Los artistas alegres
La Bauhaus fue la instituci¨®n art¨ªstica alemana m¨¢s influyente desde 1919 hasta 1933. Por ella pasaron los mejores arquitectos y pintores de la ¨¦poca. Una exposici¨®n en Barcelona muestra el modo de vida y las fiestas que organizaban los profesores (Mies van der Rohe, Gropius, Kandinsky, Paul Klee?) y sus alumnos.
Invitaciones a fiestas, carteles, disfraces, cometas, decorados, tiques de entradas, tarjetas, fotograf¨ªas, adornos, paquetes de regalos art¨ªsticos: estos pecios de una traves¨ªa fenomenal, en los cuales se advierte el talento a raudales de la tripulaci¨®n, se re¨²nen en una exposici¨®n titulada La Bauhaus se divierte, en la sala Caixaforum de Barcelona. Son un testimonio de la vida que llevaban en las horas de recreo, y de la creatividad que aplicaban a toda ocasi¨®n, los miembros de la instituci¨®n art¨ªstica m¨¢s influyente del siglo XX.
La Bauhaus (Casa de Construcci¨®n), la escuela oficial de artes y oficios de Weimar, vino a sustituir, despu¨¦s de la I Guerra Mundial, a la Academia de Artes del Gran Ducado Saj¨®n y a la Academia de Artes y Oficios del Gran Ducado Saj¨®n, y reuni¨® -primero en esa ciudad, luego en la de Dessau y por fin, muy fugazmente, en Berl¨ªn- a algunos de los m¨¢s destacados arquitectos, artistas y artesanos de Europa central. Hab¨ªan crecido en la est¨¦tica recargada, el biedermeier, el art d¨¦co y el modern style, pero estaban convencidos de que todo eso merec¨ªa ser arrumbado en el desv¨¢n de los trastos viejos y los ba¨²les de la abuelita. Fue una escuela decisiva en la ruptura de la jerarqu¨ªa que separaba las artes de las artes aplicadas, y en proponer un arte y un dise?o funcionales, proporcionados y accesibles para una sociedad de masas crecientemente industrializada. Invent¨® lo que hoy entendemos por dise?o moderno.
Su breve, precaria historia se extiende a lo largo de la Rep¨²blica de Weimar, desde 1919 hasta 1933; o sea, desde su instituci¨®n hasta que cerr¨® bajo presi¨®n del nuevo r¨¦gimen nacionalsocialista, pese a las concesiones y garant¨ªas de apoliticismo y pureza de sangre que el fundador, Walter Gropius, y su ¨²ltimo director, Mies van der Rohe, ofrecieron alguna vez a las autoridades pol¨ªticas en aras de un posibilismo inoperante para retrasar lo inevitable; inevitable no porque el nuevo r¨¦gimen no defendiese a ratos, abandonando sus primeros postulados kitsch, una est¨¦tica industrial y "absolutamente moderna", sino por el olor a azufre que los segmentos m¨¢s reaccionarios de la sociedad alemana cre¨ªan percibir en las inmediaciones de la escuela, y por las tendencias izquierdosas y comunistas de algunos de sus miembros, como el segundo director de la Bauhaus, Hannes Meyer. Pero cuando la Bauhaus cerr¨®, Gropius llev¨® sus ideas a Harvard; Mies van der Rohe, a Chicago, y el fot¨®grafo Moholy-Nahy fund¨® la New Bauhaus, luego Institute of Design, en Chicago.
Cuando Gropius fund¨® la escuela, Alemania acababa de ser catastr¨®ficamente derrotada y mutilada en la I Guerra Mundial, estaba endeudada con las potencias vencedoras y sumida en un clima de guerra civil; pero las experiencias del campo de batalla hab¨ªan revelado a muchos que la renovaci¨®n, la redenci¨®n y el porvenir del pa¨ªs estaban en la t¨¦cnica, la industria, la ingenier¨ªa?
