200 a?os despu¨¦s de Trafalgar
Las marinas brit¨¢nica, francesa y espa?ola conmemoran la batalla naval
Si la Armada Invencible cay¨® derrotada por los elementos sin siquiera entrar en combate, la conmemoraci¨®n de Trafalgar, la batalla m¨¢s m¨ªtica de la armada brit¨¢nica, tumba de Nelson pero cuna del Imperio Brit¨¢nico, estuvo ayer en trance de correr suerte pareja. Tras un comienzo soleado y brillante, las nubes se cerraron a media tarde sobre las aguas del Solent, el brazo de mar que separa la isla de Wight del puerto de Portsmouth, y descargaron una furiosa tormenta sobre la flota multinacional que celebraba el 200 aniversario de la batalla y sobre el cuarto de mill¨®n de personas que segu¨ªan los acontecimientos desde los diques y playas de Portsmouth, Gosport y la isla de Wight.
Barcos contempor¨¢neos y de ¨¦poca maniobraron como lo hac¨ªan las flotas del siglo XIX
Casi 200 a?os despu¨¦s de que Inglaterra perdiera al almirante, lord y vizconde Nelson pero ganara un siglo de dominio mar¨ªtimo, una flota de 167 buques de 36 pa¨ªses conmemor¨® aquella batalla, en la que la flota franco-espa?ola qued¨® arrasada al sur de la bah¨ªa de C¨¢diz.
Ayer, la reina Isabel de Inglaterra pas¨® revista a la flota multinacional, en la que el portaaviones Pr¨ªncipe de Asturias y la fragata Blas de Lezo representaban a la armada espa?ola y el portaaviones nuclear Charles de Gaulle comandaba la presencia de Francia. Franceses y espa?oles se han sumado a una conmemoraci¨®n que quiere ser pol¨ªticamente correcta y que, huyendo de triunfalismos, ha sido definida por la marina brit¨¢nica como "un despliegue de amistad sin precedentes".
Sebasti¨¢n Zaragoza Soto, almirante jefe del Estado Mayor de la Armada espa?ola, asisti¨® a la revista naval y cen¨® la v¨ªspera con sus colegas en el HSM Victory, desde el que Horacio Nelson dirigi¨® a su armada a la victoria, anclado ahora en Portsmouth. Los 54 jefes y tres adjuntos reunidos en el viejo Victory degustaron un timbal de pescado ahumado, charlota rusa de caf¨¦, vino de Burdeos, caf¨¦ y Oporto.
El momento culminante, si los elementos no lo imped¨ªan a ¨²ltima hora, deb¨ªa ser anoche un espect¨¢culo de luz y sonido a modo de sofisticada reedici¨®n de la batalla de Trafalgar, en la que, quiz¨¢s porque las respectivas armadas se llevan bastante mejor que Tony Blair y Jacques Chirac, esa guerra de juguete enfrentaba a Rojos contra Azules. Barcos de ¨¦poca y contempor¨¢neos maniobraron como lo hac¨ªan las flotas de principios del siglo XIX, con salvas y pirotecnia de hasta 120 decibelios.
En Trafalgar muri¨® Nelson y con ¨¦l cientos de sus soldados y marineros, pero la flota brit¨¢nica no perdi¨® ni un solo buque y borr¨® del mapa a la armada franco-espa?ola. Napole¨®n quer¨ªa invadir las islas brit¨¢nicas y para ello necesitaba controlar el canal de la Mancha. La flota franco-espa?ola abandonaba la bah¨ªa de C¨¢diz el 19 de octubre de 1805 tratando de eludir el bloqueo de Nelson, pero ¨¦ste inici¨® la persecuci¨®n y atac¨® desde dos flancos. Villeneuve se rindi¨® a las 13.45 del d¨ªa 21. Pese a los ¨²ltimos esfuerzos de la armada espa?ola, la batalla acab¨® menos de tres horas despu¨¦s, con un saldo de m¨¢s de 6.000 muertos entre ambos bandos y el desmantelamiento de la flota franco-espa?ola. Inglaterra empez¨® ese d¨ªa su Imperio m¨¢s floreciente.
Los muelles de Southampton eran ayer un reflejo del cambio de los tiempos. Desde la costa, la gigantesca armada internacional no era m¨¢s que una macedonia de buques grises. En tierra firme, la mayor preocupaci¨®n de los voluntarios responsables de controlar a la muchedumbre era proveerse de crema solar para evitar las quemaduras. "Va a ser un gran d¨ªa. Estamos aqu¨ª para disfrutar", proclamaba cari?osamente Stan, un jubilado londinense achispado por la ingesta de una refrescante pinta de cerveza. Un artista local, Ken Gillam, expon¨ªa sus acr¨ªlicos y acuarelas de escenas mar¨ªtimas, como la llegada del Victory al puerto de Portsmouth procedente de Trafalgar. "He vendido una", explica satisfecho. "?Sabe usted d¨®nde est¨¢ el Americo Vespucci?", pregunta otro caballero, ansioso por ayudar a su amigo italiano. El ambiente es relajado y festivo. El verdadero Trafalgar queda ya muy lejos.
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