'Tit¨¤nics'
Tras el esperp¨¦ntico empate de los comicios gallegos y la reelecci¨®n de Ibarretxe gracias a renovaci¨®n de la hipoteca otorgada por Batasuna, el presente curso pol¨ªtico se desagua para estancarse en la sequ¨ªa estacional. As¨ª que ahora conviene estar atentos a las oportunas serpientes de verano, siempre bienvenidas con tal de que amenicen el fastidio del est¨ªo informativo. Y una de estas serpientes bien podr¨ªa ser el caso de los intelectuales anticatalanistas, que amenazan con segar la hierba bajo los pies de Maragall creando en su partido una resbaladiza fracci¨®n espa?ola. La lengua tr¨ªfida de esta serpiente es bien conocida, encabezada como est¨¢ por los profesores Az¨²a, Carreras y Ovejero. Pero de este tridente quiero destacar aqu¨ª al primer F¨¦lix, que se hizo felizmente c¨¦lebre hace ya muchos a?os, cuando public¨® en este peri¨®dico un famoso art¨ªculo donde comparaba a la Catalu?a de Pujol con un ostentoso Tit¨¤nic (con tilde catalana) ignorante de su naufragio. Pues bien, el profeta Az¨²a acert¨® de plano, pues hoy en efecto el Tit¨¤nic de Maragall parece un buque a la deriva, que amenaza con hundirse no por la colisi¨®n con el iceberg espa?olista sino por su propia p¨¦rdida del rumbo pol¨ªtico.
?C¨®mo interpretar la voluntad del tripartito catal¨¢n de parir un nuevo Estatut confederal, que en la pr¨¢ctica implica la impugnaci¨®n unilateral del actual federalismo fiscal? En realidad, podr¨ªa tratarse tan s¨®lo de una simple revuelta fiscal de tipo liguista, como la que ha protagonizado en Italia el buf¨®n Umberto Bossi a la cabeza de su Liga Norte, tras inventarse una Padania calcada de Catalonia. Pero m¨¢s que de insumisi¨®n fiscal (tan com¨²n en estos tiempos de minimalismo neoliberal) habr¨ªa que hablar de emulaci¨®n del (mal) ejemplo vasco. La Constituci¨®n del 78 legaliz¨® la exenci¨®n fiscal del Concierto foral vasconavarro, dividiendo Espa?a en dos: la privilegiada, exenta de pagar impuestos, y la sometida al r¨¦gimen com¨²n, obligada a tributar con redistribuci¨®n progresiva de la renta. Es, a escala territorial, la aplicaci¨®n del evang¨¦lico efecto Mateo: a quien tiene (los vasconavarros), m¨¢s se les dar¨¢; y a quien no tiene (el resto de espa?oles), todo les ser¨¢ quitado. Pero los catalanes se han hartado de hacer el primo, y ahora quieren hacer tambi¨¦n de vascos.
Todo esto es seguramente cierto, pero tambi¨¦n hay algo m¨¢s. Como para dar la raz¨®n a F¨¦lix de Az¨²a, el caso catal¨¢n actual recuerda cada vez m¨¢s al caso alem¨¢n. Hasta 1990, Alemania era no s¨®lo la locomotora de Europa, sino adem¨¢s tambi¨¦n su coraz¨®n (voluntarismo) y su cabeza (liderazgo). Pero tras la segunda Unificaci¨®n (de significado hist¨®rico inverso a la primera Unificaci¨®n de Bismarck), Alemania ha sido incapaz de seguir representando el mismo papel rector de la Uni¨®n Europea, otro Tit¨¤nic cuyo actual naufragio se debe sobre todo a la decadencia germana, m¨¢s que al fr¨ªvolo oportunismo franc¨¦s o a la interesada traici¨®n brit¨¢nica. Sencillamente, los alemanes ya no son capaces de seguir tirando del carro europeo. Y ante su dimisi¨®n, el carro se para, sin carretero que lo mande.
Pues bien, el Tit¨¤nic catal¨¢n representa respecto a Espa?a lo mismo que el Tit¨¤nic alem¨¢n. Hasta ahora, Catalu?a estaba dispuesta a pagar m¨¢s impuestos que los dem¨¢s territorios porque lo consideraba no un coste improductivo sino una inversi¨®n rentable, que le otorgaba poder de control sobre el mercado espa?ol. As¨ª ven¨ªa sucediendo desde la primera Restauraci¨®n canovista, permitiendo un siglo largo de acumulaci¨®n catalana gracias al proteccionismo estatal espa?ol. Pero tras el ingreso de Espa?a en la UE y, sobre todo, tras la llamada globalizaci¨®n, ese proteccionismo estatal ya no es posible, con lo que Catalu?a ha perdido su control del mercado interior y ahora se siente incapaz de seguir siendo la locomotora que tira del carro espa?ol. De ah¨ª que los impuestos que paga hayan dejado de parecerle una inversi¨®n y ahora prefiera verlos como un coste, sirvi¨¦ndole de coartada para tapar su dimisi¨®n del liderazgo peninsular.
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