De aquellos a?os desbordantes de conflictos sociales nos han quedado, como ilustraci¨®n can¨®nica, los dibujos y pinturas de Grosz y de Dix, llenos de soldados lisiados, de amputados, de mendigos y de oficiales porcinos en la v¨ªspera de la apoplej¨ªa. En cuanto a las ideas art¨ªsticas, las academias tradicionales estaban siendo amenazadas por una pl¨¦yade de movimientos -el expresionismo (Alemania), el futurismo (Italia), el cubismo y el constructivismo (por todas partes)- que se consideraban m¨¢s acordes con los tiempos modernos. Gropius y su formidable elenco de profesores (Paul Klee, para la clase de pintura y cristal; Kandinsky, para el taller de murales; Moholy-Nagy, para el de fotograf¨ªa; Herbert Bayer, para tipograf¨ªa y anuncios; Lionel Feininger, para artes gr¨¢ficas, etc¨¦tera) opinaban que en el fondo todos estos movimientos prolongaban de hecho los mitos del romanticismo, el enfrentamiento del artista heroico e individualista con la academia; esa clase de conflictos estaban obsoletos. Seg¨²n escribi¨® Gropius en 1923, "el esp¨ªritu dominante de nuestra ¨¦poca ya es reconocible, aunque su forma a¨²n no est¨¢ claramente definida. El viejo concepto universal dualista que contempla el ego en oposici¨®n al universo est¨¢ perdiendo terreno r¨¢pidamente. En su lugar crece la idea de una unidad universal en la que todas las fuerzas opuestas coexisten en un estado de absoluto equilibrio". El verdadero desaf¨ªo era otro: ofrecer a las masas los objetos de calidad que anta?o se ofrec¨ªan a las clases m¨¢s favorecidas.
La Bauhaus se presentaba como una revoluci¨®n espiritual y al mismo tiempo como un veh¨ªculo de investigaci¨®n pr¨¢ctica, especialmente para la construcci¨®n de viviendas, el interiorismo, el desarrollo de prototipos para la industria y la artesan¨ªa. En beneficio de la cooperaci¨®n y armon¨ªa entre artistas, artesanos, comerciantes y fabricantes, cada taller contaba con un profesor artista y otro artesano, uno para la ense?anza pr¨¢ctica y otro para la te¨®rica.
Uno de sus primeros estudiantes explicaba en una carta la poderosa impresi¨®n que le caus¨® leer la primera declaraci¨®n de intenciones de la nueva escuela: "Cuando vi el manifiesto fundacional de la Bauhaus, ornamentado con el grabado en madera de Feininger, pregunt¨¦ a todo el mundo qu¨¦ era aquello en realidad. Me dijeron que durante el examen de ingreso cada aspirante era encerrado en un cuarto oscuro. Se le arrojaban truenos y luces para sumirlo en un estado de intensa agitaci¨®n. Su aceptaci¨®n depender¨ªa de lo bien que supiese describir sus reacciones. Este informe, aunque exageraba la realidad, encendi¨® mi entusiasmo. Mi futuro econ¨®mico estaba lejos de estar asegurado, pero no me lo pens¨¦ dos veces y decid¨ª unirme a la Bauhaus. Esto fue durante los a?os de la posguerra, y hoy todav¨ªa me pregunto de qu¨¦ viv¨ªa la mayor¨ªa de los miembros de la Bauhaus. Pero la alegr¨ªa y la satisfacci¨®n de esos a?os nos hac¨ªan olvidar nuestra pobreza. Los miembros de la Bauhaus ven¨ªan de todas las clases sociales. Ofrec¨ªan una apariencia de lo m¨¢s v¨ªvido: algunos todav¨ªa en uniforme, otros descalzos o en sandalias, otros con largas barbas de artistas o ascetas".
?Qu¨¦ dec¨ªa, que fuese tan revolucionario y excitante, esa primera proclama? Entre otras cosas, lo siguiente: "Arquitectos, escultores, pintores: todos debemos volvernos hacia las artesan¨ªas. El arte no es una profesi¨®n. No hay una diferencia esencial entre el artista y el artesano. El artista es un artesano exaltado. En raros momentos de inspiraci¨®n, momentos que est¨¢n m¨¢s all¨¢ del control de su propia voluntad, la gracia del cielo puede hacer que su trabajo florezca en arte. Pero la profesionalidad en su artesan¨ªa es esencial para todo artista. Ah¨ª radica una fuente de imaginaci¨®n creativa. Formemos una nueva corporaci¨®n de artesanos sin distinciones de clase que levanten la arrogante barrera entre artesanos y artistas. Concibamos y creemos juntos el nuevo edificio del futuro, que reunir¨¢ arquitectura, escultura y pintura en una unidad, y que un d¨ªa subir¨¢ hacia el cielo desde las manos de un mill¨®n de trabajadores como el s¨ªmbolo cristalino de una nueva fe".
