Desacuerdo comunitario
Cuando termin¨® la ¨²ltima cumbre de la Uni¨®n Europea, la mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n del continente utilizaron el t¨¦rmino "crisis profunda". No les falta raz¨®n, la situaci¨®n en la que ha quedado el proceso de construcci¨®n europea est¨¢ rodeado de una importante sombra de incertidumbre. El "no" franc¨¦s y holand¨¦s a la Constituci¨®n, convertidos en claro obst¨¢culo para el futuro pol¨ªtico pensado por la Convenci¨®n y la Conferencia Intergubernamental, no fue resuelto por los l¨ªderes europeos, en una demostraci¨®n de que no hab¨ªa plan B al rechazo de dos de los pa¨ªses fundadores. Si buscamos entre las razones de este inesperado problema es posible que encontremos una cierta ruptura entre los ciudadanos que accionan el "no" ante la propuesta constitucional y unos l¨ªderes que, sencillamente, no reaccionan.
Es posible que se requieran cambios de gobierno en algunos de los Estados para desbloquear la situaci¨®n
Unos ciudadanos cansados de la distancia existente entre la ¨¦lite pol¨ªtica y la sociedad civil, alejados por tanto de las razones del "s¨ª", desconfiados ante los cambios econ¨®micos y dubitativos ante la ausencia de un norte hacia el que dirigir esta Europa en la era de la competitividad global, temerosos de los efectos que ¨¦sta pueda tener en su econom¨ªa y en su modelo de bienestar. Unos ciudadanos que ven a los l¨ªderes europeos entrar en el edificio del Consejo en Bruselas para buscar una soluci¨®n y salir al d¨ªa siguiente sin nada que decir, excepto que ninguno de ellos es el culpable sino el vecino. Y unos altos dirigentes neg¨¢ndose a reconocer una evidencia que bien pudiera constituirse en un principio de soluci¨®n para el futuro: el reconocimiento por parte del conjunto del Consejo Europeo de que la incapacidad de reacci¨®n de esta cumbre es un fracaso colectivo.
Pero m¨¢s all¨¢ de la dimensi¨®n constitucional, y entrando en el cap¨ªtulo financiero, las cosas no fueron mucho mejor. Tony Blair propuso una vez m¨¢s el viejo anhelo de Margaret Thatcher de adelgazar las partidas destinadas a agricultura y rechaz¨® la congelaci¨®n del famoso cheque brit¨¢nico (pago compensatorio al Reino Unido por la aportaci¨®n brit¨¢nica a un presupuesto comunitario que no le reporta pr¨¢cticamente fondos agr¨ªcolas a Gran Breta?a). Entre tanto, Chirac y sus aliados se empe?aban en reclamar el mantenimiento de los porcentajes de inversi¨®n en la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n y ped¨ªan que se rebajara la compensaci¨®n al Reino Unido. De fondo, resonaba un viejo duelo de posiciones pol¨ªticas que, en este caso, serv¨ªa para bloquear la posibilidad del acuerdo. Chocan de nuevo dos posiciones cl¨¢sicas; por un lado, quienes entienden que la Uni¨®n es m¨¢s mercado que avances en materia de integraci¨®n pol¨ªtica de soberan¨ªas y que el presupuesto comunitario debe diversificar la inversi¨®n. Por otro, los que opinan que se deben mantener las inversiones en materia de cohesi¨®n y pol¨ªtica agr¨ªcola, mientras defienden que la Uni¨®n Europea debe avanzar integrando espacios de soberan¨ªa y dibujando horizontes pol¨ªticos compartidos.
Sobre estos planteamientos, y contando con que la presidencia del Consejo se va a Londres, es casi seguro que la crisis se prolongue muchos meses y que hagan falta cambios de gobierno en algunos de los Estados para desbloquear la situaci¨®n.
En cualquier caso, la falta de acuerdo sobre las perspectivas financieras 2007-2013, puede retrasar, e incluso parar, proyectos estructurales de desarrollo en los pa¨ªses m¨¢s necesitados del nuevo club de los 25 y convertirse, as¨ª, en un enorme obst¨¢culo para los prop¨®sitos mismos de la quinta ampliaci¨®n. Adem¨¢s, se corre el riesgo a?adido de que los mercados empiecen a considerar que una Uni¨®n Europea con el presupuesto congelado es una zona poco atractiva, que cotiza a la baja, y que a esto se sume el descr¨¦dito ante el resto del mundo y ante las grandes potencias pol¨ªticas, comerciales y tecnol¨®gicas.
Si no se encuentra en menos de un a?o una soluci¨®n en el cap¨ªtulo presupuestario, casi la mitad del total de gasto se quedar¨¢ sin ejecutar a partir de 2007 (s¨®lo est¨¢n garantizados los pagos obligatorios; pol¨ªtica agr¨ªcola y gastos administrativos de las instituciones). El resto de los programas plurianuales quedar¨ªan paralizados; fondos estructurales y fondo de cohesi¨®n, destacando las ayudas regionales al empleo, la financiaci¨®n para investigaci¨®n, desarrollo e innovaci¨®n, y las ayudas a la educaci¨®n (entre ellas el programa Erasmus).
Si finalmente hubiera acuerdo, todos los pa¨ªses ingresar¨¢n las partidas que les corresponden cuando finalice el periodo en 2013, pero si la aprobaci¨®n se retrasara m¨¢s de un a?o podr¨ªa faltar tiempo para ejecutar el gasto. Los m¨¢s perjudicados ser¨ªan los pa¨ªses que m¨¢s solidaridad necesitan para su desarrollo social y estructural (los nuevos miembros) y los pa¨ªses que se acercan a la renta media comunitaria y que est¨¢n a un paso de convertirse en contribuyentes netos; Espa?a, por ejemplo. Al verse elevado el nivel de riqueza de nuestro pa¨ªs, las ayudas estructurales a las comunidades aut¨®nomas pueden decaer hasta una oscilaci¨®n situada entre 0,29 y 0,52 puntos de impacto en la tasa de crecimiento del PIB. Esto puede provocar una ralentizaci¨®n del proceso de convergencia de Espa?a con los niveles medios existentes en la Uni¨®n Europea, teniendo un efecto negativo en la evoluci¨®n de la econom¨ªa del pa¨ªs y consecuencias importantes en materia de inversi¨®n, productividad y competitividad.
As¨ª que, por inter¨¦s propio y comunitario, y desde una doble perspectiva pol¨ªtica y econ¨®mica, no estar¨ªa nada mal que nuestros l¨ªderes se pusieran de acuerdo en futuros consejos; si no con Londres, quiz¨¢ con Viena.
Eduardo Madina es secretario general de las Juventudes Socialistas de Euskadi y diputado del PSOE en el Congreso.
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