Berl¨ªn en dos miradas
La sala Elcano de la BBK exhibe estos d¨ªas una doble exposici¨®n fotogr¨¢fica que pone su punto de mira sobre Berl¨ªn. Son dos autores los que se encargan de ofrecernos una mirada peculiar sobre la capital alemana: Erika Barahona (Bilbao, 1961) y su pareja David Hornback (Los ?ngeles, 1962). Representan la ciudad con im¨¢genes de gentes y lugares ajenos a las gu¨ªas tur¨ªsticas y los planes de renovaci¨®n urbana. Se trata de la humilde y poco desarrollada zona Este de la ciudad. All¨ª todo suena a experiencias vividas de manera precaria en lo material y exuberante en lo personal, parajes donde las voluptuosidades del siglo XXI est¨¢n por llegar y pueden m¨¢s las elementales razones del ser y seguir existiendo.
Las fotograf¨ªas de Barahona se centran en fachadas de bares, cines, tiendas de ropa o paredes con afiches o pintadas. Son tomas realizadas frontalmente entre 1994 y este mismo 2005 donde la perspectiva desaparece para conceder importancia, espor¨¢dicamente, a los reflejos en los cristales de alg¨²n escaparate. Lo resuelve mayormente en colores tenues. Intenta, al parecer, evocar tonos del pasado. Para ello se ayuda de una luz natural plana, donde las sombras no encuentran protagonismo y as¨ª el resultado final se aleja intencionadamente del fulgurante colorido exhibido en los locales de moda y consumo. Cuando se trata de blanco y negro, el efecto de pasado gana intensidad y en los trazos de luz que capta aparecen sensaciones muy acusadas de tristeza y soledad.
Las fotograf¨ªas de Hornback corresponden a las de un reportero que sale de paseo por la ciudad a captar escenas de la vida cotidiana. De esta manera, siempre en blanco y negro, y con algunos gui?os recordando a los grandes cl¨¢sicos del g¨¦nero, nos ofrece un panorama m¨¢s generoso que el de su compa?era. Las escenas son variadas, lo mismo que los puntos de vista. La urbe se convierte en algo m¨¢s plural: tiene r¨ªo, llueve, nieva, la gente r¨ªe, juega o va en manifestaci¨®n por las calles. Un plano en picado puede anteceder a otro frontal, variaciones siempre agradecidas por el observador. Poco importa que sea de d¨ªa o de noche para que el reportero consiga su foto. As¨ª, encontramos a ni?as musulmanas con su peculiar pa?oleta jugando sobre una mesa de pimp¨®n con peque?as valkirias de pelo claro suelto al viento, a un travestido mirando de frente a la c¨¢mara, a unas monjas visitando un museo, a un paisano arreglando su coche en el aparcamiento, una camarera atendiendo un c¨®ctel o dos personas leyendo a la luz de una vela. Una visita gr¨¢fica a un Berl¨ªn que ense?a un aspecto de su inmensa diversidad.
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