasheed Wallace, de Detroit, de Allen Iverson, base de Filadelfia o de Ron Artest, de Indiana. De hecho, el m¨¢s feroz de sus defensores, Bruce Bowen, parece un angelito al lado de aquellos. Los hobbies de los Spurs tampoco son destacables. As¨ª como el avi¨®n que trasportaba a los Bulls de Michael Jordan se convert¨ªa en un casino a¨¦reo, moviendo cientos de miles de d¨®lares durante la temporada, los Spurs tambi¨¦n realizan campeonatos, pero en este caso no son de p¨®ker, sino con una consola de videojuegos en la mano.

La final de la NBA comenz¨® con Tim Duncan como el mejor jugador de la serie. Luego, las actuaciones de Wallace y Chauncey Billups en los siguientes cuatro partidos, hicieron dudar incluso al m¨¢s fan¨¢tico seguidor de los Spurs. Pero Duncan y Ginobili volvieron para poner las cosas en su sitio y devolver a San Antonio a lo m¨¢s alto del firmamento de la NBA.