Gropius aspiraba a formar en la escuela una comunidad armoniosa, inspirada en los gremios medievales; una de las normas de la Bauhaus era promover la convivencia y la amistad entre profesores y alumnos. Trabajaban juntos, viv¨ªan cerca y se divert¨ªan juntos tambi¨¦n. El programa de festejos ten¨ªa una doble finalidad: por una parte, intentaba fomentar el contacto entre la escuela y la poblaci¨®n, para aplacar los recelos de ¨¦sta hacia la instituci¨®n; por otra, reforzaban el esp¨ªritu corporativo y serv¨ªan para aliviar las tensiones y conflictos entre los profesores y los alumnos. El programa era asombrosamente denso, y cuajaba en numerosas fiestas, bailes, mascaradas, conciertos, representaciones teatrales; en celebraciones de aniversarios, de matrimonios, del nacimiento de los hijos. En todos estos casos ten¨ªa ocasi¨®n de manifestarse el talento de los diferentes talleres.
Cuatro veces al a?o, la ciudad de Weimar se convert¨ªa en escenario de otros tantos happenings que los estudiantes preparaban obsesivamente durante semanas. El 18 de mayo se celebraba el cumplea?os de Gropius y la Fiesta de las Linternas: despu¨¦s de la ca¨ªda de la noche, cada estudiante, portando la linterna m¨¢s bonita que hubiera podido dise?ar, recorr¨ªa la ciudad desde el r¨ªo hasta la escuela y de la casa de unos profesores a otros; la procesi¨®n de las linternas parec¨ªa una migraci¨®n de luci¨¦rnagas que por fin cruzaba el parque hasta el Ilmschl?schen, el "peque?o castillo sobre el Ilm", donde se celebraba una fiesta amenizada por los virtuosos del taller de m¨²sica, con disfraces, m¨¢scaras y marionetas de los respectivos talleres? En verano se celebraba la Fiesta Pagana del Solsticio, con representaciones, hogueras, etc¨¦tera. En octubre, el nuevo semestre comenzaba con la Fiesta de las Cometas, algunas tan elaboradas que no pod¨ªan levantar el vuelo, pero eran llevadas orgullosamente en procesi¨®n hasta la colina elegida entre las que dominan la ciudad para hacerlas volar al viento oto?al. Y las navidades se festejaban con un intercambio de regalos.
Adem¨¢s de estas cuatro fiestas oficiales, que sol¨ªan terminar con discursos c¨®micamente pomposos, cada mes se celebraba un baile de m¨¢scaras. Y cada s¨¢bado hab¨ªa la posibilidad de participar en una excursi¨®n, a la que se invitaba con las palabras "?habr¨¢ m¨²sica!". Tambi¨¦n la conclusi¨®n de cualquier obra especialmente laboriosa, dif¨ªcil, complicada o hermosa merec¨ªa ser rubricada con una fiesta en el taller. Lotear Schreyer cuenta c¨®mo se desarrollaba una de estas celebraciones: "Cuando Ida Kerkovius complet¨® su primera gran alfombra en el taller de tejedur¨ªa celebramos el acontecimiento en mi peque?o apartamento en la vieja casa de la se?ora Von Stein, junto al parque. La hermosa alfombra, que med¨ªa cuatro metros cuadrados, ocupaba casi toda la habitaci¨®n; la enmarcamos con velas encendidas y nos distribuimos alrededor, hablando tranquila y alegremente, con el murmullo de la fuente tras la ventana".
Se organizaban adem¨¢s, en la escuela y fuera de ella, lecturas, conferencias, recitales y soir¨¦es, a las que segu¨ªan reuniones relajadas e informales en las que no faltaban los m¨²sicos con sus instrumentos. Los carnavales y los bailes de m¨¢scaras se hicieron progresivamente complejos y organizados. La m¨¢s recordada luego por sus participantes fue la Fiesta Met¨¢lica del 9 de febrero de 1929: los invitados entraban en el edificio de la escuela, espl¨¦ndidamente iluminado, a trav¨¦s de una alfombra met¨¢lica; eran recibidos por un trompeteo de la banda, y se reflejaban, distorsionados, en las paredes cubiertas con l¨¢minas de metal brillante, en las fuentes met¨¢licas para fruta colgadas del techo y en una enorme cantidad de bolas de cristal; por todas partes resonaba ruido de campanillas y las notas que sonaban al pisar cada escal¨®n de una escalera musical?
A¨²n se oye el eco de esa m¨²sica de pisadas.
'La Bauhaus se divierte. Fiestas y vida cotidiana' puede verse desde el d¨ªa 28 hasta finales de septiembre en Caixaforum, de la Fundaci¨®n La Caixa. Barcelona.
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